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Sabes, nunca podría olvidar aquel día de mayo con el viento inesperado y lluvia de febrero.
Llevabas una camiseta azul que en un instate la lluvia la pegó a ti y dejaste de correr, era inútil.
Yo salía de comprar flores. Un ramo precioso para mam. Me quedé debajo de la marquesina y te pusiste al lado oliendo a humedad.
De pronto nos quedamos tú y yo, ignorando a los que corrían, hablaban o maldecían.
Solo la lluvia, las flores y mi vestido azul haciendo juego con tu humedad.
Todo tiene sentido... Era el momento justo ni antes ni después.
Hasta aquí, ahora, con la lluvia detrás del cristal