Revista Cuba

Hola ¿Izquierda? ¿Unida?

Publicado el 24 julio 2016 por Yusnaby Pérez @yusnaby
IUnuevo

Debería ignorarles o ponerles en el quinto lugar de la lista de temas por los que suelo escribir de vez en cuando, pero sabiendo lo mucho que les gusta eso que en mi tierra llamamos “ser plato de segunda mesa” no voy a darles esa satisfacción, más bien voy a dejar que se lleven todo el protagonismo por el despliegue de miseria humana demostrada en una publicación de hace un par de días donde con la hipocresía propia de sus discursos y un cinismo más bien mediocre se han burlado de las grandes dificultades que atraviesan los venezolanos para comer –da igual si comida basura o saludable.

Terrible noticia. Los venezolanos no podrán comer comida basura. https://t.co/FPA64gN9Dr

— IU Madrid (@IU_Madrid) 21 de julio de 2016

En primer lugar me pregunto cuál es la dieta de los integrantes de lo que queda de su partido, ese que se vendió por un quinto malo y de paso pagó la cama para poder entrar en el Congreso de los Diputados en las elecciones del pasado mes de junio. Ya sé que el marisco es muy sano, pero claro, queda como feo decirlo en voz alta. Mejor es comerlo calladito en las butacas de business cuando con dinero público de mi país intentaban sacar provecho del humo que en España nunca han podido vender a la mayoría, pues antes que los prepotentes de Somosaguas no pocos ya habían sacado provecho del dinero de los venezolanos.

Hola ¿Izquierda? ¿Unida?

España es un país donde es imposible escapar de las orillas. No hace falta que uno se identifique con un lado u otro, ya se encargan de hacerlo los demás: si no es con ustedes, a la derecha. Siendo venezolana no crecí en medio de ese veneno de “izquierdas y derechas” por el que tanto pelean de este lado del mundo. Esa división la sembró un hombre que llegó al poder contando una cosa y como es evidente, murió matando al dejar otra bastante distinta. Sin embargo,  esto no es para hablar de la porquería que sembró Chávez, ni de las alabanzas que  casi “rodilla en tierra” ha soltado más de un dirigente de este partido dentro y fuera de sede parlamentaria. No es para hablar sobre cómo se atragantan justificando el sapo de la dictadura cubana, invitan al Parlamento Europeo a condenados por terrorismo, votan contra la defensa de los derechos humanos de los presos políticos, ni de porqué llaman golpistas a los jóvenes que salen a protestar a las calles caraqueñas mientras los que hacen lo mismo en Madrid tienen el derecho de llamarse “indignados”. No, esto es para algo mucho más simple.

http://okdiario.com/internacional/2016/06/11/parlamento-europeo-denuncia-que-venezuela-hay-2-000-presos-politicos-203222

Cuando a inicios de este siglo mi sobrina me acompañaba a dar una vuelta, muchas veces quería pasar por una cadena de comida rápida, no a llenarse de hamburguesas, sencillamente a merendar un helado y tal vez a jugar en la piscina de pelotas. La comida chatarra no le gustaba, había aprendido que era más sano un pan con queso paisa. Mi sobrina ya es adulta, no se plantea comer en un restaurante de comida rápida, ni siquiera en un carrito de perros calientes. Sus motivos no son el temor a la celulitis o el colesterol, tampoco un profundo sentimiento antiimperialista, no. La principal razón por la que permanece bastante lejos de una hamburguesa famosa es que como su abuela,  sus padres,  sus tíos, sus amigos… debe pasarse el día haciendo cola para comprar comida. ¿Sana? ¡No! Simplemente comida, la que encuentre, la que se pueda permitir.

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Además de miserable, es ridículo que un partido político que dice preocuparse por los más desfavorecidos aplauda que una empresa deje de comercializar un determinado producto por la dificultad para hacerse con los ingredientes que lo componen. No me parece que en España ni en ninguna parte del mundo sean precisamente los ricos quienes el fin de semana (si es que pueden) se comen una hamburguesa con patatas y refresco. Pero esto un partido “de izquierda” ya debería saberlo, supongo.

El problema en Venezuela no es que la gente ya no pueda gastarse su propio dinero consumiendo hamburguesas en una ninguna parte, es que no puede gastar el dinero en nada. No hay comida, y las opciones para conseguirla van desde dejarse chantajear por el gobierno a cambio de una bolsa cuyo contenido no es precisamente una oda a la salud, recurrir a las mafias que encabezan los propios militares pagándoles por un producto unas sententa veces –sí, SETENTA VECES su valor– cruzar fronteras como en las hambrunas africanas para ir a comprar en Colombia con la esperanza de que a la vuelta cada control de la Guardia Nacional Bolivariana no se quede con una parte o todo lo adquirido, esperar a que los familiares en el extranjero se las arreglen para hacer llegar aunque sea leche o toallas sanitarias, hasta utilizar una avioneta y hacer la compra en Aruba o Miami –esta última opción si eres del gobierno, claro.

Cada quien es libre de tirar el dinero en lo que más le guste, y la verdadera pena es que en Venezuela esa libertad no existe. Obviamente eso ustedes no lo saben, porque “hablar paja” desde España con la madre tomando el sol durante el verano o visitando a los familiares en el pueblo es muy sabroso. Seguro que si la tuvieran con esta misma temperatura haciendo cola todos los días desde la madrugada para comprar un kilo de arroz, leche o pasta,  el chiste no sería tan divertido. Fíjense que la libertad en España llega hasta tal punto que muchos en lugar de tirar el dinero en hamburguesas, lo tiran en cuotas de afiliación a partidos políticos que prefieren vender sus “principios” a cambio de una curul más en el Congreso.

Hola ¿Izquierda? ¿Unida?

Qué sabroso es poder elegir entre un bocadillo de calamares y un Big Mac,  entre una caña y una Coca-Cola, entre churros y porras. Qué sabroso es decidir que ahora conviene más almorzar con gazpacho y ensalada en lugar de un cocido. Qué sabroso es tener un país donde si no gusta el que gana las elecciones se marea la perdiz para convocar a otras. Qué sabroso es hacer cola para lo que a uno le gusta y no para lo que a uno le toca.

No voy a hablar sobre la cantidad de gente que come una vez al día, ni sobre la que se va a la cama sin cenar. Tampoco voy a hablar sobre las personas que han perdido veinte kilos en los últimos meses, ni de los niños que desde diciembre no van al colegio  porque no tienen qué comer. Todo eso a ustedes no les importa, de otra manera se les caería la cara de vergüenza ante esta situación. De los medicamentos tampoco hablaré, voy a esperar a que hagan un chistecito sobre la gente que se muere por no haber podido conseguirlos, a ver si ese día me explican qué carajo significa eso de “Izquierda” y ya si eso, también lo de “Unida”.

Hospitales JM de los Ríos y periférico de Catia: La cara más fea de la "revolución bonita" https://t.co/8hmaiatzBc pic.twitter.com/j0TdEkYetQ

— NTN24 Venezuela (@NTN24ve) July 23, 2016

Lo bueno de todo esto es que tarde o temprano los venezolanos vamos a volver a comer lo que queramos, sin hacer cola, sin que nos marquen como ganado, sin que ningún indecente se burle de nosotros. Lo malo para Izquierda Unida es que esa gente con valores tan mezquinos como para mofarse de lo que se vive en Venezuela seguirá comiendo estiércol toda su vida.

Fotos:

runrun.es

Tablas:

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