El Evening Standard, un medio pequeño de relativa circulación, vendió las historias a otras publicaciones fuera de Inglaterra. Una de las que recogieron las notas fue la revista para adolescentes Datebook, que se editaba en USA, con cobertura nacional. La nota sobre Lennon apareció el 29 de julio de 1966 dentro de un conjunto mayor que se titulaba Los diez adultos que amas/odias. Entre los nombres que aparecían estaban John Lennon y Paul McCartney. Ambos eran mencionados en la portada pero solamente aparecía la fotografía de Paul en ella. Sobre un lado de la tapa, se reproducía una breve frase de cada uno de ellos. La de John Lennon decía: No sé qué desaparecerá antes, el Rock'n'Roll o el Cristianismo. La de Paul McCartney decía: Es un repugnante país aquel en el que todas las personas negras son consideradas 'negros mugrientos'.
La frase de McCartney pasó inadvertida, en cualquier caso, no se le dio mayor importancia, aún estando referida a Estados Unidos. La frase de Lennon levantó la polvareda. Sacada del contexto, la cita resultó inflamatoria, especialmente cuando se reproducía su conclusión: Somos más populares que Jesucristo ahora. El 'Cinturán Bíblico' del sudeste estadounidense se agitó en reacciones inusitadas, desde prohibición de la emisión por radio de las canciones de The Beatles, decidida por las propias emisoras, hasta grandes hogueras para quemar discos y memorabilia Beatle, amenazas del Ku Klux Klan y anuncios de boicot a los próximos conciertos de la banda que comenzaba pocos días después, en agosto. Pronto, la interpetación de esas frases fuera de contexto transformó el asunto en que Lennon consideraba - y se hacía extensivo a los Beatles restantes - que eran más grandes que Jesús.
Lennon debió pasar un calvario para poder dejar las cosas más o menos en claro, lo cual no convenció demasiado ni a los fundamentalistas sureños - que no le creyeron - ni al propio Lennon - que siempre consideró que no había hecho nada malo. Y sin embargo, John se vio obligado a ensayar disculpas por algo que en realidad no había protagonizado del modo en que se lo publicitó y que arrastraba también a sus compañeros a un despeñadero.
Lo que sigue es el relato de este episodio que va mucho más allá de la mera anécdota y que se incrusta en el corazón mismo de la Leyenda Negra de The Beatles.
A comienzos de 1966 se percibían signos de cambio en la cultura joven, tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos [también en buena parte del mundo]. El Swinging London eclosionaba en novedades y el ambiente iba encaminándose hacia rumbos más decididamente psicodélicos. Eventos vanguardistas, acid tests, publicaciones para jóvenes, el aumento de la brecha generacional, eran algunos de esos signos de cambio. La música de The Beatles venía creciendo con ellos y, en consecuencia, perdiendo lo que le quedaba de ingenuidad de la primera hora. En 1965 habían publicado Rubber Soul, un álbum muy distinto a los cinco anteriores y en 1966 preparaban ya el material para el disco que significaría la consolidación de su viraje artístico sin retorno, Revolver.
La vida de The Beatles había también cambiado en algo. Tres de ellos vivían en las afueras de Londres. Solamente Paul McCartney permanecía en la City y mantenía un contacto asiduo y directo con el Swinging London. Hasta cierto punto, y más en el caso de John, el primero en tener hijos, sentían algún signo de aburguesamiento, especialmente viviendo en Weybridge, la zona residencial de los corredores de bolsa y financistas. En ese contexto, la periodista Maureen Cleave realizó en los primeros meses de 1966 una serie de entrevistas a cada Beatle por separado, que fueron publicadas por el London Evening Standard. La entrevista a John Lennon apareció el 4 de marzo entre las páginas de esa publicación de circulación básicamente londinense.
