El Parque Natural de las Hoces del Duratón ocupa más de 5.000 hectáreas en la provincia de Segovia. Se trata de un profundo y sinuoso cañón, de más de 27 kilómetros de longitud, labrado sobre la meseta caliza por el río Duratón en su descenso hacia el Duero.
Este lugar ha atraído al hombre desde la prehistoria, que ha dejado huellas de gran interés histórico y cultural. Por ejemplo las pinturas rupestres del neolítico en las cuevas del cañón; la Cueva de los Siete Altares, uno de los primeros templos cristianos de la provincia; ermitas románicas; monasterios… Algunas de estas se encuentran en los lugares más abruptos del cañón, imprimiendo, aun si cabe, más belleza al paisaje natural.
A lomos del cañón se encuentra Sepúlveda, una villa medieval excepcionalmente bien conservada, que alberga uno de los patrimonios románicos más importantes del país.
La discontinuidad natural que crea el cañón en la meseta es aprovechada por numerosas especies animales y vegetales. La vegetación es llamativa, con un contraste de sabinares, extensos pinares y el soto fluvial.
Pero lo más llamativo son las aves, entre las que destaca la colonia de buitre leonado, la más importante de Europa, con más de 600 parejas, por lo que es imposible no verlos, incluso en ocasiones a escasa distancia.
La oferta gastronómica es importante, con uno de los mejores corderos lechales del país, asado en horno de leña, y una variada repostería.
De la historia de los hombres que sembraron de carácter el lugar …
A lo largo del cañón se han encontrado restos del neolítico, fechados en el 3.000 a.C., entre los que destacan pinturas rupestres, de carácter esquemático, situadas en covachas de las zonas más escarpadas. Algunos investigadores creen que estos primeros pobladores otorgaban al cañón un carácter sagrado.
Desde entonces las Hoces del Duratón han estado habitadas ininterrumpidamente: arévacos, romanos, visigodos, árabes, etc. Algunos de los restos que nos han dejado son de gran interés, como la necrópolis visigoda de Sepúlveda, con 666 tumbas, y la Cueva de los Siete Altares, también en Sepúlveda. Esta última fue primero ocupada por los hombres del neolítico y posteriormente convertida en templo cristiano por los visigodos, quienes escavaron diferentes hornacinas y lo decoraron con pinturas.
Sin duda una de las etapas más movidas en este territorio fue durante la reconquista, cuando moros y cristianos se lo disputaron una y otra vez.
El patrimonio románico de Sepúlveda es de los más importantes del país. Destaca la iglesia de El Salvador del S XI, que probablemente fue la primera iglesia románica de Segovia. Otras muestras románicas significativas son la iglesia de la Virgen de la Peña y la iglesia de Santiago, en donde se alberga la casa del parque.
Aguas abajo del Duratón, hacia el norte, sobre los cortados del cañón se encuentra la ermita de San Frutos. Cuenta la leyenda que en el siglo VII vivía un Eremita, de nombre Frutos, en las cuevas del cañón. Cuando los moros tomaron la zona fueron a buscarle para apresarlo, pero Frutos se refugió sobre los cortados. Llegado un momento Frutos les indicó que no pasaran de cierto lugar. En ese momento se abrió la tierra y Frutos quedó a salvo de los moros separado por una profunda grieta. A este promontorio se accede salvando la grieta por un puente.
En el S XI se construye un pequeño monasterio en este mismo promontorio, que Alfonso VI dona al monasterio de Silos (Burgos) en 1076. Poco después el abad de Silos ordena construir la actual iglesia de San Frutos, uno de los lugares más hermosos del parque.
Además de su privilegiada historia y naturaleza, el Duratón tiene una destacada oferta gastronómica, entre la que destaca el cordero lechal asado en horno de leña, sin duda uno de los mejores del país. Hay que exigir que este cordero proceda de las ovejas de la comarca, pues así estaremos contribuyendo a conservar este paisaje. También hay que probar su variada repostería, pues en el entorno de la plaza mayor hay tres reposterías con varias generaciones en activo, toda una tradición.
Del paisaje natural y sus protagonistas …
En la parte superior del cañón, situada a 1.000 metros de altitud, se extiende una paramera caliza, en donde predomina el sabinar, un bosque muy abierto con sabina albar (Juniperus thurifera) y algún enebro (Juniperus communis), entre los que se desarrolla un manto de plantas aromáticas, con tomillo, salvia, espliego, etc.En la ribera, junto al río, se desarrolla un bosque de galería con alisos, sauces, álamos, olmos, fresnos y arces de Montpelier. En algunos tramos se ha aprovechado para plantar choperas que en otoño resultan espectaculares.
Hacia el oeste, sobre los arenales segovianos, hay grandes pinares de resinero (Pinus pinaster), especie que ha sido favorecida por el hombre para la producción de resina, actividad que todavía se mantiene.
En el parque viven corzos, jabalíes y nutria, entre otras especies. En los últimos años también se ha asentado el lobo, aunque prefiere la zona de la sierra.
Sin embargo, lo más llamativo son las aves, sobre todo las rupícolas, es decir las que habitan en los roquedos. Destaca la colonia de buitre leonado, la más importante de Europa, con 658 parejas (2011), a las que habría que sumar otras 400 parejas que anidan en otros paredones del río Duratón y sus afluentes, pero ya fuera del parque.
En la Guía del Parque proponemos una senda de 12 kilómetros, que resulta un poco larga porque no es circular, pero que vale la pena. Atraviesa una importante Zona de Reserva, por lo que para hacerlo entre enero y agosto se precisa de autorización que dan en la Casa del Parque.
Buen viaje!!