Revista Religión

Historia de la iglesia del perú y de arequipa. señor de la caña

Por Joseantoniobenito

HISTORIA DE LA IGLESIA DEL PERÚ Y DE AREQUIPA. SEÑOR DE LA CAÑA

HISTORIA DE LA IGLESIA DEL PERÚ Y DE AREQUIPA. SEÑOR DE LA CAÑA

Amigos:
Les comparto la charla para la Escuela de Catequistas de la Parroquia
del Señor de la Caña. A pesar de la lluvia, ahí se presentó un grupo
de valientes con su párroco P. Marco Antonio Sandoval. Como verán el
retablo es una preciosidad.

HISTORIA DE LA IGLESIA DEL PERÚ Y DE AREQUIPA
José Antonio Benito: [email protected], Febrero 2011

La Iglesia del Perú, como la Iglesia entera, es una roca, pero una
roca que navega. Firme, resistente, pero no está quieta, camina,
navega...Como antaño los cruzados medievales al grito de ¡Dios lo
quiere!, o los navegantes misioneros ¡avanti y Dios nos valga!, los
fieles cristianos del tercer milenio, todos nosotros, pueblo de Dios
en camino, cuerpo de Cristo prolongado, nos sentimos lanzado a la gran
misión continental tras la campanada de Aparecida. Dos mil años de
rica historia nos sostienen, una realidad presente dramática nos
cuestiona, una esperanzadora meta nos estimula con nuevo ardor. Juan
Pablo II, al comenzar el Nuevo Milenio, formuló un deseo que les
propongo como objetivo prioritario en el presente curso de historia de
la Iglesia: "¡Duc in altum! Esta palabra resuena también hoy para
nosotros y nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con
pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro
I. UNA PRESENCIA BENÉFICA DE 2000 AÑOS
El mismo Siervo de Dios, Juan Pablo II en la "Tertio millennio
adveniente" (TMA) en sus números 56 y 57 nos sintetiza los dos mil
años de evangelización con el sugestivo título de «Jesucristo es el
mismo [...] siempre»(Hb 13, 8):"La Iglesia perdura desde hace 2000
años. Como el evangélico grano de mostaza, ella crece hasta llegar a
ser un gran árbol, capaz de cubrir con sus ramas la humanidad entera
(cf. Mt 13, 31-32».
II. QUINIENTOS AÑOS DE LA IGLESIA EN AMÉRICA
Tratamos de realidades, acontecimientos, no de ideas y menos de
ideologías Y está claro que –como muy bien dice el sínodo "Ecclessia
in America" "el mayor don que América ha recibido del Señor es la fe,
que ha ido forjando su identidad cristiana. Hace ya más de quinientos
años que el nombre de Cristo comenzó a ser anunciado en el Continente.
Fruto de la evangelización, que ha acompañado los movimientos
migratorios desde Europa, es la fisonomía religiosa americana,
impregnada de los valores morales que, si bien no siempre se han
vivido coherentemente y en ocasiones se han puesto en discusión,
pueden considerarse en cierto modo patrimonio de todos los habitantes
de América, incluso de quienes no se identifican con ellos" (n.14).
¿Qué sucedería si quitásemos todos los referentes culturales
cristianos en América? ¿Su arte (arquitectura, escultura, pintura,
joyería), música, literatura? Sencillamente que América desaparecería,
no sería.
No he encontrado nada más completo y bello para caracterizar esta
nueva realidad de la América cristiana, evangelizada que las PALABRAS
DEL PAPA BENEDICTO XVI EN LA SESIÓN INAUGURAL DE LA V CONFERENCIA el
pasado mayo del 2007:
Queridos Hermanos en el Episcopado, amados sacerdotes, religiosos,
religiosas y laicos. Queridos observadores de otras confesiones
religiosas:...La fe en Dios ha animado la vida y la cultura de estos
pueblos durante más de cinco siglos. Del encuentro de esa fe con las
etnias originarias ha nacido la rica cultura cristiana de este
Continente expresada en el arte, la música, la literatura y, sobre
todo, en las tradiciones religiosas y en la idiosincrasia de sus
gentes, unidas por una misma historia y un mismo credo, y formando una
gran sintonía en la diversidad de culturas y de lenguas. En la
actualidad, esa misma fe ha de afrontar serios retos, pues están en
juego el desarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de
sus pueblos. A este respecto, la V Conferencia General va a
reflexionar sobre esta situación para ayudar a los fieles cristianos a
vivir su fe con alegría y coherencia, a tomar conciencia de ser
discípulos y misioneros de Cristo, enviados por Él al mundo para
anunciar y dar testimonio de nuestra fe y amor.
