Revista Opinión

¡Hola! Soy Güelmi Norime

Publicado el 07 septiembre 2013 por Miguelmerino

Ahora van a ver quién soy yo, se dijo, con su nuevo vozarrón de hombre…

El último viaje del buque fantasma, Gabriel García Márquez

Supongo que a usted, querido lector, le dará igual saber quien soy. Incluso le dará igual que yo le considere como querido lector. Aun más: es posible que eso de “querido” lo crea un exceso de confianza por mi parte. ¿Quién soy yo para llamarle querido? De acuerdo, seguramente tendrá razón; tanto en que le dé igual quién soy, como en lo confianzudo que resulta el susodicho adjetivo. Aun así, voy a seguir adelante, señor lector. Abandono lo de querido, pero no la intención primera y en cuanto a lo de señor lector, considérense incluidas las féminas; soy del plan antiguo y utilizo el masculino como genérico y no pienso dejar de hacerlo. Transijo en lo de querido, pero en esto no concedo absolutamente nada. No esperen de mí un lectores y lectoras, ni mucho menos ese símbolo extraño que parece una a con pretensiones.

Bien. Como les decía en el título, soy Güelmi Norime y me he sentido obligado a presentarme ante ustedes porque el señor autor de este blog me ha llamado ni más ni menos que seudónimo. Y lo que es peor, lo ha hecho en Bitácora de Macondo, una bitácora que tiene una parva de seguidores. Si hubiera sido aquí, que entran dos despistados y uno no sabe leer, ni me hubiera molestado, pero allí es otra cosa. No sé como se le ocurrió la infeliz idea, al autor de esa prestigiosa bitácora, de que una entrevista a este pelanas podría tener algún interés. Pero está claro que el mejor escribano echa un borrón. Sólo espero que no le salgan huyendo los lectores, pues parece buena gente. Pero al grano, que, si no, no termino de contar mi historia nunca. Y para eso es para lo que yo he tomado la palabra y para lo que usted, señor lector, se está tomando la molestia de seguir leyendo.

Como ya he dicho, no soy un seudónimo. En realidad, no lo he dicho, lo he dado a entender, pero tampoco se me pongan tiquismiquis, señores lectores. Bueno, el que no sabe leer si puede, no voy a pretender que encima sepa leer entre líneas. No soy ningún seudónimo:

1. adj. Dicho de un autor: Que oculta con un nombre falso el suyo verdadero.

Soy un personaje. Sí, señor lector, un personaje; y en toda la extensión de la palabra:

1. m. Persona de distinción, calidad o representación en la vida pública.

 2. m. Cada uno de los seres humanos, sobrenaturales, simbólicos, etc., que intervienen en una obra literaria, teatral o cinematográfica.

 3. m. Persona singular que destaca por su forma peculiar de ser o de actuar. El boticario del pueblo es todo un personaje.

De la acepción primera y tercera, a lo mejor van a tener que fiarse de mi palabra, que tampoco tengo por qué mentirles. Pero de la segunda tengo pruebas fehacientes y grabadas en piedra.

En la entrada intitulada: Día de difuntos, aparece una lápida con mi nombre, año de mi nacimiento y año de mi muerte. Y en la intitulada: El coleccionista de epitafios, también. El hecho de que las fechas de ambas lápidas no coincidan, añade veracidad a mi condición de personaje, pues sólo en esta condición se pueden soportar distintas fechas de nacimiento y óbito, y además seguir deambulando entre los vivos.

Una vez cumplido mi objetivo de reivindicarme como personaje, no tengo más que despedirme de ustedes, señores lectores, no sin antes agradecerles la atención prestada y en la confianza de que, la próxima vez que nos veamos, será en una historia, (contada por este autor ¡qué remedio!), y no que tenga que volver a coger la pluma y el tintero para ninguna otra reivindicación.

¡Salud, señores!


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