Revista Opinión

Historia, a grandes rasgos, de la gran canallada

Publicado el 19 julio 2014 por Romanas
Historia, a grandes rasgos, de la gran canallada     Historia, a grandes rasgos, de la gran canallada     Historia, a grandes rasgos, de la gran canallada La palabra establishment, que yo traduzco como lo establecido, lo inatacable, lo decisivo, ha triunfado en su intento de agrupar lo que se ha dado en llamar, por otro lado, no tan desencaminado como parece, la casta. Hay, por orden de mayor a menor poder, un establishment economico, otro politico y otro intelectual El establishment económico, para entendernos, es el Olimpo de los auténticos dioses. A los grandes magnates usanianos, del Reino Unido, Alemania y Francia han acabado por unirseles los de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), formando todos los potentados de estos países una auténtica casta que, a partir de ahora, no se moverá por el motor de la nacionalidad sino de los canallescos intereses económicos. Comencemos por el establishment. económico. Todo comenzó, en realidad, cuando aquellos dos jodidos tipos, Marx y Engels, se creyeron el propio invento que ellos mismos habían pergeñado, y gritaron a los 4 vientos aquello tan espantosamente ingenuo de “proletarios de todos los países, uníos”. Aquellos dos jodidos tipos eran seguramente los dos únicos intelectuales que quedaban capaces de investigar años y años como un doctorando cualquiera y formular una tesis, o una teoría, sobre el funcionamiento del capital y de los mercados y, además de creérsela, poner todo su vida en el intento de salvar no sólo a sus coetáneos desheredados sino también a todos los que los siglos venideros aportaran. Estos dos viejos fantasmones fueron rigusosamente científicos, es decir, todo lo que descubrieron, después de larguísimos años de investigación socioeconómica, era rigurosamente verdad, verdad científica, o sea, ciencia pura, coño, pero se les olvidó un pequeño detalle, tan pequeño que en realidad parecía insignificante: todos sus sueños de liberación de las clases explotadas pasaban por el hecho ineludible de que habían de ser llevados a cabo por el único sujeto real de toda la puñetera historia, el jodido hombre, coño. Ya por aquel entonces un neurólogo vienés de su misma raza, había profundizado tanto en la psique del ser humano que había descubierto lo que ellos ni siquiera pudieron atisbar: el hombre se mueve por pulsiones la mayor parte de las veces irracionales, de tal manera que eso de 2+2=4 no era sino una puñetera castaña. De modo que, ahora lo sabemos, esa exhortación a que los proletarios de todo el mundo se unieran no era más que la calentura de 2 viejos demasiado ancianos para darse cuenta de que el jodido ser humano no es capaz de moverse más que por su más jodido interés no sólo personal sino también exclusivo. Dicho de otra manera, pocos de entre nosotros somos capaces de trabajar toda una vida para que los demás, incluso lo que no trabajen nunca, tengan lo necesario para subsistir. Hemos necesitado 3 siglos para descubrirlo: el viejo Adam Smith tenía toda la razón del mundo cuando dijo que es el canallesco ánimo de lucro de ese asqueroso animal que llamamos hombre el que promueve realmente la riqueza de las naciones cuando sólo busca su canallesco y desalmado interés. De modo que no sólo fracasaban los Estados comunistas sino incluso las puñeteras cooperativas porque el repugnante animal que tenía que hacerlos triunfar dejaba de dar golpe pensando que si todos iban a ganar los mismo, fueran los otros los que trabajaran y él se dedicaba a escaquearse todo el tiempo, con lo que los Estados socialistas y las cooperativas acaban siempre por hundirse. Por eso, la escuela de Francfort, tal vez la mejor generación de marxistas de todos los tiempos, trató de conciliar lo que seguramente es inconciliable: las teoría de Marx con las de Freud, y todavía estamos en eso con individuos tan excepcionales como Jürgen Habermas, tal vez el filósofo vivo más importante. Tal vez sea mejor estudiar conjuntamente lo referente a los establishments político e intelectual. En realidad, yo quería habla hoy, como casi siempre, de Podemos, el tema que me absorbe las 24 horas del día. Hoy, a mediodía, he visto en la Sexta como los inefables Rojo e Inda se dedicaban ferozmente