Revista América Latina

Historia de las Tecnologías Sociales (II). Un Mundo de Sociedades Tribales (10.000-3.000 A.C.)

Publicado el 01 mayo 2019 por Arcorelli @jjimeneza1972

El fin del período glacial es un buen punto de partida de nuestra historia. El mundo adquiere ahí las características basales que ha mantenido posteriormente -en términos de clima, de geografía, e incluso de biología: Tras la extinción de la megafauna pleistocénica el mundo adquiere características modernas.

Los seres humanos, además, ya han adquirido toda su ‘tecnología social básica’ a lo largo de su larga prehistoria: Desde el desarrollo del lenguaje pasando por la capacidad artística y la creación de varias tecnologías básicas (el manejo del fuego por ejemplo) o la práctica de contar con ‘campamentos’ o ‘cubiles’ hacia los cuales volver cada día o la vida en grupos multifamiliares hasta el desarrollo del parentesco. Al mismo tiempo, todavía son lo que habían sido: Una especie de mamífero gregario singularmente exitoso (cubriendo todos los climas y continentes) pero básicamente siendo un omnívoro que además es un ‘apex predator’ en los diversos ecosistemas en que habita. Ya es en lo fundamental quién es, pero todavía no ha realizado los grandes cambios que transformarán su posición en el planeta y sus vidas.

La importancia del parentesco como institución social básica.

Las herramientas sociales con las que cuenta para operar en sus vidas son, como dijimos, las básicas: Todo se soluciona al interior de la banda y el parentesco, con quizás un par de roles especializados (podemos suponer que posiciones cercanas a chamanes han sido comunes en los inicios). Las bandas son, en sí, equivalentes a los grupos sociales de muchos otros mamíferos -digamos, los grupos de elefantes-; lo que es distintivo es la institución del parentesco.

El parentesco implica varias cosas que son de interés. En primer lugar, es una herramienta altamente diferenciadora de roles, que quedan bien definidos. El vocabulario actual es relativamente limitado en comparación con el barroquismo de varias de las estructuras de parentesco de grupos organizados en bandas (lo cual tiene sentido: dado que nosotros hacemos descansar en otras instituciones todo lo que estas sociedades hacen descansar en el parentesco), pero ese incluso es bastante desarrollado: No sólo reconocemos la relación básica padres-hijos y las de pareja, y las de hermandad, sino además todas las derivadas: tíos, primos etc. Cada individuo tiene una posición bastante precisa (es hijo de X, hermano de Y, padre de Z) y cumple diversos roles en relación a distintos individuos. Las sociedades de bandas han sido muchas veces, por parte de la sociología, vistas como sociedades sin individuos, pero el hecho es que el parentesco individualiza.

En segundo lugar, y esto es altamente distintivo, mantenemos relaciones de parentesco a pesar de no compartir la misma banda. Cuando ya sean los hijos o hijas (o ambos) abandonan la banda materna y se dirigen a otras, no por eso dejan de mantener los roles de parentesco establecidos con quienes ya no viven cotidianamente: Si no vives con tu hermano/a en la misma banda, no por eso han dejado de ser hermano/as. Este hecho es bastante inusual: En otras especies las relaciones y roles se mantienen entre individuos que pertenecen al mismo grupo pero no cuando ya no lo son. En una jauría de leones, la relación con ‘sobrinos’ se puede mantener si son parte del mismo grupo, desaparece cuando ya no lo son.

En tercer lugar, y muy asociado con lo anterior, está el hecho que usualmente las personas monitorean, y tienen roles asociados, con parientes tanto hacia el lado paterno como con el materno. Por cierto, no son las mismas relaciones y estructuras (el hermano de la madre, o primos cruzados, para usar casos recurrentes en estudios antropológicos clásicos) por ambos lados; pero el caso es que el parentesco ‘cuenta’ por ambos lados.

Todo lo anterior implica que el parentesco, si bien asociado con el hecho basal del vivir en grupo, no es lo mismo. El parentesco supera a quienes viven en el mismo grupo (tienes parientes que viven en otras bandas, con quienes tienen roles y expectativas) y es mucho más flexible (las posiciones permitidas por el parentesco son mucho más amplias de lo que se puede distinguir al interior de una banda). La conformación de colectivos mayores al grupo local, una característica tan relevante para nuestra vida social (cada vez que decimos ‘el pueblo de X’ para referirnos a algo más que una sola banda estamos aprovechando ello), está ya inscrito en la estructura de parentesco.

El parentesco es además una institución social: algo que existe porque reconocemos que existe. Pensemos en el hecho e idea de matrimonio. Éste es distinto del hecho que dos personas sean ‘pareja’ o que habiten juntos -aunque una sociedad bien puede establecer como su institución que ambos sean lo mismo. Pensemos en todas las posibilidades y roles basados en la idea de ‘alianza entre familias’ que ha estado asociado al matrimonio en muchos contextos: ellos provienen del hecho institucional del matrimonio, no de otra cosa. La paternidad (a su vez asociada con el matrimonio) es algo diferente del hecho biológico que algunas personas engendren a otras personas. Ambos fenómenos, hechos sociales en el sentido más básico, constituyen parte esencial de lo que es esta tecnología del parentesco.

