Sinopsis Editorial:
A principios de los ochenta, Glasgow agoniza: la que fuera una próspera ciudad minera se ve ahora azotada por las políticas de Thatcher, que empujan a las familias al desempleo y el desaliento. Agnes Bain es una mujer bellísima y sin suerte que siempre soñó con alcanzar una vida mejor: una casa bonita y una felicidad que no tuviera que pagar a plazos. Cuando su marido, un taxista expansivo y mujeriego, la abandona por otra, Agnes se ve sola a cargo de tres hijos en un barrio sumido en la miseria y la decepción, hundiéndose más y más en el pozo sin fondo de la bebida. Sus hijos harán lo posible por salvarla, pero, obligados ellos mismos a salir adelante, acabarán por rendirse uno a uno. Todos menos Shuggie, el hijo menor, el único que se niega a ceder, el que con su amor incondicional mantiene a flote a Agnes.
A Shuggie, un niño sensible, amanerado y un tanto redicho, le mortifica que los hijos de los mineros se rían de él y que los adultos lo tachen de «distinto», pero, testarudo como es, también está convencido de que si se esfuerza al máximo conseguirá ser tan «normal» como los demás chicos y logrará ayudar a su madre a escapar de este lugar sin esperanza.
"Historia de Shuggie Bain" es un libro que desconocía totalmente y que compré tras leer una entusiasta recomendación en Instagram, y la verdad es que, en lo que a lecturas se refiere, no he podido empezar mejor el mes de marzo.
Decía María en su recomendación que "Historia de Shuggie Bain" es mucho más que la historia de amor entre una madre y su hijo y a la vez una lectura que provoca desasosiego y tristeza y lo cierto es que es así realmente, porque la historia de Shuggie y su madre, Agnes, transcurre en los difíciles años 80, en un Glasgow agonizante, donde el cierre de las minas y la política de Margaret Thatcher, ha dejado sin empleo a una gran parte de la población y la ya precaria situación de los Bain, todavía se complica más cuando Shug, el padre de Shuggie, los abandona en Pithead, un barrio bastante miserable, dejando sola a Agnes a cargo de sus hijos, dos de su primer matrimonio con un católico al que dejó para marcharse con él (Catherine y Leek) y el pequeño Shuggie.
La íntima relación que ya tenía Agnes con el alcohol se agudiza todavía más tras el abandono de su marido haciendo que la convivencia, sobre todo con sus dos hijos mayores se vaya erosionando cada vez más. Adaptarse a esa nueva casa, a ese nuevo vecindario que no los ve con buenos ojos, sobre todo porque Agnes intenta dar una imagen que en absoluto es la real, no será nada fácil, especialmente para Shuggie, un niño "diferente" al resto, con un amaneramiento cada vez más claro y una forma de hablar redicha fabulosa, que hace que en el mejor de los casos se rían de él y en el peor que le golpeen por ser tan distinto a la mayoría.
Douglas Stuart
Fotografía de www.dailyrecord.co.uk
Lo cierto es que mientras leía también sentía que Agnes sufría mucho. Ella, una mujer preciosa, que siempre había soñado con una bonita casa y buena ropa, siente que la suerte le ha dado la espalda y es incapaz de controlar su adicción, y a pesar de la ayuda de sus hijos, vivir en un entorno como el de Pithead, en el que muchos además se aprovechaban de ella, hace que el esfuerzo de Leek y Shuggie sea titánico.
—¡Joder!—gritó como una niña malcriada—. ¿Es que nadie me deja vivir un poco?
—Mami—dijo Shuggie con calma—, tienes el pelo tieso por un lado. No puedes salir así. Ven que te lo arreglo.
—No—dijo Agnes pasándose los dedos por la maraña de pelos.
—Venga, mientras te tomas una copita.
Me ha dado muchísima pena hasta donde ha llegado Agnes por una triste cerveza caliente, su deprimente y sucia "relación" con cualquier hombre que la invitara a un trago, cómo se aprovechaban de ella y de su adicción y sobre todo me ha producido muchísima tristeza su sufrimiento cada vez que su cabeza se despejaba y se daba cuenta de que el niño siempre estaba ahí para ella, pequeños oasis de esperanza para Shuggie en el desierto de incertidumbre de una historia que el lector ya intuye no tendrá un final color de rosa.
Glasgow, años 80
"Cuando la madre es la alcohólica"
Fotografía de www.elmundo.es
Voy leyendo lo que escribo y parece que solo es una lectura triste y dolorosa, pero en realidad también es una historia muy bonita, la de una mujer rota (en muchos momentos he pensado que el libro también se podía haber titulado "Historia de Agnes Bay", la verdad) y el esfuerzo de su hijo por salvarla. Una historia seguramente muy parecida a la de muchas personas que se empobrecieron terriblemente en aquella época y que sin ser una biografía del autor, sí que tiene mucho de él y de su propia madre.
Es una novela para leer con calma, me ha gustado mucho cómo está escrita (hay que recordar también que fue ganadora del premio Booker 2020) y aunque no tiene nada que ver (aviso), ha habido momentos en los que me ha traído a la memoria al Frank McCourt de Las cenizas de Ángela, que también tuvo una infancia bastante miserable e incluso a Billy Elliot como personaje diferente que no encaja entre los niños de su misma edad.
De verdad, una gran historia, aunque creo que hay que elegir el momento adecuado para leerlo. No todos los libros son para todos los momentos.