Revista Comunicación
"Papá, ¿por qué guardas esa caja llena de trastos?"
Esa es la típica frase que siempre he creído que diría mi hijo (en el caso de que lo tenga). Y es que no dudo que aquella o aquellas cajas le suscitaran alguna intriga, algo lleno de objetos antiguos, como se le suele llamar a las cosas aparentemente inservibles. Pero, ¿qué contenía aquella caja?
Lo cierto es que el mundo avanza a una velocidad endiablada, casi ni nos paramos a pensar lo efímero que resulta cada momento de nuestra existencia. Se habla mucho de la vida, la muerte, y de todo concepto que nos lleva al final, que resulta la mayor de las crueldades del sentido de la existencia, y es que todos tenemos fecha de caducidad. Y como nosotros, la tecnología no iba a ser menos, no sería diferente.
Volviendo al comienzo, y tras la breve introducción anterior, no sería tan descabellado pensar en que esas palabras serían percibidas por mi oídos en algún momento de un futuro no muy lejano. No os engañéis, mi edad no llega a más de cuarto de siglo, pero hay momentos en los que reflexion en todo aquello que ha quedado atrás, y que poco a poco va desapareciendo en polvorientos cajones, y frágiles cajas de cartón esperando su trágico final en un contenedor de basura.
Las generaciones venideras, esos niños que hoy corretean por las calles como lo hicimos nosotros en un pasado tampoco tan lejano para algunos, sabemos que se han perdido muchas de las cosas que, aunque se puedan asemejar en copias forzadas, jamás serán lo mismo. Los videojuegos, a cada generación nueva de videoconsolas que ven el mercado, mejoran considerablemente, ¿o no tanto? Sí, el motor gráfico se ha perfeccionado, la jugabilidad online, todo aumenta en cuanto a calidad y prestaciones, pero... siguen siendo los mismo juegos en 3D, 4D o lo que sean ya. No he venido a hablar de ello, pero sí tocar el tema que también afecta a este mundo. Blu-ray Disc, (formato que aprecio), la calidad de imagen, de sonido HD Ready, Full HD 1080p, ahora llega el 4K, y cuando hayas cambiado a lo último, llegará el 8K, 16K... y así sucesivamente.
A ver, a ver, vamos a parar, paremos en seco. ¿Qué está pasando aquí?
Todo avanza, y para bien, sí conforme. Yo no estoy aquí para dar un discurso sobre consumismo ni ética, ni muchísmo menos, lo que quiero decir, es que estamos tan agobiados con lo venidero, lo que va a salir a la venta, lo que no está paro estará, lo que viene después. Nos hemos olvidado de disfrutar con lo que tenemos, lo que vino y ya está aquí.
Veréis, muchos de nosotros (supongo que la inmensa mayoría) hemos vivido los videojuegos en 2D, los mejores y más adictivos de la historia que nada tienen que envidiar a las grandes superproducciones que salen en las tiendas cada año. Los exprimíamos hasta el fin, una y otra, y otra vez. Y había más, pero queríamos esos, muchos no podíamos permitirnos más, pero daba igual, no importaba las veces que Mario salvase a la princesa, o cuántas veces acabaras con M. Bison, seguías encendiendo tu Nintendo con la misma ilusión.
Más tarde llegó Sony con su PlayStation (plataforma que nunca me atrajo), pero de la que soy consciente que marcó a una generación entera, aunque por culpa del pirateo, se podía ver a gente con cajones llenos de copias grabadas de videojuegos cual síndrome de diógenes, y se pasaban horas mirando cual elegir para jugar, sin darle apenas oportunidades, había un mar de títulos para elegir. Mal. ¡Jamás aguantaría tal presión!
Y todo esto para llegar a la idea principal de esta reflexión, las maravillosas cintas VHS. El recambio que derrocó a Betamax, pero eso es agua de otro costal. El formato por excelencia, el que más estanterías ha llenado durante la década de los 80 y 90 (principalmente), aunque allá por los 70 ya existían. Películas a las que había que rebobinar, es un concepto que prácticamente hemos olvidado, y no sólo eso, sino que en ocasiones, a los reproductores de les "iba la pinza" y comenzaban a salir molestas líneas horizontales que había que solucionar jugando con el botón de "tracking". Podías comprar tu copia original, o grabar la emisión de tu programa favorito, incluso uno de los mayores enigmas del universo, aprender a programar un vídeo. La sencillez de acabar con el sistema de seguridad, con una simple cinta de celofán en un punto concreto, permitía regrabar los VHS originales, y antes de que os tiréis de los pelos, no sólo hay copias originales de películas, también había cintas de propaganda o publicidad que eran las idóneas para regrabar.
Las cintas eran lo que eran, y pese a ser el comienzo de las grabaciones, no llegaría su similitud al videojuego hasta la llegada del DVD o Video CD. Esto ya fue un cachondeo, a copiar, grabar, regrabar, cambiar, poner idiomas o quitar, (sigo sin decir que sea malo, también aprecio el DVD) pero es un ejemplo de ver como todo se vuelve a acumular sin dar tiempo alguno a disfrutar de los momentos. Querémos ver más y más, y acumular todavía más. Intentemos disfrutar de lo que tenemos, sin sentir envidia por que alguien tiene un televisor mejor, un sistema Dolby superior o un reproductor-grabador.
Cuando mi hijo me pregunte: "Papá, ¿por qué guardas esa caja llena trastos?" Podré decirle: verás, aquí se guarda algo más que siemples cintas, cartuchos y videoconsolas, lo que estas cajas guardan, son algo más que simples trastos viejos, son el legado de un tiempo en el que todo avanzaba con más calma, sin los agobios a los que nos someten hoy en día, un tesoro que, aunque puede que jamás vuelva a ser reproducido por un video con su respectivo y odioso "Euroconector", son la herencia de aquellos momentos en los que disfrutábamos sin tanta definición de imagen o sonido, y nos dedicábamos a guardar cada momento como si fuera el último, cada película que se reproducía, y que nos hacía soñar. Me gustaría poder decir que lo guarde con el mismo cariño que yo cuando comencé a almacenar todos estos recuerdos, y que por muchas novedades con las que nos puedan seducir, lo nuevo ya no existe, y que para conocer lo verdaderamente aunténtico muchas veces, no hay que mirar hacia el futuro, sino girar la cabeza hacia atrás y conocer las maravillas que ocultan los tiempos de la inspiración, la imaginación y la verdadera innovación.