Historia e identidad cultural
FLORINA NICOLAE
http://www.serperuano.com/2016/10/condecoracion-en-casa-museo-ricardo-palma/
Discurso de aceptación
ORDEN AL MERITO RICARDO PALMA
LIMA, LUNES 17 DE OCTUBRE 2016
¡Muy buenas noches!
En primer lugar, quiero saludar y agradecer la presencia de cada uno de ustedes esta noche aquí, en la casa de uno de los intelectuales más distinguidos del Perú, Ricardo Palma.
El evento que nos congrega surge de la decisión de la Directiva de la Fundación Ricardo Palma de otorgarme una prestigiosa condecoración. Les confieso muy sinceramente que no me lo esperaba. Estuve presente aquí en este salón hace casi un mes, en el momento en el cual la ex-embajadora de Marruecos, Oumama Aouad Lahrech, era distinguida con el mismo reconocimiento. No me imaginaba que algún día me tocaría también a mí recibirlo, siendo yo diplomática de carrera, pero no embajadora.
Así que agradezco en todo lo que vale la distinción que se me está otorgando. Recibo con gusto y orgullo esta presea, que representa -según entiendo- un reconocimiento al cariño que les tengo a los valores y variadas riquezas culturales del Perú. Mi esposo y yo nos hemos encariñado mucho con este país. Además, yo me atreví a escribir un libro sobre las posibilidades que están al alcance de todos aquí para vivir en forma saludable: un libro que es como una reflexión muy personal o, si quieren, un soliloquio…, donde pongo preguntas y busco respuestas sobre cómo defender la salud viviendo en un país como el Perú, que ofrece tantos remedios naturales.
Pero supongo que el comité puede haber tenido también otros criterios para elegir mi nombre. Nuestro amigo, el excelentísimo embajador Juan Álvarez Vita, que acaba de hablar, ha hecho un comentario demasiado encomiástico sobre mi persona. Le doy las gracias y al mismo tiempo reconozco que el suyo ha sido un gesto de amistad muy entrañable.
El honor de esta condecoración se acrecienta y se transforma en una verdadera fiesta del espíritu, al recibirla estando rodeada de tantos amigos que han tenido la gentileza de acompañarnos. Y más todavía por el hecho de que este evento ocurre casi dos semanas antes de nuestra salida del Perú para regresar a Rumania.
Esta noche les propongo unas breves reflexiones sobre la historia y la identidad cultural.
Es bien conocido que, en sus "Tradiciones Peruanas", la pluma elegante del insigne escritor limeño Ricardo Palma narra con trazos magistrales, matizados con fino humor y sutil ironía, historias de personajes y lugares que muestran los rasgos característicos de Lima y del Perú de siempre, el valor de su tierra, de su patrimonio y de su historia, de lo que podemos llamar la identidad peruana.
Pero yo no voy a hacer aquí un ensayo sobre su obra. Sólo me da gusto reflexionar sobre un tema que también le apasionó a él.
Estoy convencida de que la cultura constituye el camino más agradable y transitable para "descubrimientos" fascinantes, para el desarrollo de un diálogo ameno y fructífero entre países. En efecto, la cultura es el elemento dinámico capaz de enviar al universo entero un mensaje de respeto y cordialidad por todos los seres humanos, más allá de las limitaciones y barreras geográficas y políticas que nos separan.
Para un intelectual -entendiendo referirme con este término a cualquier persona que "realice actividades que requieran el empleo de las facultades del intelecto" (como reza la definición del diccionario)- es bueno y deseable saber utilizar las circunstancias de su vida no sólo para hacer cultura, sino sobre todo para conducir o, mejor dicho, acompañar a los demás al descubrimiento de sí mismos, ayudándolos a encontrar su propia identidad en su propia cultura. No somos individuos anónimos e impersonales, sino que tenemos un nombre, una personalidad, un conjunto de rasgos que hacen la diferencia, que nos individualizan y distinguen de los demás. Y hay que descubrir cada vez más profundamente este nombre, la propia figura, la propia identidad. Y también hay que hacer que los otros descubran cada vez más nuestra personalidad e identidad.