Pero, ¿qué ha significado la aceptación de la fe cristiana para los
pueblos de América Latina y del Caribe? Para ellos ha significado
conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados,
sin saberlo, buscaban en sus ricas tradiciones religiosas. Cristo era
el Salvador que anhelaban silenciosamente. Ha significado también
haber recibido, con las aguas del bautismo, la vida divina que los
hizo hijos de Dios por adopción; haber recibido, además, el Espíritu
Santo que ha venido a fecundar sus culturas, purificándolas y
desarrollando los numerosos gérmenes y semillas que el Verbo encarnado
había puesto en ellas, orientándolas así por los caminos del
Evangelio. En efecto, el anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso,
en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni
fue una imposición de una cultura extraña. Las auténticas culturas no
están cerradas en sí mismas ni petrificadas en un determinado punto de
la historia, sino que están abiertas, más aún, buscan el encuentro con
otras culturas, esperan alcanzar la universalidad en el encuentro y el
diálogo con otras formas de vida y con los elementos que puedan llevar
a una nueva síntesis en la que se respete siempre la diversidad de las
expresiones y de su realización cultural concreta.
En última instancia, sólo la verdad unifica y su prueba es el amor.
Por eso Cristo, siendo realmente el Logos encarnado, "el amor hasta el
extremo", no es ajeno a cultura alguna ni a ninguna persona; por el
contrario, la respuesta anhelada en el corazón de las culturas es lo
que les da su identidad última, uniendo a la humanidad y respetando a
la vez la riqueza de las diversidades, abriendo a todos al crecimiento
en la verdadera humanización, en el auténtico progreso. El Verbo de
Dios, haciéndose carne en Jesucristo, se hizo también historia y
cultura.
La utopía de volver a dar vida a las religiones precolombinas,
separándolas de Cristo y de la Iglesia universal, no sería un
progreso, sino un retroceso. En realidad sería una involución hacia un
momento histórico anclado en el pasado. La sabiduría de los pueblos
originarios les llevó afortunadamente a formar una síntesis entre sus
culturas y la fe cristiana que los misioneros les ofrecían. De allí ha
nacido la rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el
alma de los pueblos latinoamericanos:
1- El amor a Cristo sufriente, el Dios de la compasión, del perdón y
de la reconciliación; el Dios que nos ha amado hasta entregarse por
nosotros;
2- El amor al Señor presente en la Eucaristía, el Dios encarnado,
muerto y resucitado para ser Pan de Vida;
3- El Dios cercano a los pobres y a los que sufren;
4- La profunda devoción a la Santísima Virgen de Guadalupe, de
Aparecida o de las diversas advocaciones nacionales y locales. Cuando
la Virgen de Guadalupe se apareció al indio san Juan Diego le dijo
estas significativas palabras: "¿No estoy yo aquí que soy tu madre?,
¿no estás bajo mi sombra y resguardo?, ¿no soy yo la fuente de tu
alegría?, ¿no estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis
brazos?" (Nican Mopohua, nn. 118-119 ).
5. Esta religiosidad se expresa también en la devoción a los santos
con sus fiestas patronales, en el amor al Papa y a los demás Pastores,
en el amor a la Iglesia universal como gran familia de Dios que nunca
puede ni debe dejar solos o en la miseria a sus propios hijos. Todo
ello forma el gran mosaico de la religiosidad popular que es el
precioso tesoro de la Iglesia católica en América Latina, y que ella
debe proteger, promover y, en lo que fuera necesario, también
purificar.
CARACTERÍSTICAS DE LA EVANGELIZACIÓN
1. Doble objetivo: difundir el Evangelio y la incardinación política
de los nativos en el sistema hispánico como consecuencia. Tal
duplicidad fue practicada tanto por la Iglesia como por la Corona
2. Amplitud geográfica: Desde la ciudad de San Francisco en USA hasta
el archipiélago chileno de Chiloé; desde las islas Malvinas hasta
Carolina del Sur en USA. El límite norte, por tanto, iría desde San
Francisco, Colorado, Nuevo México, Texas, Florida y Georgia hasta
Carolina del Sur.