a intentar convencer a la audiencia de que Pablo Iglesias, PI, no es que sea el demonio sino algo mucho peor, y, luego, en la prensa, he leído un artículo de Elorza que, sin la vulgaridad de estos dos innobles individuos, se ha dedicado a intentar situarlo fuera del ámbito de la realidad política actual, basando su crítica ni más ni menos que en la existencia de aquello en lo que yo considero deficitario a este magnífico ejemplo de político moderno: su admiración por Chávez y por la comprensión de que fueron las circunstancias sociopolíticas que el país Vasco sufría, con una represión irresistible, las que prepararon el caldo de cultivo de Eta. En el mismo contexto, he leído la critica que le hace también a nuestro político Fernando Vallespín, otro catedrático, como Elorza, de la famosa Ciencia Política. Dice Elorza en el artículo citado en El País, de hoy: “El espacio político tolera mal el vacío, de manera que para cubrirlo surgen las respuestas, a veces con una mezcla de acción insurreccional y populismo —por algo Chávez es un héroe para Podemos—, otras fundiendo mediante la violencia el carácter antisistémico en lo político con la conservación del orden social. No faltan nunca la visión maniquea de la realidad, la designación consiguiente de un círculo de los enemigos, el componente violento —verbal y/o físico—, la apelación directa al pueblo o a “los ciudadanos”, el menosprecio de la democracia representativa y la modernidad en la comunicación, salpicada de gestos demagógicos. Hay una diferencia sustancial entre 5 Estrellas y Podemos. Basado en el blog y en las explosiones retóricas de Beppe Grillo, con su discurso de descalificación frente a “las dos castas”, a Europa y a lo que se le ponga por delante, 5 Estrellas eligió una estrategia de ataque frontal, visible en todo momento. En la vertiente opuesta, sin renunciar a una actitud de enfrentamiento con “la casta”, ni a la visibilidad, Podemos intenta conquistar áreas sucesivas del mercado político, y para ello el radicalismo verbal se encuentra acompañado de la simulación. Según P. I. ilustró por medio de una elegante metáfora, se folla desnudo, pero para ligar hay que vestirse. De hecho, propone más un disfraz que un traje, por lo que él mismo aclara al citar como ejemplo la actitud de Lenin en 1917, hablando de paz y no de revolución para lograr un máximo respaldo a su acción revolucionaria. Sucedió ya con el programa electoral. A P. I. le repugna la democracia como procedimiento; contra ella, lancemos tuercas (título de su espacio en Tele K). Sin embargo, el programa rebosa de la palabra “democracia” como seña de identidad; sus propuestas serían la verdadera democracia. No conviene asustar. Al ocuparse luego del tema, habla de “reformar la Constitución”, solo que al explicarlo su contenido es el proceso constituyente, de raíz chavista. Del mismo modo que su soflama contra la prensa de los millonarios, de apariencia ultrademocrática, invoca bajo cuerda una “regulación” del Gobierno, realmente existente bajo Maduro y Correa y contraria a la libertad. Ahí está su resuelto apoyo, más que a la autodeterminación, a la independencia de Cataluña y Euskadi, en la línea del “clase contra clase” de los años treinta, por ser procesos que contribuyen a la destrucción del Estado “de la oligarquía”. Hacia la opinión pública, conviene envolverlo en una empalagosa declaración sentimental de apego a España, seguida de un respeto “democrático” al derecho a decidir. La cosa cambia si P. I. habla en una herriko taberna, ante quienes juzga auténticos representantes del pueblo vasco. El amor encuentra allí otro destinatario: lo mantendrá “cuando os vayáis…”, dice con ternura a los asistentes. Nada tiene de extraño, pues, su apoyo a Herrira, a los presos etarras, o a las negociaciones con ETA, lo cual es tan significativo como legal. La herriko taberna se convierte además en el espacio adecuado para contar una historia de la España democrática al modo abertzale y para progres a la violeta: el régimen de 1977 solo sería “una metamorfosis del franquismo”, la Constitución fue pacto de élites y excluye al “pueblo”, “un papelito”. Una cosa es la propuesta abierta y otra la intención real, de acuerdo con la máxima de que lo importante es ganar Nos movemos, pues, en el terreno de un engaño