-911, ¿en qué puedo ayudarle?
-¿A mí? Oh, querida, yo estoy bien. Pero creo que deberían venir por estos niños.
-¿Podría ser más específico, señor?
-¡Claro que sí! Soy un buen ciudadano y eso es lo que hacen los buenos ciudadanos, apoyan a la policía.
-¿Me podría dar su localización?
-Señorita, no nací ayer. Sé que ustedes pueden rastrear mi domicilio.
-¿Cuál es su nombre?
-¿Importa? Darle mi nombre sería un error. Gran, gran error. Podría inventar uno, pero detesto las mentiras.
-Señor, no está cooperando…
-Es una lástima.
-Si esto es una broma, tenga en cuenta las consecuencias. Es un delito federal.
-No, no, no, no. No, claro que no. No me cree, usted no me cree. Le daré una prueba de que esto es real.
-¿Qué fue eso? ¿Acaba de ejecutar un disparo?
-Así es. Tuve que matar a un niño para que me creyera. Significa que esto es culpa suya y no mía. ¡Ja!
-Ya he enviado varias patrullas de policía para allá. Por favor permanezca en la línea.
-¿Se sabe un buen chiste? Me gustaría escuchar uno bueno antes de volarme los sesos.
-Resista por favor, llegarán a ayudarle en unos minutos.
-Nadie puede ayudarme.
-¿podría describirme qué ha pasado señor?
-¿Qué ha pasado? Oh, cielos, han pasado muchas cosas. Veamos, hoy fui a sacar la basura, leí el periódico, desayuné pan tostado con mermelada… y fui al parque. Ah, cierto, además rapté a siete niños que estaban jugando en ese parque. También vi un show raro de concursos japoneses.
-¿Por qué lo ha hecho?
-Cariño, si lo supiera, quizá me hubiera detenido. No lo sé, me gustan los niños y quise que vinieran a jugar.
-¿Los niños están bien?
-Acabo de matar a uno por su culpa, y también maté a otro porque no quería jugar.
-¿Habla en serio?
-¡Se lo juro! No quería jugar. Qué niño tan raro, ¿no lo cree?
-No me refería a…..
-¡En fin! Ya escucho la sirena de la policía desde aquí. Será mejor que me despida de mis compañeritos de juego antes de asesinarlos. Seguiremos jugando en el cielo, ¿no lo cree?
-Le ruego que no lo haga señor. Por el amor de Dios, no los mate.
-No hay vuelta atrás, señorita. La vida no perdona. O no, no lo hace. Es cruel. Se llevó a mi pequeño Matías, pero juré que esto no se quedaría así. Esto va por mi hijo, que murió injustamente. Tengo un mensaje que dejar antes de terminar con esto.
-¿Cuál es?
-Dígale a mi esposa que tenía razón: Estoy loco. Chau chau.
Siete disparos terminaron con la llamada. La mujer de la línea nunca olvidará la extraña risa de aquel sujeto y los gritos inconsolables de los niños inocentes.