Revista Diario

Historia de un despido

Por Treintañeraconhijo

El día que mi empresa me dio la carta de despido realmente me hizo un favor.
Informática de profesión que no de vocación, me pase un montón de años en la universidad estudiando una carrera que me apasionaba y me apasiona, Matemáticas, para acabar trabajando en algo que no me gustaba nada y que nunca me había gustado, la programación. Pero era lo que había, y aunque busque en el mundo de la enseñanza, que era a lo que yo quería dedicarme, parece que una mala decisión que tome un día y de la que os hablaré en otra ocasión, hizo que acabara en un mundo que ni me gustó, ni me gusta ni me gustará: el mundo de la programación para entidades financieras.
Así que como os iba diciendo, la mañana de aquel lunes, más que un disgusto me lleve una alegría. Y no es porque sea masoca y me guste estar en el paro en estos tiempos que corren y más en una profesión como la mía que enseguida te quedas atrás.
Mi querida ex-empresa, con miles de empleados, cientos de clientes y premios por conciliación de la vida laboral y familiar, cuando me quede embarazada y la empresa-cliente a la que estaba asignada me desasignó, fue incapaz de encontrar otro cliente al que mandarme o algo que hacer en sus propios proyectos por lo que me tuvo todo el embarazo sin hacer absolutamente nada. Mi jornada laboral consistía e ir a las oficinas centrales, sentarme en un ordenador y pasarme ocho horas diarias metida en Internet o leyendo un libro. La primera semana gusta, - “que bien un descansito”-, la segunda semana gusta un poco menos y ya ni os cuento cuando llevas así siete meses y tienes un bombo que casi ni te puedes mover y te dices, - ¡pero que coñ.. hago yo aquí sin hacer nada cuando podía estar en mi casita tranquilamente con los pies en alto y esperando la llegada de mi hijo!. Pero en fin, parece ser que las mujeres cuando nos quedamos embarazadas se nos licua el cerebro o algo así, y lo que veníamos haciendo hasta ahora ya no lo podemos hacer.
El caso que el niño nació, se pasó la baja maternal, las horas de lactancia que cogí todas juntas y volví a mi puesto de trabajo con reducción de jornada incluida. Y debía de ser la única madre en este país con reducción de jornada porque siguieron sin poder encontrarme un cliente donde enviarme o un proyecto interno donde trabajar. “Decididamente la maternidad me ha atrofiado el cerebro y yo soy la única que no se ha dado cuenta y por eso no me encontraban ningún proyecto”.
Así que más de lo mismo, otra vez a pasar horas en Internet, eso si, ahora sólo seis al día que para eso tengo reducción de jornada y nada de leer libros que estoy en un lugar de trabajo y queda mal, - “pues que me den trabajo no te jo..roba”-. Lo único que ahora, con esto de la crisis, estaba acompañada por otras sufridas madres con reducción de jornada como yo para las que tampoco había proyecto. “De verdad, creo que hay que hacer un estudio sobre por qué las mujeres perdemos facultades para realizar nuestro trabajo cuando somos madres”.
Total que yo dejaba llorando a mi niño por las mañanas en la guardería para irme toda la mañana tranquilamente a meterme en Internet y tomar cafés, como parece que no tenía otra cosa mejor que hacer. Llegó un momento que se volvió insoportable.
Aparte de todo esto que os he contado, hace dos años viendo que mi carrera profesional no me llenaba y que no me veía trabajando en esto de la informática toda la vida decidí junto a mi marido dar un vuelco a mi vida profesional y tirar hacia el campo que siempre he querido: la enseñanza. Era un proyecto a largo plazo y por eso tenía que seguir unos años más programando, pero es un proyecto que me ilusiona y al que ya le queda poco por llegar, o eso espero ( no os preocupéis que ya os lo contaré ).
Por todo lo que os he contado comprenderéis que la carta de despido no supuso ningún trauma, sino una liberación, porque con dos años de paro por delante y un hijo pequeño al que cuidar en una etapa de su vida que no me apetece perderme, y a la espera de un trabajo que creo que verdaderamente me va a gustar ¿a quien le importa que le despidan?
P.D.: Si no me hubiera interesado que me despidieran podría haberles denunciado porque no se puede despedir a una mujer con reducción de jornada por cuidado de hijo menor de siete años y el despido hubiera sido nulo.
Por cierto, ya le podrían quitar a mi ex-empresa los premios por conciliación de la vida familiar y laboral. Total en jornada normal, el horario es de 9 de la mañana a 7 de la tarde con los correspondientes atascos de una gran ciudad, por lo que conciliar, conciliar no se puede conciliar mucho, y en cuanto pides reducción de jornada mira lo que pasa.


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LOS COMENTARIOS (1)

Por  Eva
publicado el 28 febrero a las 14:53
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Buena suerte con tus nuevas aventuras (familiares y profesionales)!!!