3. Brevedad cronológica: 1492-1824.
4. Escaso número de evangelizadores (unos 20.000)
5. Unidad sustancial del proceso a lo largo de todas las etapas pese a
la inmensidad territorial y la heterogeneidad de evangelizadores y
métodos.
6. Civilización, promoción o transculturización simultánea del
indígena como medio de preparación para el cristianismo.
7. Protagonismo de la Iglesia Reformada de España, especialmente de
Órdenes Religiosas. La Corona sólo permitió a seis: Agustinos,
Dominicos, Mercedarios, Franciscanos, Jesuitas y Capuchinos.
8. Profetismo de los evangelizadores que les llevó a oponerse a la
normativa oficial cuando les parecía mal o a las conductas reprobables
en los españoles, criollos y mestizos. Al mismo tiempo, es notoria la
defensa sistemática de los naturales de América (desgraciadamente no
acompañada en el mismo vigor hacia la población negra).

ORGANIZACIÓN: TERRITORIAL, JURÍDICO-CANÓNICA, ASAMBLEAS, COLEGIALIDAD
1. Eclesiástica:
. Santa Sede: Con la bula Inter Coetera de 1493 de Alejandro VI se
concede América a los Reyes con la condición de que evangelizaran. La
Santa Sede queda de algún modo marginada delegando en los Reyes la
empresa.
. Episcopado: Es el verdadero artífice de la organización y creación
de la Iglesia en el Nuevo Mundo. Su labor se refleja en los numerosos
concilios provinciales y sínodos diocesanos convocados, así como en
las visitas pastorales y fundaciones(pueblos, seminarios, hospitales).
En la selección de los candidatos se tenía en cuenta: su formación
teológica, su experiencia de gobierno y su ejemplaridad de vida. Desde
1511 a 1600, hubo 214 obispos, 9 criollos y 142 religiosos.
. Superiores de Ordenes misioneras en contacto con los Obispos.
2. Civil:. Corona Española: Es la suprema rectora debido a las
facultades otorgadas por el Real Patronato o Vicariato Regio, que
degenera en Regalismo sobre todo con los Borbones. A través del
Consejo de Indias o funcionarios indianos interviene en todos los
aspectos excepto los sacerdotales: selección y envío de misioneros,
distribución, alimentación, construcción de iglesias. Es un arma de
doble filo pues puede llevar a uno de los extremos: el regalismo o la
teocracia. Gracias al equilibrio y buen entendimiento de virreyes y
obispos, dará buenos frutos.
3. Territorial:
. Territorios compartidos. De 1493 a 1573 predominaron los primeros
conjugando la evangelización de españoles y criollos con la de los
indios. De 1573 a 1824 predominaron los segundos, responsabilizándose
cada Orden de una región misional en exclusiva.
. Los territorios de evangelización exclusiva se denominaron Misiones
o Reducciones (en los primeros momentos) que posteriormente se
convertían en Doctrinas o Parroquias de Indios.
Hasta 1546 el metropolitano fue el arzobispo de Sevilla. En 1546 se
crearon los arzobispados de Santo Domingo, México y Lima. En 1824 se
añaden 5 arzobispados más y 36 obispados. Las diócesis estaban
integradas por parroquias(españoles o criollos) y doctrinas (indios,
mestizos o negros)
4. Personal:
Las Ordenes misioneras fueron los franciscanos (desde 1493),
mercedarios( 1493), dominicos (1510), agustinos (1532),
jesuitas(1566), capuchinos (1647). La mayor parte de los
evangelizadores fueron enviados directamente por España y a costa de
la Real Hacienda: 16.000 religiosos, 1000 extranjeros. Con los
religiosos colaboraron los indígenas (sobre todo los niños), miembros
del clero diocesano y algunos seglares españoles.