Pienso que no sólo las instituciones sino todas las personas cultas tienen este deber de promover la cultura, es decir, el conocimiento y el entendimiento entre todos los habitantes de nuestro planeta. Pero, ¿cuál cultura? ¿Qué modelo de cultura conocemos y queremos dar a conocer?
Durante mis años de estudios, y luego de trabajo como profesora en la Universidad y en el Instituto Italiano de Cultura, así como también durante los últimos 20 años, en los varios países donde he cumplido la profesión de diplomática con responsabilidades culturales he tenido la suerte de conocer diferentes tipos de "culturas".
En todas estas circunstancias -y también a través de los libros y otras fuentes- he podido constatar con asombro cómo la cultura toma la forma del vaso o recipiente que es la historia, cómo los acontecimientos históricos cambian el perfil cultural de una comunidad, cómo los rasgos de una cultura se modifican dentro de los parámetros de la historia.
Desearía reiterar lo importante que es investigar cómo se modifica este organismo vivo y transparente que es la cultura, bajo las imposiciones que le imprime la historia. Digo "transparente", porque –a diferencia de la historia cuyo entramado se construye sobre todo en la oscuridad y la sombra, haciendo que sólo mucho tiempo después de los acontecimientos puedan descubrirse algunos de sus aspectos–, la cultura con todo lo que ella crea es para ser difundida, divulgada y conocida por toda persona: es decir que allí –en la cultura- hay total transparencia. Y cuando se trata de arte, ¡hay esplendor!
Pongo como ejemplo las experiencias vividas por mi país entre las dos guerras mundiales del siglo pasado, así como los casi 50 años de comunismo que para nosotros rumanos fueron atroces. Estas experiencias –insisto- han modificado con brutalidad la identidad de la cultura rumana. Hoy es la misma cultura creada en los siglos anteriores al siglo XX, pero algunas cicatrices de esos relativamente recientes "años oscuros" todavía no se han borrado, sino que siguen marcando la mentalidad de las personas. Así como en la cultura del Perú la historia dejó sus huellas dolorosas a lo largo de los últimos siglos, lo mismo ocurrió en la cultura de mi pueblo, cuya identidad se adaptó a lo que no siempre era aceptable.
Pero hay la otra cara de la moneda: ¡el hecho de que una fuerte personalidad cultural puede cambiar la historia! Obviamente, sólo algunos aspectos de la historia. Por ejemplo, en 1886 Ricardo Palma publicó en Lima su "Refutación a un compendio de historia del Perú". En esta obra lanzó un ataque contra los jesuitas tan virulento que motivó una nueva expulsión del Perú (hasta 1888) de esta Orden religiosa por decisión del Congreso peruano, después de la primera expulsión de 1767 (hasta 1871) que había sido ejecutada en cumplimiento de la "Pragmática sanción" del rey Carlos III de España. Ustedes conocen mejor que yo el gran cambio que se produjo en la historia del Perú y en su cultura, en el sentido más amplio, a raíz de estos sucesos.
Este "recipiente" que yo llamo historia es tan diferente de un país a otro, de una comunidad a otra, que hace inevitable la diferencia cultural, aunque ésta tenga -a veces- matices muy sutiles.
Es por eso que debemos asumir la tarea de preservar y difundir el patrimonio cultural de nuestro pueblo: no sólo nuestras tradiciones artísticas, sino también los valores éticos y humanísticos que constituyen el sustrato de cada civilización.
Y Ricardo Palma lo hizo. No puedo no rendir mi homenaje al ilustre anfitrión. Estamos en su casa y amo pensar que su espíritu mira las hojas que tengo entre mis manos y toma nota de que, aunque no siempre menciono su nombre, en realidad hablo de él, eventualmente utilizando las palabras de otro genio de la cultura que cambió la historia, como lo hizo su señoría. Me refiero a Rubén Darío, quien dijo de él: "Su estilo de escritura tradicionista es historia en Lima. La tradición cultivada fuera de Lima y por otra pluma que no sea la de Palma, no se da bien, tiene poco perfume, se ve falta de color".
