Mucho se ve hoy en día con los enfrentamientos hacia las actuales leyes de nuestra sociedad. Sumergidos en la desigualdad las feministas se levanta para alzar la voz y “ser escuchadas”, los socialistas se enfrentan con el capitalismo y viceversa; criticando y oponiéndose al consumismo.
Con respecto al socialismo y capitalismo, el error que consiste en detenerse en los fenómenos superficiales, en la existencia de un mercado, de dinero y de precios y en la práctica de los dirigentes con respecto al “mercado”, este error conduce inevitablemente a otros errores. El error más grave que concierne al problema de la naturaleza del socialismo. Es justo oponerse al término “socialismo de mercado”, precisamente porque este término pone el acento, de modo unilateral, en la existencia de formas mercantiles en la sociedad socialista. Ahí se encuentra el índice del carácter ideológico de esta expresión, precisamente en el índice de una ideología favorable a un amplio desarrollo de las relaciones mercantiles, aun cuando el desarrollo conduce a una plena restauración del capitalismo. Denunciar el desarrollo de las relaciones mercantiles más allá de un cierto punto, de la existencia misma de estas formas mercantiles, sería aislar la existencia u oponerse a estas haciendo abstracción por consiguiente de las condiciones sociales y políticas que nos permiten el pleno desarrollo de las formas mercantiles y con estas mismas el avance hacia un Estado con las meras posibilidades para seguir desarrollándose.
Es meramente hipócrita criticar un “mercado” en el que nosotros mismo estamos sumergidos en él. Contradecimos nuestra palabra con nuestros hechos. Siendo hipócritas por excelencia al querer oponernos a un cierto grupo cuando de manera indirecta pertenecemos y seguiremos siendo parte de este.
Por otro lado en el feminismo podríamos definirlo como “una doctrina que preconiza la extensión de los derechos y del papel de la mujer en la sociedad”. Pero no se puede separar el pensamiento de la acción. A partir de que el concepto de “Feminismo” fue forjado, tal movimiento ha ido acompañado de acciones múltiples para aumentar los derechos y el papel de las mujeres dentro de la sociedad. Por ello, la definición del feminismo también debería incluir las prácticas, y no solamente la doctrina. Las feministas de hoy denuncian el “sexismo”; el sexismo es la “actitud de discriminación ante el sexo femenino”. El sexismo es la consecuencia de la “falocracia”, que es definida como la dominación de los hombres sobre las mujeres. Es, así mismo un sistema que utiliza todos los mecanismos institucionales e ideológicos a su alcance para reproducir esta dominación de los hombres hacia las mujeres, así como el capitalismo los utiliza para perpetuarse. ¿Pero es acaso el levantamiento y manifestaciones lo que puede parar esto? En la antigüedad tanto mujeres como hombres eran participes de las decisiones que se tomaban dentro de la tribu a la cual pertenecían, la pregunta es ¿Cuándo la mujer comenzó a perder derecho dentro de la tribu/sociedad que pertenecía hasta el punto de sí misma? La respuesta esta en el momento que ellas mismas lo permitieron. Bien se sabe que el hombre desde la antigüedad se ha encargado del “trabajo duro”, de llevar el sustento a la casa, y tal vez en un momento fue ahí donde la mujer quiso que así siguiera siendo, ¿cuántas mujeres hoy en día prefieren que el hombre trabaje y ellas solo se dediquen al hogar? Es cierto que muchos son también los hombres que se han vuelto “machistas” pero es ahí donde la mujer debe oponerse, es ahí donde ellas deben levantar la voz y pelear por sus derechos. La hipocresía de la mujer en este caso es querer dejar de un lado “la humillación” en la cual se ve sumergida ¿Para qué? ¿Para querer humillar al hombre? Comiencen desde casa, haciéndose respetar y haciendo cumplir sus derechos, todo comienza desde ahí. La sociedad la creamos nosotros y nosotros somos quienes aceptamos el trato que creemos merecer.