Asambleas jerárquicas: Juntas, concilios, sínodos
. Juntas eclesiásticas. Se trató de reuniones de las fuerzas vivas
empeñadas en la evangelización, sin mucha formalidad jurídica, y con
el fin de evaluar el proceso evangelizador en aras de una mayor
fidelidad y eficacia evangélicas. Tiene como base el concilio de
Jerusalén en el año 52. Las más importantes se celebraron en México:
1524, 1532, 1535, 1536, 1537, 1539-40, 1541, 1544, 1546. Hubo otra en
Honduras, Gracias a Dios, y en Lima, 1545.
. Sínodos. Según la Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias
de 1681 se ordena que en los arzobispados y obispados de América se
celebraran cada año sínodos diocesanos y que las autoridades civiles
(virreyes, presidentes de Audiencia, gobernadores) debían recordárselo
a los prelados.
Concilios. Se dio la norma de celebrarse cada tres años. La edad
dorada se sitúa entre 1550 y 1630: Lima, 5; México, 3; Santo Domingo,
1; Santa Fe de Bogotá 1, y La Plata o Charcas, 1. De ellos sólo
recibieron la doble aprobación regia y pontificia el I y III de México
y el III de Lima.

HUELLAS DE LA PRIMERA EVANGELIZACIÓN
1. Religión precristiana. Santuarios ceremoniales como el de Toro
Muerto (Arequipa), Chavín, Pachacámac, Ampato (vid. Proyecto
Santuarios de alturas de la UCSM)... nos hablan de la profunda
religiosidad de nuestro pueblo que sorprendió positivamente a los
primeros evangelizadores
2. Acta de la fundación de las ciudades. Lima, por ejemplo, es La
Ciudad de los Reyes por ser fundada en esa fiesta del 6 de enero.
3. Doctrinas. Lugares específicos de evangelización de los naturales
de América.. Hay en el S.XVII más de 300 doctrinas que se convierten
en pueblos con parroquias. Se comprueba en la toponimia que ha
incorporado nombres evangélicos, marianos, santos...
4. Monasterios y conventos. Pensemos sólo en el Cercado de Lima; son
centros selectos de formación y evangelización en los que tan
importante como la iglesia es la escuela, la biblioteca y hasta la
chacra, como estudió Pablo Macera para las haciendas jesuíticas del
Siglo XVIII.
5. Concilios, Juntas, Sínodos. Pensemos en el Tercer Concilio Limense
de 1583 cuya luz llega hasta 1899 y del que brotó la legislación
canónica para toda América del Sur. Pensemos que los catecismos
emanados del concilio son los primeros libros impresos en Perú.
6. Catedral y cabildo catedralicio. Microcosmos celeste, corazón de la
Iglesia; arte, liturgia, ilustres canónigos. Basta con acercarse a
nuestra Catedral para valorar la riqueza cultural, humana, espiritual
que alberga.
7. Misioneros. Desde el protomártir Fray Diego de Ortiz en Vilcabamba
hasta los mártires recientes de Chimbote; miles de misioneros acá en
las tres regiones. Pensemos en centros de vanguardia que formaban
misioneros para la Amazonía como el convento de Ocopa o para los Andes
como la Recoleta franciscana de Arequipa.
8. Jerarquía: Obispos, Superiores de Órdenes, Nuncios. Recorrer la
galería de los obispos de Lima, todos ellos con la idea de imitar al
Santo Arzobispo Mogrovejo.
9. Los santos: son el fruto más sazonado de la identidad cristiana del
Perú; los seis canonizados, otros tantos en proceso, tantos religiosos
ejemplares y laicos comprometidos anónimos.
10. Las cofradías, hermandades, asociaciones y movimientos. Conviene
insistir en la repercusión social de la fe en el ordinario ambiente
laboral ya que es la fuente principal de la actividad del seglar.
11. Santuarios, advocaciones e imágenes de María
En la reciente carta apostólica "Ecclesia in America" (1999), Juan
Pablo II, acogiendo las aportaciones de los padres sinodales,
recordará de nuevo el rol protagónico de María en la evangelización
del Nuevo Mundo: "En todas partes del continente, gracias a la labor
de los misioneros,la presencia de la Madre de Dios ha sido muy intensa
desde los días de la primera evangelización. En su predicación, el
Evangelio ha sido anunciado presentando a la Virgen como su
realización más alta. Desde los orígenes -en su advocación de
Guadalupe- María constituyó el gran signo de rostro maternal y
misericordioso de la cercanía del Padre y de Cristo, con quienes ella
nos invita a entrar en comunión"( n.11).
