Ayer, tras la reunión celebrada en el Palacio de la Moncloa, a la que asistía el Presidente del Gobierno Mariano Rajoy, Ignacio Fernández Toxo (CCOO) y Cándido Méndez (UGT); el presidente de la Cepyme, Jesús Terciado; el de la CEOE, Juan Rosell; y la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, para analizar la situación económica y laboral del País, comparecían ante los medios, entre otros, los dirigentes de CCOO y UGT. Y entre otros temas, los líderes sindicales explicaban que, en algunos casos, han aplicado la reforma laboral del PP al tramitar Expedientes de Regulación de Empleo y lo justificaban indicando que no se había podido lograr un acuerdo con los afectados.
Como hemos dicho en otras ocasiones en el Blog, Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores han perdido toda la fuerza moral que pudieran tener para criticar al Gobierno. ¿Cómo se puede criticar una reforma laboral y luego aplicarla? Y lo justifican diciendo que “no lo hacen con agrado, pero que con la crisis y los consecuentes recortes no les ha quedado más remedio”, ¡igual que a los empresarios, digo yo! ¿O es que a los empresarios les gusta despedir trabajadores?
Y además justifican los despidos (y aplicar la reforma laboral del PP) como consecuencia de los recortes a los que se han visto sometidos, indicando que “somos víctimas de las políticas de recortes y hay programas en que los que colaborábamos con el Gobierno que han sufrido recortes tremendos o han desaparecido y nos ha obligado a tomar decisiones”. Ese es otro de los grandes problemas del sindicalismo español (y de las asociaciones empresariales y de los partidos políticos), que viven del presupuesto público, que no son capaces de vivir de las cuotas de sus afiliados, que no son capaces de generar los recursos que necesiten.
Una vez más los dos principales sindicatos españoles se han puesto solitos en su sitio, reconociendo su hipocresía (al aplicar una reforma laboral contra la que se manifiestan) y que dependen de Papá Estado para vivir.