Maureen Cleave había nacido en 1941 en la India, hija de un comandante británico. Durante la guerra, el barco en que viajaba a Bombay fue atacado por los nazis. Rescatada, fue llevada a Belfast, Irlanda, donde creció y se educó. Posteriormente fue a Oxford a estudiar Historia. En 1959 comenzó a trabajar en la prensa y en 1963 conoció a The Beatles, de quienes se hizo amiga. Una suposición corriente es que Maureen Cleave inspiró a Lennon - romance mediante o no - para el tema Norwegian Wood del álbum Rubber Soul.
Cleave entrevistó a Lennon en su mansión estilo Mock Tudor [falso Tudor] de Weybridge en un modo distendido. De hecho, el artículo publicado el 4 de marzo, titulado How Does A Beatle Live? John Lennon Lives Like This, va dando imágenes salpicadas acerca de las costumbres, gustos, preferencias y demás de John Lennon en ese momento.
Habla acerca de los objetos que atesora, de los regalos postergados que aún guarda, de sus autos, de los juguetes de Julian, de los libros que tiene y lee, etc. En ese entorno, Cleave inserta la declaración de John que dice El Cristianismo pasará. Se desvanecerá y se encogerá. No necesito argumentar acerca de ello; estoy en lo correcto y esto será demostrado. Somos más populares que Jesús ahora; no sé qué desaparecerá primero, el Rock'n'Roll o el Cristianismo. Jesús estaba en lo correcto, pero sus discípulos eran burdos y ordinarios. Para mí fueron ellos los que retorcieron todo y lo arruinaron.
En el artículo de Cleave esta frase iba acompañada por el comentario de la periodista: La experiencia ha sembrado algunas semillas de duda en él: no es que su mente esté cerrada, pero es cerrada acerca de lo que él cree en ese momento. [Aquí intercala la cita] Está leyendo mucho sobre religión.
Entrevistada tiempo después sobre aquel episodio, Cleave recuerda que John había empezado a hablar sobre religión y señaló que estaba muy interesado y estaba leyendo algunos libros sobre ello. Como yo recuerdo la entrevista, hablamos de cómo había declinado el poder del Cristianismo en el mundo moderno y sus comentarios intentaban ilustrar eso.
De hecho, como dice Philip Norman [John Lennon, 2008], Para la inmensa mayoría de los lectores ingleses 'cristianismo' significaba Iglesia de Inglaterra, una institución que, en los albores de la nueva conciencia de 1966, cada vez menos gente se tomaba en serio. Las catedrales e iglesias anglicanas tal vez fueran estimadas como un legado nacional, pero el culto anglicano y el clero anglicano eran el blanco de todos los humoristas del momento, de Alan Bennett a Peter Sellers (quien, no mucho antes, había grabado una versión de 'Help!' disfrazado de Arzobispo de Canterbury, el doctor Michael Ramsay). Que, en puros términos de taquilla, los Beatles fueran 'más populares que Jesucristo' quedaba claro en todos los servicios religiosos casi desiertos que la Iglesia de Inglaterra celebraba cada domingo del año, y también lo estaba en los esfuerzos no poco desesperados de la Iglesia para animar sus ceremonias con guitarras y ritmos pop. Las polémicas eran constantes y siempre coincidían en ese punto en cualquier púlpito desde el Daily Mail al Church Times, el periódico eclesiástico. Cleave también dice que hablaron mucho sobre libros y lo que había estado leyendo y le comentó de su última lectura, El complot de Pascua, de Hugh Schonfield, según él historiador judío independiente de la fe del Nazareno. El libro discutía la historia de Jesús, por cuanto lo consideraba un religioso judío que buscaba cumplir las profecías mesiánicas, aparentando su muerte en la cruz y revivir en la tumba, plan que resultó malogrado. Esta teoría conspirativa sedujo a Lennon, especialmente porque planteaba la idea de que todos podemos ser Cristo. Un dato no carente de ironía es que Cleave dice, describiendo a John, que se parece más a Enrique VIII que nunca, ahora que su rostro está más relleno.
El rey Enrique VIII y John Lennon. Cleave dice que se parecen y cierto parecido hay.
