Acabo de recibir un mensaje, que por lo menos, tengo que definirlo como curioso:
Nos podemos en contacto con ustedes para plantearles un propuesta de colaboración con su web hluisgarcia.es , ya que trabajamos temáticas muy similares. Actualmente estamos buscando colaboradores y socios en las siguientes líneas:
1. Posibilidad de redactar un artículo sobre tarot, misterio o cualquier tema sobre esotérico o paranormal, que les interese para ser publicado en su web, incluyendo un link dofollow con un anchor text determinado. El ampliar contenido ayuda en el posicionamiento en google.
No sé por donde han visto la relación entre mi web y el esoterismo Aquí, lo más parecido a todo eso, son los relatos de terror que se ofrecen; pero vamos, supongo que esta gente sabe que son ficción. Seguramente que es por ello que me escriben, porque la ficción y la superchería es lo único que hay detrás de todo lo esotérico, por mucho programa de Cuatro que hagan sobre el tema y por mucho que el Iker Jimenez llame a su plató a todos esos expertos en cuentos chinos, tan aficionados ellos a inventarse nombres que no dicen nada, como parapsicología, percepción extrasensorial, telequinesia, telepatía, precognición, clarividencia, experiencias extracorpóreas, espiritismo y poltergeist. Un listado de palabras sin ninguna realidad detrás, salvo la de atemorizar a los crédulos, y que han servido para darle de comer a un ejército de ignorantes que pregonan (a mi no me cabe duda de que siendo plenamente conscientes de sus mentiras) una realidad paralela con unas leyes físicas distintas de las que solo algunos elegidos llegan a ser plenamente conscientes y a dominar.
La versión más moderna de todo esto es la de los ovnis, esos objetos volantes que, como no son plenamente identificados, a estos esotéricos no les cabe duda de que son naves siderales tripuladas por inteligencias alienígenas. Alienígenas que además, ¡oh, sorpresa! llevan desde el principio de los tiempos viniendo a éste mundo a enseñarnos a hacer pirámides, a buscar oro o a hundir la Antlántida; a enseñarnos alta tecnología y a esconderse después de todo ese trabajo. Porque sí, señores y señoras, a estos tipos no les cabe la más mínima duda de que el ser humano es un ser inferior que no es capaz de grandes logros si no es con la ayuda de inteligencias superiores. Llegados a éste punto, ellos tienen de todo para ofrecer: dioses, almas, fantasmas y espectros si eres romántico, y extraterrestres, hibridación alienígena, bases secretas y conspiraciones de todo tipo si eres más tecnológico. Lo que sea con tal de que la gente se crea inferior, piense que existen fuerzas que escapan de nuestra comprensión y por lo tanto, necesiten guías que les enseñen e interpreten sus acciones. ¡Vamos! que nos dejemos gobernar por la ignorancia y la superstición para que así ellos puedan hacer y decir lo que quieran, porque ya se sabe que, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey.
Yo cada vez que escucho hablar de todas estas cosas, con el convencimiento tan grande con el que hablan estos falsos expertos, me enfado. Sé que no debería de hacerlo, que debería de ignorarlos simplemente y ya está. Pero no puedo, es superior a mí. Siento que se están riendo en mi cara con tantas mentiras, que me están llamando tonto, que se creen que me tragaré todos sus cuentos sin rechistar y que después incluso les compraré uno de sus libros e iré a que me lo firmen.
Sé que hago mal incluso en debatir con ellos, o contra ellos. Pero creo que ha llegado el momento en que hay que llamar a las cosas por su nombre y cantarles las cuarenta a todos estos falsos profetas. Y sí, señor fanático de lo que seas, que te quede muy claro que ni existe dios, ni los espíritus, ni el cielo ni el infierno. Y por mucho que mueras matando, nadie te dará setenta vírgenes en ninguna otra vida ni te llevará a ningún paraíso. El universo no está hecho para nuestro disfrute y el planeta Tierra ha existido durante millones de años sin nosotros y lo seguirá haciendo cuando desaparezcamos. No existe ninguna creación, no existe ninguna finalidad en la vida, ni está ésta escrita, ni tan siquiera hay líneas trazadas. Nadie puede saber lo que pasará en el siguiente segundo, nadie. No hay un reino en los cielos ni un pueblo elegido. La normas de convivencia nos la imponemos los hombres, nadie nos las dictó en unas tablas y sí, somo muy capaces de prosperar y progresar por nosotros mismos, sin ayudas externas.
Sé que a muchos todo esto les da miedo, que prefieren pensar que existe un control, donde sea (“llámalo X, llámalo energía”, cantaba Sabina) porque eso les da seguridad. Y eso es de respetar. El pensar que hay algo más que está vida, que otra vida mejor a ésta puede servir de inspiración para mejorar el presente, es digno de todo el respeto. Una cosa no quita la otra. Pero eso es más una filosofía de vida que una religión. Un modo de vivir que una obligación. Y desgraciadamente, separar una cosa de la otra, a lo largo de la historia de la humanidad, casi nunca ha sido posible.