Revista Baloncesto

Historia de un sueño

Publicado el 07 abril 2010 por Toni_delgado @ToniDelgadoG

Julia Melina: “Ser la más joven en debutar en Liga Femenina me sirve de aprendizaje”

Melina se declara fan de Messi, Jordan y Valdemoro.

 

No le llamaba la atención que René Descartes defendiese que el ser humano parte desde cero cuando nace ni tenía demasiado interés en conocer las digresiones de Arthur Schopenhauer, que venía a decir que las cosas sólo existen si les damos importancia. Para Julia Melina (Ibiza, 1990) los filósofos y sus teorías le recordaban que la jornada en el instituto estaba a punto de concluir. Y filosofía solía ser la asignatura que lograba vencerle en su batalla constante contra el sueño: “Me iba al final de la clase. A veces decía que me encontraba mal y me quedaba dormida”.

 

No es que Melina fuese una estudiante pasota –da a entender que sacaba y sigue sacando buenas notas, ahora en la universidad–, sino que era una consecuencia comprensible por el tute que le daba a su vida. Se entrenaba doble: de cinco a siete con el júnior y de siete a nueve y media con el sénior, el Puig d’en Valls de Ibiza. “Lo llevaba muy a gusto”, dice, por más que viviese al límite los estudios, el descanso, la alimentación –“había veces que me daba tiempo a comer”– y, cómo no, la relación con su madre, la primera en sufrir y apoyarle en la grada, pero también la más rápida en recriminarle que se desgastaba demasiado. “Es que esta niña no puede… Es que se queda dormida en todas partes…”, solía ser el discurso. La réplica, contundente, era la propia de una jugadora entusiasta e inconformista: “¡Que me da igual! ¡Me voy ya!”.

 

Una pasión que Melina conserva intacta. Un modo de vida para la jugadora más joven en debutar en la Liga Femenina de baloncesto. Se estrenó el 11 de octubre de 2005 siendo una cadete de segundo que jugaba con el júnior del Puig d’en Valls. Un hecho histórico que le hizo madurar más deprisa, valorar cada instante y sobre todo a tener paciencia y perseverancia, como exige la situación de su actual equipo, el Grupo Marsol Conquero, en descenso en LF2. Melina habló con Cronómetro de Récords.

 

– Pasan los años y nadie te quita el récord.

Sucedió lo típico: no te lo crees, eres muy joven, te llaman de todos lados... He sido la más joven en debutar en Liga Femenina, pero tengo que seguir mejorando ciertas cosas, muchas, continuar trabajando. [La marca] es una cosa que tengo ahí para aprender.

 

– Debutaste con el PDV ante el Yaya María Porta XI [actual Ensino] un día después de que Ricky se estrenase en ACB con la Penya.

Fue casualidad: podría haber debutado tres meses más tarde y él cinco días antes. No le doy importancia.

 

– ¿Sientes envidia sana de él?

Sí, es envidia sana. Se merece estar ahí porque es uno de los mejores bases que hay en la Liga española. Le deseo todo lo mejor, que siga adelante, creciendo y trabajando.

 

– Puedes presumir de que tu marca sea mejor [14 años, 10 meses y 28 días por los 14 años, 11 meses y 24 días de Ricky].

Sí, un poquito [se ríe].

 

– ¿Qué te dice Jordi Fernández antes de debutar?

“Julia, sales”. No me lo creía. “Julia, venga, que sales, trabaja”, repitió. Todos los minutos que me dio se los agradezco como la que más. Cada minuto que estaba en la pista daba el 100% porque no podía dar el 200. Era un regalo estar y jugar en la pista.

 

– Y encima metiste dos puntos…

Y esos dos puntitos ya fueron…

 

– ¿Qué sientes en esos momentos?