Lo irónico es que fue precisamente el rey Enrique VIII el que propició y precipitó la Reforma religiosa que llevó a la formación de la Iglesia de Inglaterra, esa misma sobre la que reflexionaba Lennon al decir lo que dijo. Por si fuera poco, pertenecía a la familia Tudor, que da nombre al estilo arquitectónico homónimo y es el de la casa de Weybridge donde vivía Lennon.
La entrevista pasó como tantas otras en Inglaterra. Cuando la revista para adolescentes Datebook, que se editaba en USA con circulación nacional, republicó las entrevistas a John Lennon y a Paul McCartney, aunque con modificaciones, el efecto fue muy diferente. Las entrevistas formaban parte de un todo mayor, titulado Los diez adultos que amas/odias, donde también aparecía - sin que forzara consecuencias - Timothy Leary y su lema Turn On, Tune In, Drop Out!, o Bob Dylan diciendo Las canciones con mensaje son una cagada. La entrevista de John aparecía destacada, como dijimos antes, con la frase - abreviada - No sé que pasará primero, el Rock'n'Roll o el Cristianismo. En el interior, se abundaba sobre la frase original, pero descontextualizadamente, lo que devino en la interpretación de que Lennon sostenía que eran más grandes que Jesús.
Las reacciones no se hicieron esperar. ¿Quién era este John Lennon para ponerlos a él y a su banda por encima de Jesús?, se preguntaron los fundamentalistas del Bible Belt norteamericano. La chispa que encendió la llama provino de las emisoras de radio de distintas ciudades del sur de USA, pero todos señalan certeramente a la ciudad de Birmingham, Alabama, como el epicentro del estallido. Agrega Philip Norman: En la cínica y agnóstica Gran Bretaña, sepultada además en un periódico imposible de encontrar fuera de la metrópoli de Londres, aquellas palabras apenas si habían logrado que se alzara una ceja. En la Norteamérica temerosa de Dios, destacadas a lo ancho en la portada de una revista para los jóvenes de distribución nacional, el efecto fue muy diferente. A las pocas horas de que Datebook se pusiera a la venta, la agencia Associated Press informaba de que la emisora de radio WAQY de Birmingham, Alabama, en el mismo corazón del Cinturón de la Biblia sureño, había anunciado que en adelante suprimiría los discos de los Beatles. Otras radios que se difundían entre las piadosas comunidades por los Estados de Kentucky, Ohio, Alabama, Georgia, Mississippi, Carolina del Sur, Massachusetts, Connecticut, Utah y Nueva York siguieron de inmediato el ejemplo de WAQY, aunque ningún Dj de la ciudad de Nueva York se apuntó a la censura y la emisora WASG de Fort Knox, Kentucky, que nunca había puesto a los Beatles, empezó a hacerlo para 'mostrar nuestro desprecio a la hipocresía personificada'.
El Dj de la emisora WAQY, Tommy Charles proclamó al aire que nunca más pasaría música de The Beatles. Azuzando a su público, él y su colega Doug Layton, impulsaron una encuesta radial, logrando un resultado contundente en contra de los dichos de Lennon. Dijo Charles: sentíamos que era tan absurda y sacrílega que algo debíamos hacer para mostrarles que no pueden salir con este tipo de cosas.
Otras estaciones de radio siguieron la prédica de WAQY y desde algunas se propició otro tipo de acciones. Dice Norman: Los más numerosos y hambrientos de publicidad de la brigada censora se dedicaron a romper discos auténticos en antena y a patrocinar cubos de basura en lugares públicos con un cartel que decía TIRE AQUÍ SU BASURA DE BEATLES e incluso encendieron hogueras o suministraron teas de madera para que sus oyentes pudieran enviar personalmente los singles y álbumes de sus ángeles caídos al purgatorio o al horno. Iglesias, capillas, templos y tabernáculos de todo el país se unieron en una sola voz para invocar que el fuego del infierno cayera sobre la cabeza de los Beatles y de cualquiera de los corderos de sus rebaños que comprase más música de los Beatles o asistiese a actuaciones de los Beatles, añadiendo la excomunión fulminante.
