Revista Asia
Él todavía se arrepiente de no haber llevado a su hijo a cruzar la frontera y empezar una nueva vida en China. Dejó una nota y se marchó sin poder despedir de su primogénito. Cuando llegó a la estación de tren para comprar el billete, había visto a numerosos niños vagabundeando por los andenes y ancianos pidiendo unas monedas a los transeúntes. El notó el nerviosismo de la gente viendo los temblores de sus manos. Todos querían irse para no desaparecerse. "Cuando subí al tren a los pocos minutos se paró por falta de electricidad. En los asientos estaba lleno de gente agobiado por la situación. Algunos saltaron por las ventas para airearse un poco. Debimos esperar horas hasta que se arrancó".
Vio como su esposa y sus dos hijos pequeños caían en la debilidad. No quería que su hijo mayor tuviera también aquel trágico desenlace. "Le dije que fuera un soldado ya que ahí podía estar más seguro respecto a la comida y al alojamiento". Desde que salió de su casa, perdió el contacto con su hijo para siempre. Se muestra preocupado: "¿Y si le hubiera pasado algo por la nota que le escribí? Solo pido a Dios que le proteja y que me perdone. Volvería a Corea del Norte para poder traerle aquí. Sería la persona más feliz del mundo si recibiera una llamada o una carta suya cualquier día de estos". El diario de Corea del Norte