Y más adelante voy a citar otro texto crítico que nos da la imagen de la historia reflejada genialmente por la cultura, constatando una vez más cómo la cultura toma la forma del vaso de la historia: véase el caso de la historia del Perú en sus esfuerzos de reordenar las estructuras de la nueva sociedad después de la sorpresiva y arrolladorallegada de los españoles.
Ricardo Palma supo construir los textos de las "Tradiciones peruanas" a partir de hechos históricos o anécdotas populares de carácter ligero y burlesco. Leyendo las "Tradiciones peruanas", me di cuenta de que tienen un sabor especial si se disfruta de sus páginas in situ, es decir en los lugares que en ellas se reflejan, así como paseando por algunas calles de Lima recordamos las páginas de Mario Vargas Llosa o las de Alonso Cueto que a ellas se refieren.
Ricardo Palma es considerado el narrador hispanoamericano de mayor influencia a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX y uno de los escritores de mayor prestigio en el mundo cultural hispanoamericano. Los expertos respecto de su obra afirman que como poeta siguió la corriente romántica europea de José Zorrilla, de Heinrich Heine, de Victor Hugo y de Lord Byron. Es decir que no se quedó en el "recipiente" de la historia peruana, sino que se conectó con las historias de otros meridianos, enriqueciendo así, a su manera, la cultura peruana.
Con su capacidad renovadora creó suficientes raíces como para ser considerado, al mismo tiempo, "un precursor del boom literario latinoamericano", como anotaba el hispanista indio Shyame Prasad Ganguly en la presentación -en Nueva Delhi, en marzo de 2013- de la traducción al bengalí de las "Tradiciones Peruanas": "En la narrativa de Palma ya encontramos los elementos del realismo mágico del 'boom' de escritores como el colombiano Gabriel García Márquez y el mexicano Carlos Fuentes", afirmó Ganguly.
Tenemos que aprender de los modelos ilustres de todas las culturas. Y aquí, en la misma casa donde vivió sus últimos años, evocamos a Ricardo Palma en su obra y sobre todo en su historia y la de su tiempo y de esta tierra.
Él ha intuido perfectamente que la cultura –con su enorme riqueza y diversidad– es un instrumento de diálogo y de conocimiento mutuo. Cada país es, en sí mismo, un concepto cultural, germen de las más extraordinarias creaciones no sólo artísticas sino también de específica civilización.
Cultura y lengua recogen los rasgos más profundos de la propia identidad, reflejan una sensibilidad particular y resumen cierta concepción de la realidad, unitaria y plural a la vez.
Los esfuerzos dedicados a su difusión y a la elevación de su calidad ayudan a perfilar y proyectar en el mundo la imagen de la identidad del propio país, favorecen los intercambios -incluso los económicos y comerciales- y contribuyen así a la construcción de un mundo basado en relaciones de comprensión y de conocimiento mutuos.
Además, el auge de los movimientos migratorios contemporáneos replantea la cultura como difusión primero y luego como asimilación de valores materiales y espirituales. Muchos rumanos han emigrado a todas partes de Europa y del mundo entero, incluyendo a América Latina y en particular al Perú. Se trata de un contacto directo, de influencias mutuas; se trata de la creación de una mezcla o híbrido de dos o más culturas con su correspondiente expresión en el lenguaje, el culto religioso, las artes populares, el folclore, la gastronomía, etc. Esto, siempre que se den las condiciones propicias para la asimilación, como son la exposición continuada a los eventos culturales y sociales, y algún tipo de interés o afinidad entre grupos diversos.
Conservar la propia identidad significa, en primer lugar, no olvidar sus propias raíces, permanecer fiel a la imagen de una tierra que es la de los padres, quedarse conectado a una realidad que es única y que siempre va a crecer en su propia naturaleza, en su propia singularidad, pero vinculada con las nuevas realidades encontradas en el mundo actual. Significa permanecer fiel al propio ícono.
"Mi patria es la lengua rumana", decía con orgullo un gran escritor de mi país. Con estas palabras indicaba lo que era más seguro para su propia identidad. Pero sucede que, una vez acabada en una lengua, una obra puede ser trasladada a otro idioma, mientras que la música y las artes visuales en sí mismas tienen un lenguaje universal, lo que no significa que no necesiten sus propios embajadores para crear puentes e interconexiones.