Con su característico sarcasmo, Ringo comentó al enterarse de ello que no les importaba la quema de discos ya que tendrían que recomprarlos más adelante.
El Daily Gleaner de Birmingham, Alabama, informaba el 8 de agosto, a cuatro días del comienzo de la gira americana de The Beatles: Cientos de discos de The Beatles están prontos para ser pulverizados aquí en una trituradora de madera municipal a causa de lo que el Beatle John Lennon dijo acerca de Cristo, reveló hoy un disc jockey. Luego de pasar por la trituradora de Beatles que prestó el Concejo de la Ciudad de Birmingham, todo lo que quedará de los discos será un fino polvo. Una caja llena de ese polvo será entregado a las estrellas pop británicas cuando lleguen a Memphis, Tennessee, cerca de aquí, para el concierto del 19 de agosto, dijo el disc Jockey local Rex Roach.
La emisora KLUE, de Longview, Texas, secundó la formación de hogueras para quemar todo objeto Beatle que fuera a parar allí. Como dato anecdótico e irónico, al día siguiente de haber realizado la hoguera, la torre de trasmisiones de esta radio de Texas fue alcanzada por un rayo que destruyó los equipos, dejó inconsciente al director de infromativos y se quedó sin señal de trasmisión al aire. Ya para esa altura superaban el número de 30 las emisoras que habían prohibido la emisión de la música de The Beatles por sus ondas. Los Dj instaban: Lleven toda la basura que tengan de los Beatles y deposítenla en cualquiera de los 14 puntos de recogida que tenemos en Birmingham, Alabama, y háganlo pronto.
Dice Norman que en algunos sitios hubo incluso un comercio sobre los 'derechos' por quemar o aplastar discos de los Beatles de forma masiva, 'derechos' que normalmente adquirían los supermercados para montarlo como una atracción en sus estacionamientos.
La repercusión en USA se extendió a otros lugares. En México hubo reacciones, también en España y Holanda y en la segregacionista Sudáfrica. El Vaticano también tuvo algo para decir.
En Ciudad de México hubo manifestaciones en contra de la banda. En la España católica la radio oficial decretó la prohibición de la difusión de sus discos 'para siempre', debido a las 'declaraciones blasfemas' de Lennon y en la protestante Holanda se avanzó en el sentido de prohibir las actuaciones de The Beatles y la radiodifusión de sus temas.
A su vez, la South African Broadcasting Corporation prohibió los discos de la banda por cinco años, porque las declaraciones de Lennon habían ofendido al apartheid. La censura terminó en marzo de 1971, pero no para la música de John Lennon. Claro que no hubiera sido necesario prohibir sus actuaciones porque The Beatles mismos ya se habían negado a actuar en Sudáfrica precisamente por la existencia del apartheid.
El Vaticano, a través de L'Osservatore Romano, su órgano oficial de prensa, condenó los dichos de Lennon [en realidad lo que se dijo que había dicho], porque algunas cosas no deben tratarse de un modo profano ni aún en el mundo de los beatniks. En 2008, el periódico vaticano reconocería: El comentario de John Lennon que disparó profunda indignación, mayormente en los Estados Unidos, luego de muchos años, aparece solo como un alarde de un joven inglés de la clase obrera enfrentado a su inesperado éxito, tras crecer bajo la leyenda de Elvis y del Rock'n'Roll. El resultado es que 38 años después de haber aparecido, las canciones firmadas por Lennon y McCartney han mostrado tener una extraordinaria resistencia al paso del tiempo y se han convertido en fuente de inspiración para más de una generación de músicos.
Pero faltaría aún otro tipo de reacciones: las amenzas directas o veladas, de boicot o de muerte. Además de haber verificado en cierta parte de la gira por USA que el avión que los llevaba presentaba varios orificios de bala en su fuselaje, sin saber cuándo se habían producido, mensajes escritos u orales les llegaron en masa, amenazándoles. En algunas actuaciones les fue retirada, sin más, la protección policial, sin razón alguna que haya sido explicitada.
