El voluntariado del Clínicas cumple 10 años. Más de 100 personas asisten a diario al hospital para acompañar a enfermos que están solos. Les leen, arman juegos, les dan de comer y hasta los contienen en los prequirúrgicos. Y no cobran por hacerlo. Capacidad de dar. Compromiso. Desinterés económico. Optimismo. Empatía. Son las características que debe tener un voluntario, o al menos aquellos que quieran colaborar en el hospital de Clínicas. Son muchos: más de cien personas se acercan cada día porque quieren, porque sí, así, sin más, para dar una mano, ayudar y contener a tanta gente sola y desamparada . Ni médicos ni enfermeros, “pares humanos”, les llama Mercedes Piccoli, la coordinadora del voluntariado. También dice que son “los diamantes del hospital”.
Esta mujer, fonoaudióloga, militante de la Fundación Mujeres en Igualdad, llegó al Clínicas hace diez años, y se encargó de aglutinar a los voluntarios que colaboraban de manera dispersa en el hospital. Hoy son ocho grupos con distintas especialidades que convergen en un objetivo común: “confortar al que sufre”, explican ellos mismos. Está A.V.E. (Asociación de Voluntarias para el Enfermo), la Primera Cátedra de Medicina, Redes Solidarias, Del Corazón, Rincón de Lectura Fundación Dr. Enrique Rossi, la Asociación Cooperadora del Hospital de Clínicas y Lalcec (Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer).
No se puede negar que la mayoría son mujeres , pero también hay hombres, jubilados, estudiantes. Y hacen de todo. Refuerzan campañas de salud, están en cuidados paliativos, neonatología, pediatría, salud mental. Ellos leen, proponen juegos, manualidades, les dan de comer, buscan donaciones. Tienen un programa de acompañamiento para aquellos pacientes que van a operarse: están con ellos calmando la ansiedad del prequirúrgico, y la incertidumbre del después.
“Acá viene mucha gente sola. Algunos necesitan que los escuchen, y otros que les den una mano importante”, dice Gabriela Loborda, 44 años, psicóloga, voluntaria desde hace tres años. “Hay mamás con chiquitos internados que tienen que ir a buscar estudios a otros lugares para ver qué enfermedades tienen sus hijos. En esos casos les buscamos los estudios o nos quedamos con el chiquito”, explica Gabriela, madre de dos chicos con discapacidad: “Sé por mi experiencia lo que es estar horas y horas en un hospital, y lo importante que es sentirse acompañado en esos momentos”.
Para Mercedes, el voluntario siempre debe dejar una luz de esperanza a quien ayuda: “Tal vez sea un objeto, tal vez una palabra, un gesto. Esa luz es imprescindible, sino el propósito no se cumplió”.
Hay un volante que circula en el hospital que dice: “Si te consideras un ciudadano generoso, amigo complaciente, capaz de sentir que las necesidades ajenas son próximas, sabio al comprender que el sentido de la vida llega a través de la participación y deseas encontrar un espacio donde tu ternura y paz se canalicen en el arte de la ayuda, te invitamos a compartir nuestra vida solidaria”.
Mucha, mucha gente agradecerá la ayuda. El Clínicas, que depende de la Universidad de Buenos Aires, es un hospital que abruma: sólo por la entrada de la avenida Córdoba se calcula que ingresan por día alrededor de 5.000 personas , entre profesionales, pacientes, alumnos, visitadores, familiares. Si a eso se le suman las demás entradas, se puede afirmar que el tránsito diario llega a las 10.000 personas. Sólo en el último mes se atendieron 23.700 pacientes, de los cuales 695 tuvieron que internarse. Muchos están solos.
Fuente: clarin.com