Soy uno de los muchos catalanes que están convencidos que la solución al problema de Catalunya pasa irremediablemente por un referéndum, pero en el resto de España su simple mención provoca estallidos de histeria chillona.
En cualquier país civilizado se consideraría al referéndum como algo normal aplicando principios democráticos, tal como ha ocurrido en muchos casos desde Canadá al Reino Unido pasando por Checoslovaquia. En España su simple mención se considera como un ataque a la patria a cargo de un montón de traidores. Incomprensible y patético.
El único partido que defiende el referéndum, Podemos, es un buen ejemplo de ello. Después de su espectacular arranque Podemos ha perdido intención de voto y esa caída ha coincidido con su manifestación a favor del referéndum, que aunque seguramente no es la única razón de su frenazo pero si es la más importante y la que más daño les ha hecho.
Aparte Podemos, todos los demás partidos sin excepción y muchos ciudadanos reaccionan de manera histérica frente a la propuesta de referéndum. La semana pasada tuvimos dos buenos ejemplos en el PSOE con unos comentarios que solo se pueden calificar de rebuznos. El primero fue Rubalcaba que afirmó que el referéndum rompería España y la debilitaría profundamente. Es decir ya da por supuesto que el referéndum lo ganaría la independencia, y la verdad es que podría ser cierto si los políticos de Madrid continúan haciendo una asnada tras otra y contribuyendo de manera más que notable al crecimiento del independentismo.
La segunda ha sido Susana Diaz que ha acusado a Iglesias nada menos que de “romper en canal a España, de romper Catalunya y de romper a miles de hogares catalanes” (caray, que destrozo), y ha añadido “No merece llegar a presidente del Gobierno un aspirante que intenta manipular o reescribir la historia de Andalucía después de tantos años”. Inmensa burrada en la que, por más que me esfuerzo, no acabo de entender que tiene que ver la historia de Andalucía con que Podemos defienda el referéndum. Por cierto, esta señora se ha quejado también de que todo el dinero va para Catalunya y en Madrid se han olvidado de una Andalucía a la que provocan asfixia financiera. Esta señora tiene unos bemoles que se los pisa.
Está más que claro que la catalanofobia no es ningún invento, es real, está muy extendida, y no ha aparecido con el independentismo, sino que tiene siglos de antigüedad y ha acabado siendo una de las razones del independentismo.
Mariano Rajoy sigue mintiendo más que habla. En el programa de Mª Teresa Campos y en una entrevista entre amigos, pero que muy amigos, en el que no me extrañaría que el guión lo hubiese escrito el propio Rajoy, para seguir la tradición demostró no solo ser mentiroso sino además profundamente deshonesto. Ejemplos los hubo a toneladas, pero el que me pareció el segundo más importante fue cuando afirmó sin sonrojarse que su prioridad son las pensiones, después de haber prometido aumentarlas en la campaña de las anteriores elecciones de 2011, y como con todas sus promesas hizo exactamente lo contrario y las recortó.
Pero el comentario más inaceptable, deshonesto y falsario, se refería, como no, a Catalunya. Se atrevió a afirmar que los niños catalanes tienen prohibido usar el castellano en la escuela. No creo que haya ningún país serio y civilizado donde el Presidente haya difamado gravemente una de sus regiones tal como lo hizo nuestro indigno y deshonesto presidente, que sabe muy bien que lo que dijo es rotundamente falso. En cualquier país serio tal difamación por parte del presidente habría provocado una inmensa crisis. Aquí no ha ocurrido absolutamente nada porque contra Catalunya y los catalanes todo vale, y los muchos idiotas que volverán a votar a Rajoy se deben haber tragado esta barbaridad junto con todas las que suelta cuando habla.
¿Cómo no va a haber independentistas en Catalunya y gente que sale pitando de este país en el resto de España?.