Cuando la mayoría de la gente viaja suele ponerse nerviosa; muchos como yo se estresan al tener que pensar que van a ponerse al día siguiente, con lo cual tener que programar cuanta ropa se necesita y adecuarla a la temperatura del lugar de destino a mi al menos, me pone de mal humor.
Dentro de la categoría del viajero, podemos incluir la figura del "visitante": Esos amigos o parientes que se dan una vuelta por tu casa y de paso aprovechan para conocer algo de Londres o Inglaterra en general. Ahora uno esta de este lado y una de las nuevas figuras del protocolo casero indican que uno se ha recibido de anfitrión sin haberlo estudiado. Y cuando digo "sin haberlo estudiado" no es irónico ni sarcástico, al contrario, es mas una autocritica porque soy un desastre.
Amigos y conocidos suelen ponerse nerviosos y necesitan organizar todo con mucha anticipación, y hay una especie de folklore que hace creer a muchos que por vivir acá se tiene todas las respuestas y todas las facilidades. Internet por ejemplo, deja de existir para muchos y uno se convierte en el intermediario viviente entre: Museos, Teatros, Estaciones de trenes, Aeropuertos y los que viven del otro lado del océano.
El problema no es recibir gente, al contrario. Cuando vienen mis suegros siempre programamos algún viaje por Europa y la pasamos genial, aunque mi suegro se la pase quemando tostadas y haga sonar todas las alarmas del lugar donde estemos. Con ellos el tema de "organizar" las vacaciones no es un problema porque lo hacemos nosotros y ellos se adaptan a nuestras sugerencias.
Es cierto también que con los familiares existe la ventaja de no sentirse en obligación todo el tiempo, pero al resto uno debe atenderlos, y cuando estas laburando y venís roto muchas veces tener que ir al supermercado a las 8 de la noche porque los turistas tuvieron un día muy ocupado te dan ganas de sacar una ametralladora. Cuando uno vive y trabaja en una ciudad tan cosmopolita como Londres los tiempos son mas cortos, las casas son mas pequeñas y ambos, tiempo y espacio pasan a ser dos de los bienes mas preciados que uno comienza a adoptar. A ver, no me tildes de amargo, siempre es mejor recibir visitas que llamadas.
Con las visitas todo es un volver a empezar y los lugares típicos londinenses pasan a ser una especie de maldición al cual uno no quiere ni asomarse. Mercadillos típicos como Camden Town o lugares icónicos como Notting Hill -y por supuesto la librería donde se filmó la película es una fija- son los destinos donde indefectiblemente todos quieren ir. No quiero hacerme el superado, cuando recién llegue yo también saqué la típica foto boluda pero el tema no es el lugar, sino la cantidad de veces que uno va.
Los recién llegados vienen con la ansiedad de conocer pero no tienen tampoco idea, y para hacerles justicia, no saben que vos ya llevaste a tus primeras cuarenta visitas y se interpreta como desgano o incluso "mal amigo" si no los acompañas. Caminar por Oxford Street es como si te condenaran a caminar con un collar de melones en el cuello durante ochenta cuadras donde lo único que ves es un mar de gente abarrotada para entrar a todos los negocios de ropa. El fin de semana es el momento donde hay que organizar un maratónico tour que te deja pelotudo y el lunes cuando te levantas a las 7 de la mañana lo único que querés es dejarles rodar una granada por debajo de la cama. Pero tranquilo, que uno va aprendiendo a reencontrar sus espacios y te das cuenta que no podes pasarte meses recibiendo visitas. El espacio no es mucho, los días son cortos y cuando salís de trabajar queres llegar a tu casa, ponerte en pelotas y jugar con tu pareja y tu perro revolcándote en la alfombra o simplemente,...no hablar con nadie.
La familia tienen la visa de permanencia, son los que te recuerdan que dejaste mucho mas que recuerdos en tu país y si bien para ellos son vacaciones el motivo mas importante es el reencuentro. Los amigos también te recuerdan muchas cosas y es muy lindo recibirlos, pero como dije antes, a un amigo no podes dejarlo de garpe, tenés que atenderlo y no podés decirle: "che, estoy molido, hablamos mañana?". Todos vamos construyendo cosas, y a nosotros nos toca hoy construir acá. Eso implica tiempos y compromisos que muchas veces no coincide con el chip que traen del otro lado.
Es cuestión de mesura, tolerancia y ubicación de ambas partes.
Vos vivís fuera de Argentina?, me contás si te pasa lo mismo así no me siento tan sorete?
Escrito por Sergio Feldmann