Revista Libros

"Historia de una mujer plantada" - La Shatunga

Por Marapsara

Acaba de salir a la venta la “Historia de una mujer plantada”, escrito por La Shatunga.
¿Queréis saber más?

Pues no mováis vuestro culamen del sofá-silla-sillón /barra/ cama resacosa, ¡y seguid viendo el vídeo!
Con esa frase introduce Carmen, conocida como La Shatunga en YouTube, las anécdotas que cuenta en los vídeos de su canal los domingos por la mañana.
Se trata de un canal de humor sin pretensiones, en el que el protagonismo recae sobre las anécdotas absurdas y descabelladas que le pasan a nuestra autora. Es una de esas personas a las que siempre le pasan las cosas, que sabe cómo empieza su día pero nunca cómo va a acabar. Que vive aventuras porque nunca le da la espalda a una ocasión para hacer alguna locura, es decir, que vive la vida porque deja que le pasen cosas.
Su encanto reside en su particular forma de expresarse, alterando las palabras para conseguir que suenen divertidas. También en el hecho de que ella misma se ríe de las situaciones más absurdas y contagia esa alegría con actitud de “por qué no” y “qué más da”, y sobre todo “hemos venido a pasarlo bien, que son dos tardes”.
Aunque en su canal se pueden encontrar vídeos con tutoriales de maquillaje o recomendaciones de productos de cosmética, creo que no son más que excusas para darle forma al mismo y participar de la comunidad de YouTube, donde aporta un soplo de aire fresco y diversión, con humor blanco con cero cantidad de vanidad.
¿A qué viene este libro entonces, es otro libro más de una youtuber? Bueno, en parte sí, para qué lo vamos a negar. Carmen no es escritora y sus anécdotas en este libro son casi una transcripción de lo mismo que te diría hablando.
¿Y...?
Insisto, se trata de un producto sin pretensiones, yo no diría que esto es literatura sino simple entretenimiento en forma de libro. Ojo, mi intención no es menospreciarlo, es describirlo lo más exactamente posible para que nadie se llame a engaño. No es el tipo de libro que consumo, pero fue una grata excepción que me amenizó un viaje en tren el otro día (se lee rapidísimo), me hizo reír y he visto bastantes vídeos de La Shatunga, que me parece buena tía y me cae bien, por eso lo recomiendo, sin más.
Resulta que, durante estos últimos años, cuando iba contando más y más anécdotas en YouTube, le empezaron a preguntar cada vez de forma más insistente si es que no tenía anécdotas de citas amorosas: su ejército de seguidoras quería saber qué pasaba con La Shatunga en esas situaciones, ¿se convertía en una persona seria y aburrida? En absoluto: ella respondía que tenía mil anécdotas de ese tipo pero que se reservaba para el día en que escribiera el libro que se titularía "Historia de una mujer plantada", como así fue, porque a ella le habían dado plantón sus ligues y parejas de las formas más rocambolescas que se pudiera imaginar, y que el día que todo aquello saliera a la luz el libro sería un exitazo.
Hace unos meses, llegó ese día, en el que la editorial Planeta le escribió un e-mail proponiendo que escribiera un libro porque se lo querían publicar. Y aquí lo tenemos.
¿Qué le pasa a La Shatunga en el amor? Que está enamorada de la idea del amor y busca desesperada a alguien que le dé forma, que se ha tragado el mito del amor romántico y se le ha hecho bola. Es una de esas personas que buscan una relación seria en una aplicación de ligar, y que no van de farol. En este sentido, es mejor tomarse este libro como puro entretenimiento sin más, porque si nos paramos a analizar cualquiera de las historias que lo componen, en realidad nos daremos cuenta de que se trata de historias muy tristes, de una mujer que siente la necesidad de completarse con una pareja masculina, o que no se siente reforzada y segura sin una presencia parejil a su lado. No sé. Ella misma admite haber hecho cosas muy absurdas “por amor” (arrastrarse nunca es amor) y en el prólogo avisa de que esas historias, narradas en orden cronológico, son también una prueba del paso del tiempo y de su madurez a lo largo del mismo: pero esas excusas no me convencen.
"A los dos minutos salí de casa con la excusa de que no había comprado leche sin lactosa y no volví nunca más. 
Puede que tras leer esto os alegréis por mí, porque por una vez no me han plantado, no me han dejado esperando durante horas como una tonta esperanzosa, no me han engañado con otra o directamente no han pasado de mí como de la mierda, pero no os confundáis. En realidad, yo no le dejé, Carmen no le dejó, en todo caso quien le dejó fue una tal Eva Nasarre con ojos negros, porque esa era la persona con la que él quería vivir, con la que él quería salir a practicar sus mierda de excursiones deportivas, a la que quería lavar el pelo con sus pociones mágicas y a la que quería presentar a su madre. 
Yo no existía. Yo simplemente había pasado a ser un óvulo fértil en su fantasía.

Creo que Carmen también tenía una idea muy clara en la cabeza, y que a cada chico que conocía le intentaba meter en el molde para localizar qué parte le apretaba o de dónde le quedaba flojo. Y supongo que cada uno tiene su forma de elegir compañía y sabe qué le conviene, pero echo en falta ese dejarse llevar que considero tan necesario. Ella exigía “unos mínimos” que pasaban por una apariencia física muy concreta y unos gustos musicales también muy concretos. Poco más. Y no me parece nada maduro ni fiable: después de leer el libro y ver cómo se desenvuelve en el terreno afectivo, tengo claro que yo no habría querido salir con ella. Su perfil sería uno de esos tan cerrados que entre líneas transmiten que esa persona en realidad está enfadada, y se traduciría en “no quiero pijos ni pedantes ni chonis ni ni ni…”, es decir, un perfil lleno de prejuicios, tabúes o carencias afectivas enquistadas.
Y esto es culpa de esa represión a la que todas estamos sometidas (el femenino también incluye a los tíos: de nada), el control político que supone el sistema monógamo y de la familia clásica y establecida. Solo hay un colectivo muy reducido de personas (se llaman poliamorosos) que viven y se dejan fluir fuera de ese sistema y pueden tener un círculo afectivo compuesto por una persona que les aporte unos valores y cubra unas necesidades, otra persona con otras cosas, y así sucesivamente. Puedes tener, básicamente, una pareja para follar, otra para tener hijos y otra para hablar de Faulkner en pelotas, donde el respeto, la independencia y los cuidados sean la base para que todo funcione. Pero no nos educan en eso. Ya me he vuelto a ir por las ramas. O no.

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