12. Cruces y crucificados (Devoción a la Cruz y al Señor). Con la
llegada del cristianismo a América, la cruz presidirá la fundación de
las ciudades y se colocará en todos los lugares visibles, tanto
religiosos (templos) como civiles (casas, puentes, caminos, cerros),
especialmente si habían sido centros espirituales precristianos, bien
apachetas, huacas o centros ceremoniales.

¿CÓMO SE PUEDE VIVIR SIN AREQUIPA? He vuelto de nuevo a Arequipa. He
sentido tanto gozo al recrear mi vista con sus nevados, con la
campiña, con el Chili, especialmente al amanecer, desde el Puente
Fierro, la caricia de sus rayos solares, la reciedumbre y belleza de
sus monumentos, que me decía: "¿Es posible que pueda vivir sin mi
patria adoptiva?" Y le daba gracias a Dios por los cinco años vividos
día a día en la Blanca Ciudad.
Estoy participando en el Congreso Histórico Teológico Pastoral y he
podido compartir con los cerca de dos mil asistentes mi investigación
sobre el Siervo de Dios Monseñor Emilio Lissón. V. García Calderón
cuando lo conoció en París con motivo del homenaje al Almirante Petit
Thouars lo calificó como el "otro Toribio" "No me basta amar a Dios si
mi prójimo no le ama". Tal fue la divisa de Monseñor Emilio Lissón,
grabada en la lápida donde reposan sus restos en la Catedral de Lima,
desde el 24 de julio de 1961. Pues sí, un arequipeño para quitarse el
sombrero.
Y el día 16, Virgen del Carmen, acudí a la misa mañanera de 6 al
Monasterio de Santa Teresa. Espectacular por lo bien adornado del
retablo, por las canciones de las Carmelitas, por el Padre Alberto que
ofició. Y qué decir del Museo de primer nivel dirigido tan sabiamente
por Franz Grupp.
Y no puedo por menos de compartirles el bello texto de la novelista
María Nieves y Bustamante en el prólogo-presentación de su obra Jorge
o el Hijo del Pueblo –donde Arequipa se presenta como una ciudad con
"denominación de origen", con identidad bien definida:
"Tal es Arequipa, la ciudad mística y guerrera, poética y religiosa
[...] en todo ofrece los contrastes más sorprendentes; pero resueltos
en una armonía superior y grandiosa. Es risueña su campiña; pero
amenazante el cráter de su volcán; es benigno su clima, pero son
espantosos sus terremotos; y mientras el cielo le sonríe dulcemente,
braman en las entrañas de su suelo mil ríos de líquida lava en la lid;
y la que corre al pie de los altares humillada y penitente cuando
siente sobre sí el brazo de la Justicia Divina.
Ella tiene la fiereza del león y la dulzura de la paloma. Aquí se
siente el bélico sonido del clarín, la descarga atronadora del cañón,
la violenta sacudida del terremoto; y aquí turba el silencio apacible
de la noche de la dulcísima melodía de la flauta, la tristísima cuerda
de la guitarra y el doloroso o apasionado canto de todo el que sufre o
ama. Esta es la patria de Bolognesi, el héroe mártir de Arica; y aquí
se meció la cuna de Melgar, el poeta de la pasión y del dolor. Todo es
extraordinario, elevado y misterioso; pero todo tiene un encanto: la
Poesía; todo lleva un sello: ¡la Grandeza!"
¡Gracias, Arequipa, por ser tú! (Nota preparada para el periódico
arequipeño dirigido por Manuel Ugarte: ENCUENTRO
http://issuu.com/periodicoencuentro/)
LA BULA DE PAULO V DE 1609 PARA LA ROMA DEL PERÚ. El 20 de julio del
2009 se cumplieron 400 años de la emisión de la Bula del Papa Paulo V,
20 de julio de 1609[1], por la que se creaba la nueva diócesis de
Arequipa, desmembrada del Cuzco. Se ha celebrado un año después para
darle oportunidad a las otras diócesis Ayacucho y Trujillo que lo
celebraron hace un año. En total eran 58 las parroquias y doctrinas.