Todos los elementos que conforman la vida social humana (la cocina, la religión, la danza, los juegos, el contar cuentos etc.) se estructuran y organizan en torno a la banda como unidad de vida y el parentesco como tecnología social fundamental. Lo que sea que haya que hacer se realiza, o está cruzado, a través de mis compañeros de vida y a través de las relaciones con parientes.

El nacimiento de la agricultura.

La situación mencionada al inicio de esta entrada sufre uno de sus primeros cambios radicales con el desarrollo de la agricultura La revolución neolítica, para usar una vieja frase. Estamos ante un cambio de nicho ecológico basal realizado por una especie a través de la innovación cultural. Exagerando mucho: si se quiere de cazar a los hervíboros a ocupar el mismo nicho de ellos. Es exageración puesto que nuestros antepasados eran cazadores-recolectores, y porque la creación de la agricultura está asociado a la creación de la ganadería, que implica el mismo nicho; pero es un cambio fundamental, que se manifiesta con claridad en el registro arqueológico: Aumento de población, cambio de sus características físicas etc.

Una discusión que ya tiene varias décadas es la idea que el desarrollo de la agricultura no fue beneficial para las personas. La vida del cazador recolector aparece como menos dura (menos horas de trabajo) y más saludable (menos enfermedades infecciosas, los esqueletos muestran personas fornidas y sanas en comparación) que la de los agriculturistas que los suceden. Dado eso, el paso a la forma de vida agrícola sería un error.

Lo cual nos muestra más bien las limitaciones de intentar comprender los procesos sociales desde el punto de vista de si entregan mayor bienestar al individuo. O más bien, de pensar esas opciones en términos abstractos. Es claro que aquellos grupos que incorporaron la agricultura y la ganadería adquirieron ventajas por sobre aquellos que no los tuvieron: Un aumento de población y una mayor capacidad de acumulación que se manifiesta, finalmente, en mayor poder, en más capacidad. Los grupos que usaron esa nueva práctica desplazaron a los que no. Lo cual explica, entonces, la ventaja real a nivel individual: Los individuos que pertenecen a grupos que adquirieron esa práctica tuvieron mejores resultados que quienes no lo hicieron (sus culturas y grupos,o sea la suerte de quienes ellos conocían, se expandían, mientras que los otros retrocedían). Si además observamos, como ocurre en varias trayectorias de grupos que terminan desarrollando la agricultura, como fueron variando los recursos disponibles (cambio de especies cazadas o recolectadas) termina siendo comprensible porque eligen una fuente de alimentación relativamente segura y abundante. En cualquier caso, quienes se decantaron por el camino de la agricultura resultaron más exitosos (en un sentido muy claro: sus poblaciones crecieron y sus prácticas fueron imitadas) que quienes no lo hicieron

En el argumento anterior mencionamos el tema de la acumulación. En una sociedad de cazadores-recolectores no hay demasiado ‘capital’ que acumular o del cual apropiarse. Es probable que bienes personales (ropa, joyas) fueran personales y ciertos bienes (tiendas por ejemplo) fueran grupales; y algunas reglas sobre cotos de caza y recolección probablemente existieran. La agricultura y la ganadería implican y requieren una capacidad de cierre de recursos, y en particular del espacio: Al menos, tal terreno es ‘nuestro’ (donde se sembró y donde se pretende cosechar), tal manada es ‘nuestra’ (la que estamos cuidando y usando). En ese sentido, la apropiación es consustancial al hecho de tener producción agropecuaria -y ello independiente del tipo de propiedad en juego (en muchos casos históricos sabemos que esos derechos corresponden al grupo local más que hogares o individuos). Este cierre además tiene una consecuencia, si se quiere, ecológica: Si las sociedades cazadoras-recolectoras están plenamente insertas en el resto de la naturaleza, lo que hacen las sociedades agropecuarias es producir cierres y diferencia entre un espacio humano (donde hay sembradíos organizados por seres humanos) y un espacio para el resto de a naturaleza (no organizad por ellos). La diferencia no es exclusiva de los seres humanos: las hormigas agricultoras también hace ello al interior de sus nidos; ello no obsta para que sea una transformación crucial. Por cierto, este cierre no equivale a pensar esa diferencia como una distinción absoluta o pensar el resto de la naturaleza como pura negatividad (la mayoría de las sociedades agrarias simplemente no se piensa como separado), ni su falta implica una visión de armonía previa (los seres humanos como todas las especies estaban preocupados de como buscar su propia sobrevivencia); pero la existencia de esa diferencia permite lo que mencionamos con anterioridad: la generación de la apropiación. Y aquello que es apropiado puede entonces acumularse -terrenos, cabezas de ganado y, dependiendo del alimento en cuestión, graneros, almacenes de alimento.

