Historia del primer Camión
Publicado el 23 agosto 2018 por Sorro
@sorroes
Viajamos en el tiempo para descubrir cómo en 1896 Daimler mostró al mundo el camino a seguir para alcanzar lo que hoy son los reyes del transporte por carretera creando el primer camión.
Finales del siglo XIX. Los carros tirados por caballos son uno de los medios más utilizados para el transporte de mercancías pese a sus limitaciones (coste de adquisición y mantenimiento de los animales, carga útil muy limitada, etc.). En años anteriores, numerosos inventores de la época ya han tratado de crear el vehículo idóneo para tan arduo trabajo: entre 1770 y 1801, el ingeniero Nicolas Joseph Cugnot construye con la financiación del Gobierno de Francia los primeros camiones de vapor, destinados al transporte de cañones. Más tarde, en 1864, Siegfried Samuel Marcus, un ingeniero eléctrico nacido en Mecklenburg (Alemania), pone en funcionamiento el primer vehículo propulsado por gasolina y petróleo. El gran invento: motor de dos cilindros en lugar de una barra de tiro Sin embargo, no es hasta el año 1896 cuando llega el que ha sido bautizado como el primer camión de la historia. En su papel de visionario, el inventor Gottlieb Daimler construye el primer camión con motor de combustión.
A partir de un carruaje montado sobre ruedas de madera revestidas de hierro, Daimler sustituye la barra de tiro tradicional de los caballos por un motor que será el encargado de proporcionar la fuerza. La era de los camiones, una nueva categoría de vehículo de transporte, acaba de nacer. El pragmatismo es uno de los sellos distintivos del camión de Daimler, equipado con una transmisión por correa con cuatro velocidades y un motor Phoenix de dos cilindros. Este arquetipo está compuesto básicamente por una cabina elevada para el conductor en la parte delantera y una caja de carga con la leyenda “Daimler-Motoren-Gesellschaft Cannstatt” impresa en el lateral. Así nace el primer camión de la historia: un coche de caballos transformado con una carga útil de 1.500 kilogramos. Su chasis cuenta con un complejo sistema de suspensión por muelles que, además de amortiguar las irregularidades de los precarios caminos y carreteras de la época, sirve para compensar las vibraciones causadas por el motor. Pionero en su tiempo Este bloque, de dos cilindros, 1,06 litros y apenas 4 CV, es conocido con el nombre de “Phoenix” y está instalado en posición vertical debajo de la parte trasera del vehículo. Es una herencia de los coches de pasajeros de la época, y su funcionamiento es similar: utiliza todavía un sistema de encendido por tubo de incandescencia, aunque cuenta ya con un carburador de inyección. Además es capaz de funcionar con tres combustibles diferentes: gasolina (que en aquellos años tiene que comprarse en farmacias), gas de hulla y aceite para lámparas.
Según Gottlieb Daimler, entre sus principales ventajas se encuentran “la compatibilidad y elegancia de su diseño, su funcionamiento silencioso y libre de sacudidas y sus gases de escape inodoros”. Este medio de transporte pionero en su tiempo incorpora además un sistema de engranajes mediante piñones que permite trasladar la fuerza del motor a las ruedas y que constituye un precedente del eje planetario, un elemento que será distintivo y fundamental en la nueva generación de camiones que llegará años más tarde y que continúa siendo indispensable hoy en día. Echando la vista atrás, es increíble ver hoy cómo era el primer camión que se construyó en el mundo. Un ejemplo de innovación que ha pasado a la historia y que inició el transporte por carretera motorizado como lo conocemos hoy en día.
Ya se sabe: todos los comienzos son difíciles, sobre todo para las personas adelantadas a su tiempo. Y sí, el invento de Daimler necesitó algunos años para ser entendido por la sociedad de aquel entonces (más simpatizante con los coches de pasajeros) y no atrajo a un solo comprador en Alemania (sí a uno en Inglaterra). Pero en pocos años, y con el incremento de su potencia y capacidad de carga, acabó demostrando su utilidad y que los carros tirados por caballos ya no eran el modo más eficaz de transportar mercancías. Los camiones se habían convertido en los nuevos reyes de la carretera.
Fuente: Roadstar
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