La más estentórea de las amenazas provino de la ultraderechista y racista organización llamada Ku Klux Klan, de larga tradición en el ejercicio de la violencia, la intimidación y el linchamiento. El 13 de agosto, el Gran Dragón del Ku Klux Klan de Carolina del Sur clavó un disco de los Beatles en una gran cruz de madera, a la que prendieron fuego como parte de su ritual. También esparció cruces para ser quemadas en otros lugares. Cuando le llegó el turno en la gira a Memphis, Tennessee, la cuna de Elvis, el Klan se manifestó pública y abiertamente por TV ante un entrevistador totalmente complaciente. Dice Norman: Antes de los dos conciertos en el Mid South Coliseum, un musculoso joven del Ku Klux Klan, sin la caperuza ceremonial, bramó contra los Beatles en la televisión local por pretender que eran 'más mejores que Jesucristo', recordó a quienes le veían la reputación del Klan como 'organización del terror' y prometió, amenazador, 'sorpresas' cuando subiesen al escenario ese mismo día más tarde.
Miembro del KKK - Los Beatles han declarado que son más mejores que Jesucristo. El Ku Klux Klan es una orden religiosa y por ello vendremos aquí la noche que hacen su aparición. Vamos a manifestarnos con tácticas diferentes para conseguir parar la actuación. El Klan vendrá aquí y pondrá fin a esas acusaciones. Son una blasfemia y haremos lo necesario para ponerles fin. Somos una organización basada en el terror.
Reportero - ¿Qué significa eso?
KKK - Tenemos formas y medios de pararlo.
Reportero - ¿Qué formas y qué medios?
KKK - Cuando lleguen aquí habrá muchas sorpresas
[Transcripción de parte de la entrevista televisiva a este integrante del Klan]
Según Norman la ida hacia el Estadio, el Mid South Coliseum, requirió de medidas de seguridad extremas. Dado que en el trayecto había muchas ventanas que podían ser ideales para un francotirador [y en 1966 lo ocurrido en Dallas el 22 de noviembre de 1963 con el Presidente Kennedy seguía fresco y a flor de piel], se resolvió que por allí circularan las limusinas de los Beatles pero sin ellos, mientras se los trasladaba realmente en un ómnibus Greyhound, agachados en el piso. El Klan estaba quemando discos y haciendo manifestaciones y también hubo una amenaza de bomba. En el segundo concierto en Memphis, un petardo de estruendo explotó en el escenario, alarmando a todos, que miraron simultáneamente a John temiendo que le hubieran disparado. Este clima de miedo fue un ingrediente decisivo en la determinación de terminar con las giras.
Norman agrega:Aquellas citas que habían sido pasadas por alto en Inglaterra llegaron ahora rebotadas de todos aquellos indignados extranjeros y se convirtieron en tema de un febril debate en la prensa y la televisión y John fue criticado casi unánimemente, si no excatamente por sacrílego, sí por jactancioso, ingenuo y asombrosa falta de oportunidad. [...] Es admirable que nadie intentase echar la culpa a Maureen Cleave proclamando que había malinterpretado a John o utilizado comentarios que se suponía que no eran para publicar. Brian lo que hizo fue contactar con Cleave directamente y pedirle que en adelante no hiciera más comentarios sobre el asunto. Tanto era el respeto por Brian y por John - y tanta su conmoción y perplejidad ante lo que sucedía - que aceptó.
Cuando The Beatles regresaron a Inglaterra, luego de la giura por USA, los periódicos seguían debatiendo acerca del tema. Cuando declararon frente a la prensa británica, John mantuvo un aire de dar por sentado que cualquier cosa que dijera podría generar nuevas discusiones. En USA Lennon no se había callado del todo y sobre eso le preguntaron, especialmente si haber criticado a USA por la guerra de Vietnam no le generó más problemas. No puedes quedarte callado con todo lo que está sucediendo en el mundo a menos que seas un monje ... Perdón, monjes ... No quería decir eso, culminó irónico como si ahora fuera a estallar la furia en los monjes del Himalaya.
