Revista África

Historias del exílio (24): waka waka 29.04.10

Por Chemacaballero

A eso de las seis de la mañana, apenas comenzado el día, escuché un poco de la canción de Shakira que ha sido elegida como himno del mundial de fútbol de Sudáfrica. Tuve una muy extraña sensación, me vi transportado, de repente, a muchos años atrás. Durante todo el día he tenido una sensación extraña, como cuando tienes algo en la punta del corazón y no sabes muy bien lo que es. Así que esta tarde, cuando terminé todos mis quehaceres, me metí en internet y busqué la canción. La he encontrado en youtube:

   Fue escucharla y volver a sentir que me transportaba en el tiempo al verano de 1993 y el escenario era el hospital de los hermanos de San Juan de Dios de Lunsar: Juan Carlos Rumbero, médico madrileño voluntario, paseaba, con su bata blanca y su guitarra, entre las camas del hospital cantando una canción que estaba muy de moda entonces y que tenía el mismo estribillo que la de Shakira.

   Llamé a Juan Carlos, que ahora es cirujano en el hospital de Cruces de Bilbao, porque hacía tiempo que no hablaba con él y la canción me lo había traído a la memoria. Resulta que él estaba en Buenos Aires. Así que hablamos, de punta a punta del mundo, sobre un recuerdo de hace tantos años de Sierra Leona y quedamos en vernos a cenar o comer algún día en Madrid, cuando los dos coincidamos allí.

   Volví a meterme en internet y busqué la canción original. Resulta ser de un grupo que se llama Trafassi:

Esta era la canción que yo recordaba y que me ha devuelto a aquel tiempo primigenio cuando todo era nuevo y por descubrir. Me ha hecho sentir, de nuevo, la inocencia del neófito que  aprendía a moverse por un mundo desconocido, totalmente ignoto, donde cada día nombraba las nuevas sensaciones y las nuevas experiencias en una desaforada lucha por poseerlas y, por tanto, por conocerlas. Miro atrás y veo los mojones que me han ido modelando a lo largo del camino y recuerdo nombres, rostros, hechos, olores, sabores, colores, sensaciones,… que no volverán. ¡Quién pudiera dar marcha atrás al reloj sin perder toda la experiencia acumulada!


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