Una idea puede tener una historia compleja e interesante, aun cuando carezca de valor para cualquier filósofo. Por ejemplo, la idea de que hay más de un dios. De la misma manera, una idea puede tener un denso contenido filosófico pero no debe su influencia a su verdad, sino al deseo de los hombres de creen en ella. Por ejemplo, la idea de redención. Para formar parte de la historia de la filosofía una idea debe poseer una significación filosófica intrínseca, capaz de despertar el interés del hombre contemporáneo y de representar algo discutible y hasta verdadero. Para formar parte de la historia de las ideas sólo se requiere que una idea en cuestión tenga influencia histórica en los asuntos humanos. [...] Sin duda, procede adecuadamente el historiador de la filosofía que se ocupa de la ética de Kant e ignora Sobre la voluntad sometida de Lutero, aun cuando, desde el punto de vista histórico, la primera habría sido imposible si no se hubiera escrito la segunda.