consciente, pues una cosa es la propuesta abierta y otra la intención real, de acuerdo con la máxima de P. I.: lo importante es ganar. De momento, toca inscribirse en el espacio de una izquierda intransigente, sin más aristas, para absorber a IU y preparar la OPA contra el PSOE. El supuesto de fondo es la necesaria latinoamericación de la política del Sur de Europa, con el ejemplo de los regímenes autoritarios y populistas. No importa que Venezuela sea un caos económico y que aquí no tengamos petróleo a 100 dólares para sostener el tinglado. En esa dirección no hay crítica: el polo del bien abarca para nuestro hombre a todo país antiimperialista, incluido el Irán de los ayatolás, hasta Corea del Norte. Lo suyo no es la crítica del marxismo soviético. Ni de sus secuelas. Antes de ponerse la máscara poselectoral, su ideario es claro. Antieuropeismo y antiimperialismo primario, con apoyo a cualquier tirano por el solo hecho de ser antiyanqui; adhesión a un patrón chavista que acepta la forma democrática vaciándola de contenido mediante la satanización y el ataque constante a la oposición, sin división de poderes, más el monopolio parcial de los medios; todo en busca del poder vitalicio del líder (“Chaves inmortal”). ¿Por qué extrañarse de la calificación de antisistema? Y algo peor si añadimos el exterminio del adversario. Ahí está el elogio de P. I. a la guillotina —“acontecimiento fundador de la democracia”— y a Robespierre, por aquello de que castigar al opresor es clemencia y perdonarle, barbarie. “¡Qué actual la reflexión de ese gran revolucionario!”, concluye. El doble lenguaje permite a P. I. esconder lo que está al otro lado del espejo. Aquí entra en juego la auténtica revolución de Podemos, materializada en la comunicación política, desde la utilización constante de la videocracia, al desarrollo de la técnica de acceso y control del poder mediante la Red. No estamos ante la democracia líquida de los partidos piratas. Beppe Grillo y Casaleggio marcaron otra vía, que ahora sigue Podemos. Quedan configurados dos niveles de poder, el de la política local donde los meet-ups funcionan con autonomía y satisfacen la exigencia participativa, y el nivel central, donde los mecanismos de comunicación y elaboración de decisiones, como se ha visto en Italia, conjugan cohesión interna y dirección monolítica de Grillo. Contra lo previsto, las disidencias fueron rápidamente cercenadas, como aquí el brote de la Asamblea de Madrid. Los tuits resultan óptimos para machacar al adversario, mientras ningún grupo interno tiene capacidad para contrarrestar los mandatos del centro. Sin duda P. I. y Errejón lograrán lo que una socióloga italiana llama el “centralismo cibercrático”, colocando el uso masivo de la Red, una ilusión de democracia directa, bajo dirección leninista. Solo falta que el PSOE permanezca anquilosado para que P. I. prosiga su ascenso”. En el suplemento que en el mismo El País dedica al Huffington Post, Pilar Portero y Ana Cañil Hazte fan Periodistas, Tu2is.es, tratan también, como no, del tema del momento: “El éxito político es que no te conozca ni tu madre Publicado: 18/07/2014 17:07 Hace un mes ignorabas quien era Pedro Sánchez y hace tres, Pablo Iglesias te sonaba como mucho de haberlo estudiado en el colegio. Por no hablar de Alberto Garzón, el joven diputado de IU, que hace un año era un economista y ya. Ahora, antes de cumplir los 30 años puede liderar el tradicional partido de izquierdas. Una de las bazas para triunfar en política en la actualidad es ser un desconocido. Alguien a quien no se pueda poner el sello de colaborador necesario de la crisis política e institucional y que arrastre su experiencia dentro del sistema como una bola al tobillo. Una tendencia que el pasado domingo ha llevado a la presidencia de Eslovenia a un profesor de Derecho sin experiencia política, que creó su partido hace solo seis semanas. "En las actuales circunstancias podría decirse que no tener pasado político se ha convertido en un activo, el frame, el enmarque, es que debemos de ir hacía una nueva política. La vieja política no sirve ya porque tiene pasado. Modernos -modernus en latín- significa nuevo y de la nueva política se hace cargo la gente que no ha estado manchada por la vieja política. Es la renovación, que donde está pegando de