Desde entonces, el Evangelio ha prendido con fuerza en la Blanca
Ciudad, como lo muestran sus templos, sus colegios, sus instituciones
benéficas, su gente. ¡Cuántos obispos, sacerdotes, religiosos, laicos!
La Beata Sor Ana de los Ángeles, los siervos de Dios Monseñor Emilio
Lissón, P. Mateo Crowley. Líderes políticos católicos como José Luis
Bustamante y Rivero, intelectuales cristianos como Víctor Andrés
Belaunde. A todas luces se ha ganado el título "Roma del Perú" lo usó
por vez primera Su santidad Pío XII en su radiomensaje al Congreso
Eucarístico Nacional de 1940, en Arequipa. Transcribo sus inmortales
palabras que merecerían se grabasen en sillar y mucho más en los
corazones de los arequipeños:
Triunfe también en Arequipa la fe robusta de la capital de vuestra
República. Es la fe de Roma; y ¿no ha merecido Arequipa, cuna de la
Sierva de Dios Ana de los Ángeles Monteagudo, esplendor de la orden
dominicana y orgullo de la nación entera, el título de la «la Roma del
Perú»? Sí; Nuestra fe es la vuestra, y Nos nos postramos con vosotros
para adorar a Cristo Rey en el sacramento, unidos a vosotros, a través
del océano, por la voz de Nuestros labios y por los latidos de Nuestro
corazón, en una visión que os abraza a todos, hijos queridos de la
amada tierra del Perú, instruidos en la escuela de las cosas
celestiales, guiados a los pastos salutíferos por vuestros eximios
Pastores, y hoy reunidos en torno a la persona de Nuestro Legado.
La clave de la poderosa personalidad de Arequipa no puede encontrarse
sin prescindir de la fe, sin su identidad católica. Lo ha puso de
manifiesto en diferentes momentos Juan Pablo II:
Las raíces de la cultura de vuestro país están impregnadas del mensaje
cristiano. La historia del Perú se ha ido forjando al calor de la fe,
que ha inspirado y a la vez ha impreso una marca propia a su vida y
costumbres. A la luz de ella se modeló una nueva síntesis cultural
mestiza que une en sí el legado autóctono americano y el aporte
americano y el aporte europeo" (15-5-1988).
En 1990 se celebró en Arequipa el primer congreso peruano de historia
eclesiástica del Perú, destinado a estudiar la evangelización del Perú
a lo largo de los siglos XVI y XVII y donde se evidenció la solera
católica arequipeña. Con toda razón reconocerá Juan Pablo II: "(Al
coronar a la Virgen de Chapi) el Papa quiere sellar la vinculación que
ya existe y que se consolidará más entre la ciudad de Arequipa, entre
la Iglesia en el Perú y la Virgen Santísima. En efecto, esta "ciudad
blanca", eminentemente mariana, que nació bajo el amparo de Nuestra
Señora, el día de la Asunción de 1540, ha profesado siempre gran
devoción a la Madre de Dios. (2 de febrero 1985)
400 AÑOS DESPUÉS. CONGRESO HISTÓRICO-TEOLÓGICO PASTORAL. Magno
congreso que ha rebasado todas las expectativas con cerca de 2000
participantes, a pesar de las dificultades en llegar al Salón del Club
de Arequipa. El Cardenal Cipriani no pudo ocultar su gozo al ver tanto
público y con tanto entusiasmo. Tanto que se refirió a Arequipa como
reserva espiritual de Perú y la responsabilidad de compartir esta
riqueza de fe y entusiasmo con el Perú y toda América.
El Cardenal Re, legado pontificio, en el discurso de clausura destacó
la calidad de los ponentes y la entusiasta y multitudinaria presencia
de los obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos y laicos. Su
Eminencia nos recordó la ponencia inaugural en la que se nos
presentaban dos miradas: hacia lo Alto (con fe, desde la Iglesia como
Cuerpo místico de Cristo) y hacia Adelante (con esperanza, como Pueblo
de Dios en marcha, iglesia local de Arequipa).
¿Cómo vivir la fe en una sociedad secularizada, digital, consumista?
No se puede contentar con conservar la rica fe, debe hacerla crecer
para desenmascarar las mil máscaras cubiertas del multiculturalismo
que se lanza a la arena movediza del relativismo. Pero siempre con
optimismo y esperanza. Son muchos los que buscan a Dios sin saberlo.