He ahí entonces un núcleo de una institución (la propiedad) y de lo que ella permite (acumulación) que afectará en manera importante los procesos posteriores. En cualquier caso, en el marco de sociedades que todavía están organizadas en torno al parentesco y que se organizan en grupos locales y en tribus todavía ese despliegue no se desarrolla.

Hasta ahora no hemos mencionado otro de los cambios que usualmente se menciona en relación al período, que es la sedentarización. Lo que importa aquí, desde la perspectiva de este texto, es el nacimiento de la aldea. Más que nada, porque con ella se manifiesta con mayor claridad algo que mencionamos con anterioridad: la diferencia entre el grupo local, la banda (y ahora la aldea) y el grupo de parentesco. El grupo local es común a todo el grupo: Todos los aldeanos comparten el mismo grupo, pero cada aldeano tiene un grupo de parentesco distinto. Eso ya existía, pero la existencia de una aldea -donde es más fácil generar grupos más numerosos- vuelve ello más claro.

Una mirada retrospectiva y otra mirada prospectiva.

Hay temas en lo que nos hemos entrado aquí: Cuáles son los procesos que producen el nacimiento de la agricultura y la sedentarización, cómo se asocian ellos entre sí. No hemos abordado en profundidad, tampoco, por ejemplo, discusiones sobre desarrollo de la desigualdad Sobre estos temas hay una larga discusión y la evidencia es cambiante. Sin embargo, para nuestros propósitos no resultan cruciales. Sea cuales sean esos procesos, se realizaron a través de las instituciones sociales que hemos mencionado: la banda y el parentesco, nuestras instituciones sociales básicas.

Estas sociedades si bien en términos institucionales parecen simples y comunes, tienen una gran complejidad y variedad al interior de esas instituciones. Y claramente esas instituciones permiten grandes oportunidades. Al fin y al cabo, fue viviendo con esas instituciones que los seres humanos desarrollaron uno de sus cambios más, si no el más, significativo de toda su trayectoria: el desarrollo de la agricultura y la sedentarización.

Hacia finales del cuarto milenio de nuestra era empiezan a aparecer nuevas formaciones sociales: El estado, la ciudad, la escritura. Con respecto a cada uno de estos aspectos hay desarrollos previos, pero es hacia el 3.000 AC y algunos siglos anteriores que todo ello eclosiona en una nueva forma de vida social. Es con ellos que la vida social empieza a desplegar los procesos de desarrollo y de generación de nuevas instituciones que nos interesa estudiar.

Las sociedades de las que hemos hablado, sociedades tribales o jefaturas para usar una nomenclatura antropológica tradicional, en el título de esta entrada, no son desplazadas de inmediato. En muchos espacios ellas seguirán existiendo, y seguirán teniendo desarrollos históricos y tecnológicos. El paso del bronce al hierro, por ejemplo, es en varios casos algo experimentado en tiempos ‘históricos’ en sociedades estatales, en otros casos siguió operando en este tipo de sociedades -agregando un rol especializado (el herrero) a su vida social. La ‘conquista’ de la Polinesia fue realizada también por sociedades pre-estatales, mostrando nuevamente que estas formaciones simplemente no desaparecen con la aparición de las nuevas instituciones. Por largo tiempo, de hecho, la interacción entre contextos sociales ‘estatales’ y ‘pre-estatales’ será crucial para entender dinámicas sociales.

Al mismo tiempo, las instituciones básicas que hemos mencionado hasta ahora -el parentesco, la aldea etc.- siguen siendo extremadamente relevantes y también experimentarán profundas transformaciones a lo largo del tiempo. No dejarán de ser instituciones básicas incluso en las nuevas formaciones sociales. Lo que hacen estas nuevas formaciones es agregar nuevos elementos al conjunto institucional, no desplazar ni eliminar los anteriores.

En otras palabras, de un mundo que solo conocía tribus y jefaturas, parentesco y aldeas, se pasará a un mundo que a lo anterior agregará además Estados, organizaciones, ciudades, escritura (con todo lo que ello trae: leyes formales, cartas, contratos etc.), un mayor desarrollo de roles especializados, un crecimiento de la desigualdad, la formación de clases organizadas formalmente y así sucesivamente. Toca en las siguientes entradas tratar de ese nuevo mundo social.

NOTA. Recuerdo que cada una de las entradas en la serie sólo son las primeras ideas, todavía muy desordenadas, del proyecto general de escritura. Por eso mismo no agrego el aparato bibliográfico ni la empiria subyacente (de qué autor y qué fuentes proviene tal idea). Es sólo que de esta forma me obligo a ordenar el material y las ideas, y me obligo entonces a desarrollarlas después.


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