Revista Diario

Historia de mi Lactancia (II parte)

Por Belen
Superado el primer bache, todo fue sobre ruedas. Cuando mi niño recibió el alta y nos fuimos a casa, las cosas fueron muy bien. Mamaba a demanda, día y noche y sin ningún problema. No hubo grietas, dolores, molestias. Mis pechos rebosaban leche y mi niño disfrutaba al pecho. Solo una vez durante mi baja maternal tuve una pequeña amenaza de mastitis . Tal y como me dijo la matrona, esto podía suceder y sucedió. El pecho muy duro, enrojecido, dolorido y fiebre. ¿Qué hice?, lo que me dijo que hiciera, poner al niño al pecho hasta que sacara toda la leche y liberara los conductos. Dicho y hecho, esa misma noche ya me encontraba bien. Dolía, sí, pero pasó rápido. Nada de ir al médico, tomar antibiótico, nada de nada.
Por lo demás sin contratiempos. Llegaron sus 5 meses y yo tenía que volver al trabajo. Intenté darle biberones con mi leche para que mi madre, que sería quien se ocuparía de él en mis 5 horas de ausencia, pudiera dárselos. Pero no hubo forma. Jamás quiso probarlos. Así que pasamos al plan B, papillas. Con mi leche mi madre le hacía papillas ligeras que le iba dando con la cuchara. Antes de irme teta, después papillas y al regresar teta y más teta. Pensé que todo sería más difícil pero se adaptó bien.
En el trabajo mis pechos se hinchaban y llenaban de leche así que opté por llevarme una neverita, el sacaleches y los tarros herméticos. Y a la mitad de mi turno me bajaba a un baño , me sacaba mi leche, la guardaba en mi neverita y la llevaba a casa. No voy a entrar a contar los comentarios que oía, que no vienen al caso. Pero vamos, que nadie más que yo en esa empresa hizo eso. Y el 70% de los empleados éramos mujeres, y un número importante ya había sido madre o lo iba a ser. Yo fui la única que lucía sus pechos rebosantes de leche orgullosa. Claro, encima de que solo trabajaba 5 horas, necesitaba al menos media hora para vaciarlos..... Esa leche la empleaba mi madre para las papillas. Así estuvimos mucho tiempo. Hasta que mis pechos ya no generaban tanta leche. Fue en Navidad cuando ya no hizo falta ir con la nevera a cuestas. Entonces las papillas se le hacían con leche de fórmula, pero fueron ya muy pocas.
Con la introducción de alimentos a partir de los 6 meses, empezó a mamar menos pero seguía mamando, sobre todo por la noche. Mamaba 2,3, 4 veces... según el día, y por la mañana antes de irme a trabajar. Se aferraba a la teta y con una manita me agarraba el pelo. Por aquel entonces llevaba el pelo muy largo y a mi hijo le encantaba acariciarmelo y agarrarlo mientras mamaba y me miraba, o mejor dicho nos mirábamos. Es manía se le ha quedado. Aún adora acariciarme el pelo, cuando está nervioso de hecho me abraza y me toca el pelo. Ni que decir tiene que dormía a mi lado en la cama, cuando quería cogía la teta, y cuando quería dormía. Fue una época muy dura, yo me levantaba a las 6.30 de la mañana. Y dormía la verdad muy poco.
A los cinco meses exactos le salieron de golpe los dos dientecitos de abajo, él se sentía raro, pero no hubo problema con la teta. Pero con la salida de los de arriba, un mes después, a veces se confundía (eso creo) y mordía un poco. Eso pasaba cuando estaba muy cansado y se enfadaba porque no agarraba el pezón como el quería. Tiraba de él hacia atrás, me agarraba con las manos y algo arañaba con los dientes, pero era muy leve.
Y ahí seguía yo, dando teta a diestro y siniestro. Y cumplió su primer año. Pero un día después sus problemas de salud regresaron, y la lactancia empezó a resentirse.

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