Las hojas de romero se escogen con la tesitura propia de hechicera para dar magia que alegre y conforte a todos los sentidos, dos tazas como medida mínima para un cuerpo necesitado de su milagroso hacer, la almendra —que compite en aroma con el romero— se agrega en forma de una taza de tibio aceite, la sal marina se equilibra por cucharadas y son tres las requeridas, añádesele a esto la mirada, única de cada mujer, que encierra el petitorio a cumplir por el ancestral baño. Una tina no podría faltar, ni ducha ni jofaina harían la labor, la ceremonia de hundirse lentamente en la tina forma parte inseparable del ritual, saborear el vaporoso aroma que limpia los recuerdos y energiza el espíritu, he ahí la magia, delicados dedos que se entremezclan con las flotantes hojas de romero en un íntimo abrazo…