Revista Educación

Historia de una silla

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Historia de una silla

14 octubre 2013 por Naima Tavarishka

la foto (6)

Foto: Tavarishka

Y de pronto, allí estaba, como si no se hubiese movido nunca, en medio de aquel desorden brutal. Era, sin duda, la respuesta que llevaba buscando años. ¡Claro!, ¡cómo no me di cuenta!, en realidad no había estado en ningún otro lugar en todo este tiempo desde aquel día erróneo en que la dejé donde no debía.

Dos minutos después de mi hallazgo mi teoría se desmororó y dio un giro de 180 grados. No, la silla que tanto busqué no había estado en ese punto después de mi gran desacierto. Yo nunca la habría dejado allí. Alguien la movió, quizá el mismo que provocó aquel caos con el que reventó puertas y ventanas, cristales y marcos, paredes y suelos. Acabó con todo menos con ella, con mi silla.

El autor de aquel destrozo, qué digo destrozo, de aquella devastación insalvable, tuvo aún en el último minuto un sentimiento mayor de odio y crueldad. Cogió mi silla y la colocó en el punto exacto en que pudiera observar el final, su final, justo al borde del acantilado, pero con la suficiente maldad para que desde allí pudiera observar la estampa más bonita que recordaba: la playa. Y allí, forzada también a sufrir, la encontré casi con un último hilo de vida.


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