Revista Coaching

Historias paralelas

Por Juanmartinezsalinas76

Foto verano 2012 Juan Martínez Ángel y Candela no eran amigos, ni familia, ni compartían generación. Ni siquiera, vivían en la misma ciudad ni tenían nada en común. Excepto, su trabajo. Tanto Ángel como Candela eran consultores de recursos humanos.

Candela tenía 50 años y había trabajado durante 20 años en el departamento de recursos humanos de una empresa del sector de la construcción. Como en muchos casos actuales, la crisis de su sector la llevó, en 2002 al otro lado; pasó de ser reclutadora a ser candidata. 

Ángel, por el contrario, joven de 26 años que había trabajado un par de años en una consultora de selección especializada en el sector inmobiliario, comercial y de fomento y había promocionado bastante rápido. En la actualidad, era el responsable de selección en una multinacional dedicada a la construcción y al fomento. Él había aprendido en esta empresa, sobre la marcha, viendo el modus operandi de sus antecesores y con la experiencia acumulada en su anterior empleo.

Perilis S.A sacó una vacante de director de recursos humanos en una empresa del grupo en el que trabajaba Ángel, dedicada a la construcción de naves y viviendas, que tenía su sede en Galicia. Esta empresa estaba ubicada la comunidad autónoma de residencia de Candela. Nos encontrábamos en junio del 2013 y Candela ya llevaba más de una año en búsqueda activa de empleo.

Perilis S.A subcontrató con la consultora de recursos humanos gallega “La Oportunidad”,  las primeras fases del proceso de selección, especificando claramente el tipo de perfil que buscaba: lo principal es que fuese una persona con amplia experiencia en empresas del mismo sector, con disponibilidad para viajar cuando fuese necesario y con amplios conocimientos de gallego e inglés.

La consultora realizaría su selección. Ángel solicitó tener  5 candidatos finales a los que él entrevistaría directamente, teniendo en cuenta los correspondientes informes de todas las pruebas previas realizadas por la consultora.

Candela tuvo la suerte de ser uno de esos 5 candidatos finales del proceso, pasando de forma destacada y brillante las diferentes cribas preliminares con la consultora. Los 5 perfiles finalistas eran diversos y diferentes aunque todos cumplían los requisitos solicitados por Perilis S.A. Tras las pruebas, llegó el día de las entrevistas.

Aunque no se había especificado en el perfil, Ángel era de la opinión que la empresa necesitaría a un hombre para desarrollar el puesto al tratarse de una empresa con personal mayoritariamente masculino, y no muy mayor, pues la edad media de la plantilla estaba en los 36 años.

Como buen profesional, Angel estuvo analizando a todos los candidatos. Candela era la única candidata femenina, frente a 4 hombres. Ella obtuvo buenos resultados en las pruebas con un informe muy interesante que le llevó al seleccionador a pensar que no se dejaría influenciar por sus ideas preconcebidas.

La aspirante llegó puntual como un reloj. No obstante, justo antes de la reunión, a las 16:55, Ángel recibe una llamada de otra empresa, que responde. Desafortunadamente, la conversación dura más de la cuenta y la finaliza a las 17:20, y por tanto, la entrevista comienza tarde. Como suele pasar en este tipo de reuniones, le pidió a Candela que le relatase su experiencia en esa misma posición en empresas del sector, incluyendo una batería de preguntas sobre las dudas que le surgían. Esta parte quedó muy clara y muy bien sintetizada y explicada por Candela donde dejó claras sus tareas, logros, dificultades y objetivos alcanzados. El resto de la entrevista versó sobre cómo se vería Candela trabajando en una empresa con solo hombres y con una edad muy por debajo de ella. Ella dejó claro que está habituada a trabajar en ese sector, con personas de diferente sexo y edades sin haberle generado problema alguno. Mientras los varones entrevistados dispusieron de hora y media de entrevista, ella, no llegó a los 45 minutos.

Ángel pidió a La Oportunidad que le sugiriese por orden de prioridad cuál de los 5 candidatos le recomendaba. Su sorpresa fue cuando la consultora apostó por la mujer, que claramente no era su primera elección. Desgraciadamente, no fue la seleccionada. El motivo aducido por Ángel fue que otros candidatos encajaban mejor con el perfil que él buscaba.