Una cultura se define a sí misma en la relación o, más precisamente, en el contacto de convivencia con otras culturas y, al mismo tiempo, en su diferencia respecto de ellas. Vivimos en un planeta donde existe una multitud de culturas muy diferentes, pero nacidas para coexistir.
Evidentemente la identidad significa en primer lugar de-limitación, lo cual implica asumir la conciencia de la diferencia. Pero el proceso de una auto-definición cultural implica también un continuo contacto con otras culturas.
En este contexto, quiero resaltar que lo admirable de la civilización peruana es la gran capacidad y voluntad de recibir e incorporar lo que le ofrecieron las otras culturas en el trascurso del tiempo. La madurez de una cultura consiste en asimilar con curiosidad y discernimiento lo mejor de lo que le es ofrecido en un determinado momento. Esta disponibilidad y apertura hacia lo nuevo, lo valioso, lo enriquecedor de otras culturas hizo que la cultura de este país madurara con rapidez.
Esto significa que los grandes intelectuales, como Ricardo Palma, han tomado conciencia de la dinámica permanente de la cultura universal, y de la necesidad de vincularse a ella. Esta convivencia mutuamente fructífera entre la cultura peruana y las culturas del mundo ha creado un eje fundamental de evolución a lo largo de la historia. Y creo que es una experiencia compartida por otras culturas.
Entonces,si mis reflexiones son correctas, Ricardo Palma no sólo hizo el esfuerzo de identificar los rasgos característicos de lo que significa la peruanidad, sino que, con sus obras, también abrió amplias ventanas hacia otras culturas.
Me gusta insistir un poco sobre un vínculo personal que creo haber descubierto leyendo con mucho entusiasmo las "Tradiciones peruanas".
En primer lugar, por haber reconocido que hay también en la cultura rumana escritores que se han dedicado a las "tradiciones" en el sentido más amplio de este concepto.
En segundo lugar, porque -en mi intento de profundizar la identidad cultural del Perú- he empezado a identificarme con algunos de sus rasgos peculiares, he empezado a sentirme cada vez más peruana, como afirmo, sin pretensiones, en el libro "Vivir en forma saludable: ¿es posible?", que he dedicado integralmente al lector peruano. En el capítulo "Dime qué comes y te diré cuál es tu patria", me refiero no sólo a la fabulosa biodiversidad andina, sino también a la capacidad de un ser humano de re-estructurarse, absorbiendo y procesando la nueva cultura con la cual toma contacto.
En el transcurso de estos añosse han publicado en la prensa rumanamis artículosacerca de la cultura, la civilización y la espiritualidad del Perú.Me complace pensar que de este modo he puesto mi granito de arena para un mejor conocimiento entrenuestras culturas y nuestros países.Dentro de poco saldrá de la imprenta mi libro Meditaciones andinas. Por el momento será tan sólo en rumano, pero confío en que pronto pueda ser traducido al castellano y así pueda ser apreciado también por todos aquellos que entre ustedes no conocen el rumano
Las culturas entran en diálogo preferente con otras culturas. Se trata de compartir los mismos ideales y principios morales, teniendo la misma visión estructural del universo, percibiendo la vida en su esencialidad y dignidad.
Participemos todos en este magnífico espectáculo de la creatividad, de la apertura generosa y, sobre todo, de la amistad y del dialogo que la CULTURA siempre puede establecer y realizar.
El príncipe Mischkin -de la novela "El idiota" de Fiodor Dostoyevski- está convencido de que "la belleza salvará al mundo". ¿Podría ser la cultura la mejor -si no la única- solución para nuestro mundo actual? Ustedes ¿qué piensan?
Como ya la mayoría de ustedes saben, al principio de noviembre mi esposo y yo nos despediremos del Perú para regresar a Rumania. A propósito de despedidas, Ricardo Palma, con su estilo inconfundible, argumentaba:
"¿Dices que no se siente la despedida?
¡Ay! Di -al que te lo dijo- que se despida!".
Así yo me despido de ustedes, deseándoles a todos lo mejor de este mundo.
¡Muchísimas gracias! ¡Y muy buenas noches!
FLORINA NICOLAE