Revista Cultura y Ocio

Historia de dos ciudades - Charles Dickens

Publicado el 16 febrero 2014 por Elenawray
RESEÑA

Historia de dos ciudades - Charles Dickens Historia de dos ciudades de Charles Dickens
Alianza · 613 · 9788420665771Goodreads · Amazon · BookDepository

El título Historia de dos ciudades hace referencia a París y Londres en los años sacudidos por los muchos y dramáticos acontecimientos que suscitó la Revolución Francesa. Tales son los polos de esta novela llena de acción y aventuras que  salta de una orilla a otra del canal de la Mancha y que ofrece un vivo retrato del ambiente y los acontecimientos del París revolucionario dominado por la sombra de la guillotina. Entre los muchos y pintorescos personajes con que Charles Dickens (1812-1870) puebla sus páginas, sobresalen los de Charles Darnay y Sidney 

Carton, quienes, marcados por muy distintos orígenes y peripecias vitales, acaban fundiendo sus existencias como dos caras de una misma moneda.
OPINIÓN

Era el mejor de los tiempos y el peor; la edad de la sabiduría y de la tontería; la época de la fe y la época de la incredulidad; la estación de la Luz y la de las Tinieblas; era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación: todo se nos ofrecía como nuestro y no teníamos absolutamente nada; íbamos todos derechos al Cielo, todos nos precipitábamos en el infierno. En una palabra, a tal punto era una época parecida a la actual que algunas de sus autoridades más vocingleras insistían en que, para bien o para mal, se la tratara sólo en grado superlativo.
Así comienza el maravilloso Dickens a relatarnos una historia cruel, real, trágica y hermosa. Con un comienzo así, es imposible no captar la atención del mundo. Nos sitúa entre Francia e Inglaterra. Debo decir que al tratarse de la Revolución Francesa, llamó más mi atención. Al principio es un poco confuso y me costó hacerme con los personajes, pero una vez que comienzas a entender la historia, no paras de leer. Dickens nos presenta un Londres difícil, pobre pero con esperanza en el futuro, tranquilo. En contraposición con Francia, que nos muestra rebeldía, salvajes, crueldad. Un tiempo de cambios, de venganza, marcado por la Revolución Francesa.Charles Darnay es uno de los personajes que al principio me confundía, me gusta su forma de ser pero también debo decir que me ha parecido egoísta, y esto lo entenderéis los que hayáis leído la novela. En mi opinión, el personaje que más me ha gustado ha sido Sidney Carton. Por su valor, por sus sentimientos reprimidos. Me ha parecido que a lo largo de todo el libro daba un cambio radical a su personalidad. Maravilloso.Nuestra historia comienza con la puesta en libertad del doctor Manette y su reencuentro con su hija, Lucie. Él había pasado muchos años encerrado en la Bastilla, y se advierten secuelas. Tiene comportamientos extraños, obsesiones con hacer zapatos, es comprensible que haya afectado a su mente. Pero su hija se mantiene a su lado y consigue que su padre vuelva a razonar. Luego pasamos a introducir más personajes. El juicio de Charles Darnay al que asiste la familia Manette y un abogado llamado Sidney Carton que consigue la inocencia del acusado. Y es aquí cuando comenzamos a ver la verdadera historia. El autor explica la Revolución Francesa, pero se puede observar rasgos típicos de Dickens, como el deseo de hacer una denuncia a la sociedad. La escasez de alimentos, la pobreza, las malas condiciones de los ciudadanos se pueden observar en ambas ciudades. Sin embargo, fue Francia quien estalló. Las clases privilegiadas ejercían su poder sobre los humildes, tratándolos como seres inferiores, sin derecho a nada, y eso acaba trayendo sus consecuencias.Quizás fue una idea demasiado radical. Iniciada por el matrimonio Defarge que animaron al resto de ciudadanos a levantarse contra los nobles. El matrimonio no me ha gustado nada pero reconozco que están perfectamente creados: crueldad que se advierte como si fueran a tomar vida, ausencia de sentimientos. Sólo importan las cabezas. En el barrio de Saint-Antoine comienzan a disfrutar con la guillotina, cada día más personas pierden la vida allí mientras la población vitorea esos actos sanguinarios. Pasean por las calles con ríos de sangre. Acusan a cualquier persona que se hubiese ido de Francia, a todos los que gozaron de mayores privilegios, y los acusados saben que su destino es imparable. La novela está dividida en tres partes, siendo la más intrigante y emocionante la última. Donde Dickens vuelve a dar un giro al final, trágico, sin duda. En esta parte lograremos unir las piezas de toda la novela y todo cobrará sentido. Por ello debéis leer hasta el final. Como se trata de una novela realista, debe describir absolutamente todo y eso le lleva más de la mitad del libro y después la mayor parte de la acción transcurre hasta el final. A mí personalmente me gusta que se explique todo y se describa cada detalle así que me ha encantado. Pero entiendo que a algunos les aburra, yo os animo a dar una oportunidad a este libro. En definitiva, un libro que sin duda espero volver a disfrutar próximamente. Una novela para toda la vida. Con un estilo cuidado típico en Dickens, pero de una persona que conoce bien las clases bajas y nos relata absolutamente todo con la máxima fidelidad posible. Con escenas cruentas pero necesarias.Para terminar, deciros que el final ha sido insuperable para mí, dudo mucho que los siguientes libros puedan superarlo de momento. ¿Os animáis a leerlo? (:La oscuridad los fue envolviendo a todos. Otra oscuridad amenazaría no menos inexorablemente cuando las campanas de la iglesias, que a la sazón repicaban apacibles en tantos esbeltos campanarios sobre Francia, fuesen fundidas para fabricar estruendosos cañones; cuando los tambores marciales redoblasen para ahogar una voz desventurada, que en esa noche resonaría todopoderosa como la voz de la fuerza y la abundancia, de la libertad y de la vida. Y a tal punto cerrábanse las sombras en torno a aquellas mujeres que hacían calceta y más calceta, que ellas mismas formaban como un corro de sombras alrededor de una máquina que aún no se había construido y ante la cual acudirían a sentarse con su labor, dale que dale a las agujas, mientras contaban las cabezas que iban cayendo.

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