Pero antes de volar a USA para comenzar la gira, y vistas las reacciones hostiles que comenzaban a producirse, Brian Epstein había llegado a pensar en cancelar la gira. De cualquier modo, no fue lo que hizo, pero a cambio, viajó adelantadamente a USA para empezar a solucionar el desaguisado. Al llegar, Brian Epstein reunió a la prensa y leyó una declaración con su mejor parsimonia británica y una gran dosis de sus dotes actorales. Primero indicó que todas aquellas locaciones que quisieran cancelar los conciertos de The Beatles, podrían acceder a hacerlo sin problemas, a pesar de lo cual a nadie se le ocurrió cancelar nada. Luego comentó que lamentaba profundamente las declaraciones de John y que éstas habían sido malinterpretadas. Voy a leerles una declaración que cuenta con la total aprobación de John Lennon, con quien hablé esta tarde por teléfono y es la siguiente: 'Las palabras de John a una periodista de Londres, hace ahora 3 meses, fueron usadas totalmente fuera de contexto'.
Claro que con esto no bastó. La prensa norteamericana quería contar con una disculpa de parte de John Lennon. Aunque John se resistió inicialmente, luego vio la carga de odio que estaba recibiendo por medio de mensajes y las reacciones que ya se empezaban a conocer y, considerando que también estaba afectando a los demás Beatles, terminó accediendo a disculparse en público. Yo estaba severamente asustado. No quería ir en la gira. Brian y Paul y los otros Beatles me persuadieron para que fuera.
Dice Eddie Deezen, en su artículo Bigger Than Jesus [2012]: Una disculpa pública parecía ser la única solución a la enorme controversia. Al principio, cuando Epstein llamó a John y le sugirió por primera vez la posibilidad de una 'disculpa', Lennon fue inflexible. 'Diles que se vayan al diablo, no tengo nada por lo que disculparme', dijo Lennon. Le preguntó a Brian por una posible cancelación de la gira. 'Preferiría eso que tener que ir allí y mentir. Lo que dije permanece!' Pero con el paso de los días, el tour quedó confirmado y las amenazas y posible daño físico para sus camaradas Beatles se hicieron más patentes para Lennon. Ver las escenas por TV de la quema de discos también afectó a Lennon. Dijo que no quería ser responsable de 'un solo pequeño poquito más de odio en el mundo'. Mientras Brian y Tony Barrow entraron a la habitación para discutir con John la posibilidad de una disculpa pública, quedaron detenidos por la visión más increíble que ambos hubieran visto, mirando al volátil, impredecible y filoso John Lennon. Lennon, finalmente derrotado por el peso de las circunstancias, se quebró frente a ambos y sollozó llorando lágrimas de verdad. Barrow recuerda, 'Hundió su cabeza en su regazo y sollozó histéricamente, "Dime qué hacer" suplicó "Lo haré todo! Cualquier cosa que me digas la haré. Debo decirlo! ¿Cómo puedo enfrentar a los otros si el tour entero se suspende por mi causa?" Se redactó un esbozo de disculpa y John aceptó tembloroso a comunicarla.
Ciertamente John no tenía nada de qué disculparse ya que no había dicho nada ofensivamente, pero la malinterpretación de sus dichos había llegado a una cota tan disparatada que no le quedó otra salida que disculparse [por la capacidad de malinterpretación de los otros, agregamos nosotros]. De modo que The Beatles pusieron proa hacia Estados Unidos, para iniciar la gira más complicada por ese país [sin olvidar que venían de otros problemas serios en sus actuaciones en Japón y Filipinas], que a la postre sería la última.
Llegarían a Chicago el 11 de agosto, donde el primer contingente de reporteros los esperaba lleno de preguntas que terminarían convirtiéndose en severa presión y acoso. Esta parte de la historia merece un aparte, que traeremos a los amigos de ABBEY ROAD en una próxima entrega.
Hasta entonces