LA PROMESA DE LOS COMPADRES
Hace mucho decía mi abuelo sosteniendo un puro en su mano derecha y una taza de café en su mano izquierda, habían dos compadres que eran como hermanos, el tiempo y el lugar ya se olvidaron y es que esta historia es tan vieja, que ni siquiera mi padre había nacido, pues decía el estos dos señores eran fanáticos de andar en los casamientos y los velorios, de repente con guitarra en mano se ponían a cantar aquellas canciones que eran comunes en esos tiempos.
En el velorio de Don Simon, estaban todos llorando ya que el que había fallecido en vida era un hombre generoso, ayudaba a los que llegaban a pedir comida o si les agarraba la noche les daban posada, no le gustaban los desordenes así es que cualquiera que requiriera la bondad, tenia que ser bajo las reglas del finado. Les había levantado sus casas a las señoras que se habían quedado solas y no tenían quien por ellas ni donde vivir, les daba la provisión cada mes de alimentos, como el ganado daba buena leche era una obligación de que antes de vender primera se les proveyera a las necesitadas. aunque no era católico ayudaba en la construcción de espacios para los niños en la catequesis.
En la cortas de cafetales que comenzaban en diciembre se hacia una fiesta para todos los cortadores, familias completas llegaban a realizar la labor, antes de comenzar se hacia fiesta y al terminar también. Muchas familias salían bien alivianadas con su dinerito producto de la corta, lo que les permitía poder hacer sus cositas en sus casas. Pues los compadres estaban bien a pichinga en el velorio y a uno de ellos se le salio en su borrachera decir que el difunto era un mañoso. La gente al escuchar esto expulsaron a los dos compadres por que ya su sola presencia era ofensiva.
Los compadres caminaron por toda la calle principal hasta llegar al calvario y descendieron por la borrascosa calle que desafortunadamente pasaba por el cementerio, ya se habían oído a gente hablar de que ahí asustaban, que se veían sombras, que se oían lamentos. Los dos compadres iban bien sonados se habían tomado cuatro botellas. Cuando pasaban por inmediaciones uno de ellos sintió que le tocaron el hombro y profirió una mala palabra, el otro compadre le insto a que no dijera nada y que siguieran para salir, ambos sudaban helados, sentían una brisa paranormal en su espaldas, pero no se atrevían a mirar atrás, a uno de ellos se le reventó el zapato, pero tanto era el miedo y el deseo ´por salir del cementerio que lo dejo, sentían que era interminable salir, y estaban mas cansados, como si de repente se les fuera haciendo mas pesado el cuerpo.
Cuando al fin lograron salir atrás se escuchaba una risa, y ambos estaban con fiebre, en eso se les atravezo un gato negro y dieron un grito de miedo. Contaba el abuelo que desde ese día, no volvieron a tomar, estaban muy sobrios y ya no se les veía en los casorios y velaciones. de como terminaron sus días ellos, el abuelo no dijo nada… solo quedo el recuerdo de aquellos que decían ser galleros, pero llegada la prueba fueron cobardes.
Atte
El Soñador Eterno