Cuatro retos:
1. Cultivar la armonía entre religiosidad popular y cultura moderna.
2. Misión permanente como programa para un estilo de vida en estado de
misión tal como impele Aparecida.
3. Fidelidad a la misa dominical. Vivir el domingo como día del Señor,
no como "fin de semana".
4. Promocionar la familia como bien de la humanidad.
Miar al futuro con confianza. Amar a la Iglesia local y universal, es
la casa de la familia de Dios.
Como conclusión, Monseñor Javier del Río, arzobispo anfitrión,
pletórico de júbilo, enfatizó que estos días han servido para mirar
hacia el pasado no de modo narcisista sino agradecidos, responsables y
comprometidos. Estamos confiados de que Jesús nos dice: Yo estaré con
ustedes hasta el fin del mundo. El Perú nos necesita. Imploremos el
auxilio del Señor y nuestra Mamita de Chapi.
El sábado contó con nuevas inauguraciones, además de la Casa renovada
del Clero, del Museo de la Catedral, una muestra fotográfica acerca de
la historia de la Iglesia de Arequipa.
Los frutos del congreso se sienten ya para acometer el V Centenario
con nuevo ardor, nueva expresión, nuevos métodos, la nueva
evangelización propuesta por el Siervo de Dios Juan Pablo II.
TEMBLÓ EL ESTADIO CON 50.000 PERSONAS EN LA MISA DE CLAUSURA
Alrededor de 50.000 personas se dieron cita en la Misa de Clausura de
este magno acontecimiento que ha coronado toda una serie de
actividades (congresos, jubileos, inauguración de museos, puesta en
marcha de la Casa del Clero, revista del Archivo Arzobispal, concursos
juveniles…) que demuestran que tiene bien ganado el título de Roma del
Perú.
27 obispos -entre los que se encontraba Monseñor José Ignacio Alemany-
y más de 100 sacerdotes y otros tantos seminaristas, con cientos de
religiosas y religiosos, así como miembros de movimientos laicales se
hicieron presentes en este campeonato de fe y devoción. En el altar
mayor, ubicado en un gran estrado, en el que destacó una cruz de 20
metros, con los colores del Vaticano: amarillo y blanco, esperaban las
preciosas imágenes del Cristo de la Caridad, Patrono Jurado de
Arequipa y la Virgen de Chapi, luciendo un precioso manto dorado.
Distinciones a las Órdenes Religiosas Misioneras. Un momento muy
emotivo, dentro de esta acción de gracias, fue la entrega de platos
recordatorios, de parte de monseñor Javier Del Río Alba, en
reconocimiento a las órdenes religiosas que participaron en la primera
Evangelización de Arequipa: franciscanos, dominicos, mercedarios,
jesuitas, agustinos...
"Dios bendiga a Arequipa. Que sea siempre fiel a su identidad católica
y a los valores humanos y espirituales que caracterizan su gloriosa
historia", afirmó el purpurado, prefecto emérito de la Congregación
vaticana para los Obispos y presidente emérito de la Comisión
Pontificia para América Latina.
En el estadio "Arequipa" de la Universidad Nacional de "San Agustín",
el cardenal invitó a los fieles a ser fermento de santidad y justicia:
"Sea, pues, esta arquidiócesis, una llama encendida que arda siempre
con la luz de Jesucristo y haga resplandecer la Verdad que la Iglesia
desea transmitir. Que sea también casa y escuela de comunión y amor
fraterno, casa y escuela de oración. Que sea rica en santidad y
fermento de justicia, de amor y de paz".
Laicos unidos en acción. Los fieles –identificados por parroquias,
movimientos y grupos eclesiales- portaban banderolas, pancartas,
pañuelos y globos multicolores, con preferencia en blanco y amarillo
(colores del Vaticano) para dar la bienvenida al representante del
Santo Padre.