Para mí fue como si fuera un partido de pretemporada. Salí y me dije: ¡Sin nervios! Intenté defender y encima me dieron la oportunidad de meter esos dos puntos. Al final del partido fueron mis compañeras las que me dijeron “Julia, que has debutado”. Yo todavía estaba pensando en el momento en que Jordi me había dicho que saliera.

 

– ¿Has tenido la sensación de haber vivido demasiado rápido?

Un poco sí, porque quieras o no se piensa que como has debutado en Liga Femenina tienes que ser una estrella, un boom. Pero no. Sigo evolucionando, quiero tomarme las cosas con calma y seguir trabajando duro en cada entreno. Es lo que hago.

 

– ¿Te llegó a agobiar en algún momento el runrún mediático? ¿Tuviste más presión?

No, no te creas. Alguna entrevista así, pero me lo tomaba como algo divertido: venga, otra entrevista.

 

– Y después de acabar esa temporada fuiste a Estados Unidos.

Fui todo el mes de julio: un torneo en Alabama, otro en Florida y otro en Houston. Estuve un mes… engordé…

 

– La mala alimentación...

Mucha comida rápida, pero bueno fue una experiencia. El de allí es un juego muy distinto, muchísimo más físico. Éste, en cambio, es más táctico. Las compañeras me involucraron en el equipo muy deprisa y la verdad es que me fui contenta de allí. Y con el inglés… Los primeros días me preguntaba qué hacía allí y no entendía ni papa, pero luego muy bien.

 

– Irías con el diccionario de bolsillo a todas partes.

En el equipo de Liga Femenina había americanas y me llegaba muy bien con ellas. Con Jenni Benningfield practicaba inglés. Al final no se me hizo tan duro porque tengo facilidad para los idiomas. Mi padre es francés así que no resultó tan difícil.

 

– Hablando de Benningfield te explicaré una anécdota. La entrevisté un día tras un partido contra el UB Barça en el Palau y tú ibas por el pasillo llevando las bolsas…

¡El botiquín! ¡El botiquín!

 

– Transmitías felicidad.

Cada viaje me lo tomaba como un regalo y encima si luego jugaba ya era súper regalo. No me importaba tener que llevar el botiquín: eres la júnior y llevas las botellas, el botiquín y lo que haga falta. Pero estar en el banquillo animándolas, ver cómo sufrían y estar involucrada en esos sentimientos que tenían en la pista es algo que no cambio por nada.

 

– ¿Quién fue tu mentora o quién más te acogió en el vestuario?

Fueron varias: Ester Farré, Jenni [Benningfield] y Fatou Dieng. Esas tres son las que tengo en la cima. En cada entreno intentaban que mejorara y si me equivocaba me animaban. Había entrenamientos que me salían de pena y acababa agobiada. Necesitaba estar al nivel de ellas, aunque en realidad fuese una cadete. En la cancha era la defensora. ¡Salía a defender! Y luego si metía, genial.

 

– ¿Cuál fue el mejor consejo que te dieron después de debutar?

Que mantuviese los pies en la tierra, que por el hecho de debutar no significaba que iba a ser una estrella del baloncesto, sino que tenía que seguir trabajando y que lo podía conseguir, pero a base de trabajo, entrenando.

 

– El presente es más complejo. Hicisteis un plante y os debían mensualidades. ¿Cuál es la situación?

Sabemos que el club [Grupo Marsol Conquero] se está moviendo todo lo que puede y tampoco podemos exigirle tanto cuando son las principales fuentes económicas que tenemos las que no pagan a tiempo. Hicimos el plante para ver si así se daban cuenta de la situación. Hay gente que sólo vive del baloncesto. Estudio en Huelva y quieras que no mi madre siempre puede estar ahí, pero hay gente que sólo tiene eso, gente que manda dinero a sus familias fuera y necesitan dinero. Ahora nos han pagado hasta enero y febrero y marzo es lo que queda. Todo se va arreglando, aunque la situación sigue siendo difícil. La que se quiera ir tiene las puertas abiertas.