Ella había generado esperanzas pero encajó bien la noticia porque sabía cómo era llegar al final en un proceso de selección y se sabía poner en el lugar del que tenía que decidir al haber ella desempeñado ese rol.

Pasaron los meses. Candela había comenzado a trabajar como responsable de recursos humanos de Siresa S.L, dedicada a la construcción y rehabilitación con su sede central en León, en diciembre del 2013. Por su parte, Ángel, debido a la compra del  grupo empresarial en el que trabajaba y a un cambio estratégico en los puestos de responsabilidad, fue despedido en enero del 2014. Fue algo que no encajó muy bien y no era tendente a ponerse en el lugar de la otra parte, por lo que generó una posición bastante amarga contra su antiguo empleador.

El caprichoso destino iba a volver a unir a Ángel y Candela. Siresa precisaba un responsable de recursos humanos para el área de rehabilitación en Madrid, lugar de residencia de Ángel.

Ángel hizo llegar su candidatura porque encajaba con el perfil solicitado, tenía experiencia en el sector y cumplía el resto de requisitos necesarios. Llegó sin problema a la entrevista final con Candela, a la que llegaron 3 candidatos solamente. Candela se acordaba de Ángel, algo que fue recíproco. Él quería el puesto pero el fantasma del pasado le hizo desarrollar una actitud en la entrevista un tanto agresiva. Empezó a pensar que ella le rechazaría por venganza. Ángel, en todo momento, fue con prepotencia y superioridad, dejando claro que él controlaba todas las funciones, se explicaba con seguridad pero, al mismo tiempo, con prepotencia. Sin él saberlo, era el candidato que a priori mejor encajaba. Finalmente, no fue seleccionado para el puesto, simplemente por su actitud no por su capacitación y preparación para el puesto. Él, por supuesto, tenía claro que había sido descartado por razones personales.

Pasaron de nuevo los meses y llega mayo de 2015. Ángel encontró trabajo en una consultora de recursos humanos de Madrid y Candela seguía trabajando en Siresa S.L.

Si bien el azar le había llevado a algún altibajo en el ámbito profesional, Ángel, en febrero del 2014, conoció a Sofía, con la que empezó a salir y desarrolló su relación. Al poco tiempo ambos ya hacían planes de futuro. Llegó el momento, en el que no hubo más remedio que presentar a los padres. Se conocían de oídas y de fotos, pero no se habían encontrado todavía. Sofía encajó muy bien con la familia de Ángel. Llego en día en que Ángel iba a conocer a los padres de Sofía, a mediados de junio de 2015. Sofía se había ido un par de días antes y quedó directamente en el domicilio de sus padres con su novio. Ángel entró en el portal y coincidió en el ascensor con Candela, una cara que no olvidaba. ¿Qué hacía esta mujer que no me dio aquel empleo en esta casa? Candela también pensaba que conocía al chico. Ella presionó el 5 en el ascensor, que era, justo, el piso al que él iba. Al salir ambos se dirigieron al 5º C y la incomodidad surgió en el ambiente.

Fue entonces cuando la cara del chico le trasladó a sus experiencias pasadas y se lo tomó a risa como una casualidad de la vida. Tras reírse todos, Ángel le pregunto a Candela por qué motivo no le seleccionó. Él, dijo, sabía que había sido porque él previamente no la contrató. Candela respondió que su decisión de no contratarle fue por actitud en la entrevista y no por valía y perfil. Ángel se quedo contrariado y sin saber qué responder. Candela, igualmente, le pregunto por qué ella no había sido su elegida y Ángel se sinceró y le explico que fue por sus prejuicios y que había sido un gran error.

Ángel se dio cuenta que sus prejuicios y sus impresiones posteriores le habían hecho pensar lo que no era en dos ocasiones en las que ocupaba un rol diferente.

Queda claro que, en muchas ocasiones, las cosas no son lo que parecen y que debemos ir más allá de nuestra primera impresión. Debemos asumir que la actitud es un elemento que nos puede abrir o cerrar las oportunidades. También uno debe ser capaz de cambiar su forma de pensar y dar una oportunidad al talento con independencia de qué cara lo represente porque éste es heterogéneo. A veces, nuestros pensamientos nos hacen ver fantasmas donde no los hay. Igualmente, está claro que en la vida las casualidades no pasan porque sí y, en determinadas ocasiones, las historias y las personas tienen una conexión caprichosa, graciosa y concienzuda para aprender la lección adecuada y, así, avanzar.


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