Mientras toda España tenía los ojos puestos en Sudáfrica -a través de la pantalla del televisor-, Rafael Cabanilas recorría la parte oeste del continente del mismo nombre dejando que fueran los africanos, grandes aficionados al fútbol, quienes le pusieran al día sobre los avances de la roja.
Acompañado de su mochila y un guía, Tourbate, -que más que guía era amigo-, Rafael recorrió casi 4.000 kilómetros conociendo lugares remotos, y no tan remotos, de Togo, Benín, Burkina, Ghana y Costa de Marfil. Cargado siempre con la cámara y su pequeño bloc de notas, el autor fue recogiendo vivencias, retratos, paisajes y acontecimientos para ofrecérnoslos ahora en su último libro, 'Hojas de Baobab'.
Un libro de viajes en el que comparte con el lector los usos y costumbres de quienes, por unos meses, fueron sus anfitriones. Desde aspectos rutinarios, como la preparación de la comida o el cuidado de los niños, a rituales ancestrales, como la 'escarificación', (heridas que dejen una cicatriz como señal de pertenencia a la tribu, práctica que etá, felizmente, en vías de extinción) o las sesiones de medicina alternativa, que experimentó personalmente y, según cuenta, fueron "mano de santo" para su riñón.
El libro se adentra por la zona que habita el pueblo Tamberma, sin duda una de las civilizaciones más interesantes de África y cuyas construcciones han sido declaradas por la ONU Patrimonio de la Humanidad; recorre las porosas fronteras de estos cinco países tan estrechamente unidos entre sí, y frecuenta las estaciones de autobuses como la de Wa, "una explanada de tierra con una caseta donde se despachan los billetes, un cartel publicitario y un par de bancos par la espera", aderezando las descripciones con anécdotas y contratiempos que nos recuerdan que, si bien en algunos lugares la África de los 60 que contaba Kapusckinsky no ha cambiado demasiado -"Saldremos cuando el autobús se llene", "No arranca, por mucho que la empujen, no arranca"-, en otros se han registrado brutales cambios de la mano de las nuevas tecnologías, la inversión china o la cooperación al desarrollo.
Típicas construcciones de los Tamberna, los grandes albañiles
de África. Foto: © Rafael Cabanillas
Una 'radiografía' africana que se completa con unas líneas de historia, imprescindible para que el lector pueda tener en su cabeza el cuadro completo de los países que se tratan. Tan sólo unas pinceladas, lo mínimo para empezar a entender esta zona con historias tan complicadas como la de Costa de Marfil, país al que finalmente el autor no llegó a entrar, en una decisión de última hora tomada cuando ya enfilaba la frontera y después de pagar el enésimo peaje, en este caso, 5.000 Cfas a las Forces Armées Ivoiriènnes. Hace de esto 12 meses, pero ya entonces escribía Rafael "que la guerra estaba próxima". Premonitorio, sin duda, pero me cuenta que sólo hacía falta conocer un poquito el país, para saber lo que iba a pasar.
"Hubo momentos duros", reconoce el autor, que el pasado jueves presentó su libro en la tienda National Geographic de Madrid, "pero sin duda mereció la pena". Igual que merece la pena leer este relato, para conocer así a Tourbate, cuyo nombre quiere decir, precisamente "hojas de baobab", -un nombre raro pero para el que su madre tenía sus motivos-; o al rey que quiere saber qué es eso de Internet; a las mujeres que viajan juntas desde Costa de Marfil a Burkina para enterrar a su marido, o al barquero que no sabía leer.. Un viaje lleno de historias, de paisajes y de anécdotas, pero sobre todo, "de personas que te llegan al corazón, que te dan una lección de humanidad".
* Rafael Cabanillas es el artífice del proyecto 'Cine para África', del que ya hablamos en su día en el blog.