 

– Una compañera [Chandice Cronk] no tardó nada en irse.

Pero es lo que hay. Esa compañera vivía de eso y necesitaba [el dinero]… Las que has visto ahora son las que dijimos “pase lo que pase, vamos a seguir y a entrenar cada día”. Nos incumbe el club y queremos salvar la categoría.

 

– Si hacéis un partido como el de hoy [por el sábado día 3, derrota en su visita al Segle XXI por 69-52] lo tendréis imposible.

Hay muchos factores que se pueden achacar a este partido. Nos quedan tres jornadas y tenemos que sacar por lo menos una victoria, si son dos, mejor. La racha que tenemos fuera de casa tampoco es que sea demasiado buena [únicamente dos triunfos].

 

– ¿A qué se debe?

No lo sabemos. No sé qué nos pasa fuera. En cambio, en casa vamos todas a una y aunque sea el partido muy difícil lo sacamos. Si te fijas la mayoría de partidos que hemos jugado en nuestro pabellón los hemos ganado [siete victorias en 12 encuentros]. Somos un equipo sin estrellas y humilde, pero podemos sacar adelante esta situación.

 

– El aspecto psicológico tiene importancia, pero hay otras cosas. Habéis sido muy inocentes con los triples, sobre todo al principio, y Aragonés os ha hecho un traje.

Sí, la verdad es que es un problema que tenemos. Hay que seguir trabajando en eso, arreglar esos desajustes que tenemos y a ver qué pasa.

 

– Sorprende que siendo alero tires tan pocos triples.

Siempre he sido poco de tirar, he sido más de entrar. De pequeña me resultaba más fácilllegar hasta abajo y dejé de tirar. Eso es una de las cosas que tengo que mejorar: mi tiro, la confianza en mi tiro. Poco a poco y día a día.

 

– Es muy importante interiorizar el movimiento y hacerlo natural.

Lo mío es un poco la confianza, el hecho de decir “estoy sola, me la tiro”. Antes de tirármela yo, pienso que se la tire una que esté acostumbrada a tirar. No creo que tenga una mala mecánica de tiro. Es confianza: repetir y repetir, tirar y tirar. Si no arriesgas, no ganas.

 

– Empezaste en el Ses Salines.

Es un club humilde. Tiene un equipo en Primera Nacional Balear y equipos de base. Me llevo muy buenos recuerdos de allí. No quería irme de ese club cuando me llamaron del PDV. Decía que sería salinera para siempre. Al final consideré que si quería crecer como jugadora necesitaba otra cosa y además todas mis compañeras me apoyaron: “Vete, vete, de verdad”. Fue lo que hice. En esos años mejoré muchísimo. ¡Entrenando cuatro horas al día quién no mejora! La verdad es que Ses Salines es mi club. Lo llevaré siempre dentro.

 

– Una lástima el descenso del PDV.

No me lo esperaba. Tampoco es que haya seguido muchísimo la Liga Femenina, pero mi madre me informa. Al haber ganado sólo tres partidos [horas después ganaría el cuarto en la última jornada]…

 

– [“¡Julia!”, se oye en los pasillos. Es su técnico, Gabi Carrasco, que la reclama. “¡Ya voy Gabriel!”, dije la jugadora. La conversación continúa en movimiento]. Sin moverte de las islas, en el Jovent Palma.

Una experiencia que me sirvió para saber que podía estar en LF2. El entrenador tenía muchísima confianza en mí y me dio muchos minutos.

 

– Fue tu mejor temporada.

Crecí mucho. Quiero crecer en LF2 y si algún día se puede, por qué no, saltar a LF.

 

– Y la siguiente campaña, la pasada, fuiste a Donosti para jugar en el Biurrarena UPV.

Otro salto bastante bueno. Era un equipo con jugadoras que ya llevaban muchos años en todo esto. Fue un año de experiencia, para asentarme un poco más en LF2. Otro buen recuerdo que me llevo.

 


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