Revista Cine
Cuando Richard Donner y los productores Ilya y Alexander Salkind preparaban la adaptación al cine de Superman (1978), se plantearon disponer de actores de gran renombre para cada uno de los personajes importantes que acompañaban la epopeya del último hijo de Krypton. El apoyo de Warner Brothers permitió contar con un presupuesto suficientemente amplio para satisfacer las demandas de los creativos implicados.
Para el papel de Jor-El, se pensó en Marlon Brando. Los productores eran conscientes que el escepticismo de Brando a la hora de aparecer en pantalla se diluiría cuando se le ofreciera un sueldo deslumbrante. Le convencieron al concederle 3,7 millones de dólares por una intervención de diez minutos. Esta imponente cifra para la época (el presupuesto total de la película era de 55 millones) se mantiene como el ratio diario más alto jamás pagado a un intérprete en la historia del cine.
Ahora bien, en esa época Brando había acentuado, aún más si cabe, su carácter díscolo y contestatario. Y además, había añadido una desidia considerable hacia su oficio y profesión. A no ser que le motivara mucho el material que tenía entre manos, actuaba de forma autómata y su esfuerzo era mínimo. Solamente cuando el proyecto le interpelaba al máximo, Brando salía de su esfera de confort para demostrar su extraordinaria categoría como intérprete. Ese fue el caso de El Padrino (The Godfather, 1972), El Último Tango en París (Last Tango in Paris, 1972), y Apocalypse Now (1979).
Teniendo en cuenta su exigente gusto artístico, intervenir en Superman era un trabajo muy menor. Así que aceptó cobrar una buena cantidad y ofrecer una interpretación estándar. No obstante, su falta de interés y su acusado pasotismo devino en desmotivación.
Incluso en su momento cumbre, cuando junto a Lara (Susannah York) habla del futuro que le espera a su hijo ante la cápsula, Brando no tenía aprendidas sus líneas de guión. Donner decidió dejar escrito lo que debía decir entre los ropajes que envolvían a Kal-El.
Las peripecias con Brando no terminaron durante el rodaje. La película fue un tremendo éxito y el actor consideró, a la vista de los resultados, que no se le había pagado lo acordado en cuanto al porcentaje de taquilla. Decidió demandar a los Salkind y a Warner Brothers por el importe de 50 millones de dólares, pero la acción judicial no fructificó. En consecuencia, el material rodado por Brando para Superman II (1980) fue eliminado del montaje final. Los productores decidieron que Susannah York sustituyera a Brando como interlocutora kryptoniana de Kal-El.