verdad es en la izquierda", explica el catedrático de Ciencia Política, Fernando Vallespín. Los políticos más conocidos han envejecido de repente, como si les hubieran metido en una de esas 'app' que te echan años encima para ver como serás de mayor. Su discurso resulta de otro siglo. Y su respuesta autoritaria a los cambios que demanda la opinión pública -véase la ley de seguridad ciudadana imponiendo multas por el mero hecho de animar a manifestarse en las redes sociales- contribuye a generar esa sensación de regreso a lo peor del pasado. "Hay una demanda de novedad fruto de la crisis y también de estar en un nuevo contexto creado por las nuevas tecnologías. Recuerda a la migración del campo a la ciudad, ahora migramos lo virtual y nos tenemos que adaptar a ese nuevo mundo desconocido", asegura el demoscópico Narciso Michavilla, presidente de GAD3, consultora experta en análisis de opinión y uno de los asesores más reputados del PP. Michavilla sigue muy de cerca el avance de Podemos y el incipiente auge de movimientos ciudadanos que comienzan a cristalizar con intención política. Esta es su visión sobre las expectativas creadas en torno a esta forma de organizar el descontento: "La crisis ha hecho que un sector de la sociedad deje de confiar en el médico profesional de toda la vida y acuda a curanderos para probar suerte. La ventaja del curandero es que no tiene pasado profesional, sólo gran capacidad de comunicación. Si su pócima resuelve los problemas mejor que el médico tradicional le irá bien, si no los resuelve le echarán de la plaza del pueblo a gorrazos". Lo cierto es que los 'curanderos' a los que se refiere Michavilla están adelantando a los facultativos de toda la vida, cuyas recetas no han curado los males actuales: paro, corrupción, recortes, retroceso en los derechos civiles y cerco a las libertades tanto individuales como colectivas. Ante el panorama, los votantes se están decantando por someterse a terapias nuevas dado que las ya conocidas están fracasando. "La derecha está pensando que eso no tiene nada que ver con ella, porque no tiene nada de que arrepentirse y sí, Rajoy puede aparecer ahora como un auténtico viejuno, que dirían los jóvenes, pero lo puede convertir en un activo en el momento en que los recién llegados puedan ser mostrados como demasiado verdes para ejercer. Rajoy puede evidenciar que esos -los Iglesias, Sánchez o Garzón- son gente inexperta e indocumentada en la cosa pública; el insulto de indocumentado es muy español (y usado por Rajoy) y puede calar", añade Vallespín. Los nuevos partidos y sus líderes tienen que demostrar que sus programas son algo más que una declaración de intenciones y llegado el momento, no defraudar la palabra dada. Pero por lo pronto cuentan con la confianza de los votantes que ya no se fían de los clásicos. "El votante, desde que existe la democracia, vota en clave de futuro, no de pasado. No vota para premiar o castigar, sino al que mejor le puede resolver sus problemas en el futuro inmediato", dice el presidente de GAD3. La próxima temporada se presenta repleta de citas en las que la sorpresa de las europeas tiene pinta de quedarse en nada y a ello ayudará el que los españoles somos "muy neófilos y nos atrae mucho lo nuevo: apenas compramos de segunda mano, tiramos objetos que funcionan porque se quedan obsoletos, reformamos todo por mera moda", subraya Michavilla, quien se hace una pequeña autocrítica al recordar que tanto los analistas como los medios alimentamos esa neofilia. "Hay que renovar la información", remata, al tiempo que recuerda que todos los presidentes de la democracia han sido tradicionalmente jóvenes. Claro que Vallespín acota el término y propone recordar o revisar qué es lo que entendemos por joven. Pedro Sánchez tiene 41 años, Pablo Iglesias 36, Juan Carlos Monedero, 51 tacos... Felipe González fue presidente del Gobierno a los 40 años, Aznar a los 43 y Joaquín Almunia ministro a los 33 años. "De los nuevos, al único que se le puede definir en puridad como joven es a Alberto Garzón", puntualiza el politólogo, convencido de que ahora mismo es más importante no tener un pasado político que te lastre que la discutida o mal entendida juventud”. Las  cursivas y el subrayado son míos.  (Continuará)

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