Revista Expatriados

Historia de una llegada al mundo – segunda parte

Por Spanierin

¡Hola a todos! En primer lugar, gracias por vuestra espera, por vuestra paciencia y por entender que no os haya contado (ni os vaya a contar) toda la historia entera con pelos y señales.

¡Hoy vuelvo con muy buenas noticias!

¡Monete ya está aquí! Y el Cocinero alemán y yo no podríamos estar más felices, aunque a veces no paremos de preguntar a las enfermeras si le cogemos correctamente y un montón de otras cosas. Hasta que conozcamos a este pequeño ser no podremos escribir su manual de instrucciones, es lógico.

Bien, prosigo entonces un poco con la historia del otro día.

Aquel viernes negro llegamos al control del hospital sabiendo que me dirían que tenían que hacer cesárea. Monete no se había girado y parecía que ya no tenía mucho más hueco para hacerlo.

¡Al traste mis clases pre-parto! Pero, por otro lado, una cesárea programada también tiene sus ventajas: sabes el día que te toca y puedes preparar todo de antemano (a menos que la criatura se canse de esperar e intente salir, claro), te ahorras los dolores de las contracciones, el "parto" en sí dura menos horas... ¿Por qué no?

Pues no. Mientras controlaban los latidos de su mini corazón me propusieron un parto en esa postura que tenía, es decir, sacándole primero el culillo y las piernas y luego el cuerpo y la cabeza. Por llevar un poco la contraria. ¿Por qué no?

Pues no. Siguieron haciendo controles, y a continuación nos cayó el jarro de agua fría: acababan de ver algo que mi ginecóloga había pasado por alto en todos los (cinco) controles anteriores y nos teníamos que quedar con la cesárea.

Si os lo estáis preguntando: todos (y no fueron pocos) nos dijeron que dudaban que mi ginecóloga no nos lo hubiera dicho a propósito; todos consideraban que, si no lo habíamos oído antes, debía de ser porque Monete estaba colocado de aquella manera y tampoco era tan fácil verlo. Bueno. Sea.

Si también os lo estáis preguntando: a estas alturas ya me parece tarde denunciar a esa señora, y estoy completamente convencida de que se ampararía en el "realmente no se ve" (y esto incluso me lo creo) o en el "si estabas preocupada podrías haberte hecho más controles que no te hiciste" o algo así.

En cualquier caso, los doctores del hospital vieron algo, pero tampoco pudieron decirnos cómo de algo era. Nos hablaron de todas las posibles consecuencias, porque tienen que informar, obviamente, e indicaron que podrían decirnos más cuando vieran en persona a la criatura.

Y que había que adelantar la cesárea.

Mi esperanza era que aquello fuera tan diminuto que fuera ésa la causa por la que mi ginecóloga no había visto / dicho nada...

El día D volvimos al hospital. Controles de los latidos del corazón. Nervios. Anestesia. Frío. Tirones y empujones. ¡Y aquí está Monete! Y sí, aquello era todo lo contrario de diminuto.

Pero por suerte y porque este bebé tiene una fuerza que es millones de veces superior a su tamaño, ha superado ya en su corta vida un montón de monerías y ya está bien. Y lo que pueda venir en el futuro es música de mañana.

A lo mejor, si hubiéramos sabido todo esto antes, el embarazo no habría sido tan tranquilo. ¿Quién sabe? Eso ya me da igual.
Yo me quedo con eso, que está bien, que todo va como tiene que ir y que además, y por si todo lo otro fuera poco, se porta extremadamente bien. ¿Qué más quiero?

El Cocinero alemán y yo estamos muy orgullosos de Monete. ¡Y ahora vamos a aprovechar para disfrutar de su compañía!

Así que ¡feliz semana a todos! Y, como yo digo, eso de "tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor" no es cierto, el humor o la alegría de vivir ayudan más que todo lo otro.


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