"Lo que me ha impresionado más es la participación de los laicos en la
vida de la Iglesia, y la intensidad de la generosidad con la que
ayudan a la Iglesia y al obispo", puntualizó el purpurado. Al recibir
como recuerdo de esta visita un retablo de la imagen de la Virgen de
Chapi --se le entregó además otro para el Santo Padre--, el cardenal
Re aseguró que transmitirá al Papa la grata impresión que lleva en su
corazón de esta Iglesia particular."Estoy feliz de estar aquí en
representación del Santo Padre y de traer a todos el saludo y la
bendición de su Santidad", manifestó el cardenal Re. Haciendo
referencia al Congreso Internacional Histórico-Teológico Pastoral,
realizado en días pasados con motivo del cuarto centenario, constató:
"Arequipa, dio a la Iglesia una gran beata como Sor Ana de los Ángeles
Monteagudo, así como muchos y buenos sacerdotes, obispos y dos
cardenales e ilustres personalidades. Realmente los habitantes de
Arequipa, denominada la 'Roma del Perú', pueden sentirse orgullosos de
su historia y de la realidad presente".
La Iglesia local representa a toda la Iglesia. Sin embargo, añadió,
"los fieles de Arequipa no se limitan a una simple evocación
histórica, pues se ha querido reflexionar también sobre el significado
mismo de ser arquidiócesis". En este sentido recordó que cada diócesis
o arquidiócesis debe reflejar en sí, en su vida y en su actividad, a
la Iglesia universal y su tarea es anunciar e instaurar en todos los
pueblos el Reino de Cristo y de Dios, que es: "Reino de santidad y de
gracia, de amor y de paz". Esta misión, continuó diciendo, es tarea
de todos y cada uno de los cristianos. En esta caso de los fieles de
Arequipa. De esta manera exhortó a todos los presentes, y a quienes
siguieron por radio, televisión e internet, a anunciar el Evangelio
sintiéndose responsables de la tarea que Cristo encomendó a sus
discípulos. No por ello, el Cardenal Re, olvido el contexto social del
país, señalando: "Los problemas que la sociedad de hoy debe afrontar
también aquí, en Perú, son muchos; problemas económicos, problemas
sociales, problemas ecológicos, problemas educativos. Son cuestiones
importantes que nos comprometen a todos".
"Pero no encontraremos jamás una verdadera solución a estos problemas
si no colocamos a Dios en el centro --aclaró--. Lejos de Dios, el
hombre pierde el sentido de su existencia y la sociedad no logra
avanzar hacia una mayor libertad, hacia una mayor humanidad y hacia un
compromiso mayor por encontrar los caminos correctos. Sin Dios, el
hombre y la mujer ya no tienen los principios fundamentales que
iluminan su camino. Es necesario volver a buscar en Dios, la verdadera
referencia para la propia vida y para el propio esfuerzo por construir
un futuro mejor".
Bendición y gloria. Finalmente los miles de fieles, entre los que se
hallaban discapacitados y gran cantidad de jóvenes, recibieron la
bendición pontificia, que confirió, en representación del Santo Padre,
el cardenal Re. Las Fuerzas Armadas a través de una Banda Integrada,
también se hicieron presentes en este día de fiesta de Arequipa,
rindiendo honores en el momento de la Consagración. Mientras que los
escolares de la ciudad, procedentes de doce centros educativos,
portando banderas de los diferentes países del mundo, realizaron un
cordón humano en el centro del recinto deportivo, flanqueando el
ingreso y salida de los sacerdotes y las imágenes.
El envío de 750 misioneros laicos de diversas parroquias y movimientos
eclesiales –en representación de los 10.000 que participan en la Gran
Misión Continental- a todos los rincones de la arquidiócesis puso
punto final a toda una serie de celebraciones encaminadas a agradecer
los 400 años, pero sobre todo –como enfatizo el Cardenal Re, legado
pontificio- a mirar a lo Alto y hacia adelante, en el nuevo siglo de
la arquidiócesis.
A mí me tocó disertar acerca de un arequipeño que encarnó de maravilla
lo expuesto en el congreso y en las celebraciones. Emilio Lissón
Chávez, arequipeño ilustre, obispo de Chachapoyas, y arzobispo de
Lima, el único de la historia que renunció –a pedido del Papa- antes
de culminar su ministerio episcopal tuvo como divisa inspirada la
siguiente: "No me basta amar a Dios si mi prójimo no le ama".
Magnífica conclusión para convertir el IV Centenario en auténtico
camino de santidad y misión.
http://jabenito.blogspot.com/2009/07/cuarto-centenario-de-la-iglesia-de.html


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