Historia de un desahucio

Imagen tomada de un desahucio en Madrid publicada en el periódico ABC

Tanto le gustaba el cine que no pudo evitar pensar que su desahucio se resumía en esa imagen tantas veces vista en películas: la diferencia de color que deja un cuadro cuando abandona su sitio después de muchos años. Y así, sentada en una esquina de su maleta, también en homenaje a tanto cine de tele visionado, Aurora esperaba la hora en la que el juzgado y la policía le comunicasen que tenía que abandonar su casa por impago de hipoteca. Y mientras ese momento llegaba, trataba de aullentar las lágrimas y deshacer el nudo de su garganta arrancándose pelotillas de su desgastada chaqueta de mala lana.

Oyó murmullos en la escalera. Hoy sería la comidilla de todo el vecindario, se dijo. ¡Qué vergüenza! Toda una vida sin dar un escándalo y a mi edad… mira. Poco a poco, los murmullos se fueron convirtiendo en una voz.

-¿Aurora Rodríguez?-, preguntó la voz.
-No, aquí no es. Yo no tengo nada que ver con eso. En frente-, oyó farfullar a su vecino.
Ya vienen, pensó. Se levantó. Se estiró la chaqueta. Pasó la mano por su ropa espantando unas inexistentes manchas, agarró la maleta y abrió la puerta.
-¿Aurora Rodríguez?
-Sí, soy yo-
-Venimos a ayudarla-
-¿A ayudarme? Vienen a desalojarme de mi casa. Hábrase visto…
-No, no. Nosotros somos de la plataforma ¡Stop desahucios! Queremos ayudarla. Si no me cree, mire por el balcón.

Y Aurora se asomó. Le pareció que era como cuando la protagonista de la película veía llegar a lo lejos a su amado o una de esas películas en las que algún enamorado cantaba a su enamorada bajo la luz de la luna. Aurora sólo acertó a decir ‘Gracias’.

PD. Historia inspirada en un desahucio impedido en Vitoria el 27/07/2011