22/10/2011 20:58:39
La Sociedad Holandesa para la Eutanasia Voluntaria organiza por esta razón un simposio y espera ofrecer soluciones concretas. Hace veinte años Huib Drion, entonces vicepresidente de la Corte Suprema de Holanda lanzó la idea. Testimonio de Joty ter Kulve, una anciana de 84 años: « Lo primero que debe estar en la lista de la política para los adultos mayores es el respeto y la dignidad».
Hace veinte años, el debate sobre la eutanasia en Holanda introdujo un nuevo concepto: la «Píldora de Drion». Huib Drion, entonces vicepresidente de la Corte Suprema de Holanda, lanzó la idea de una píldora de suicidio que fuera fácil de obtener para ancianos, cansados de la vida.
La consecuencia fue una amplia discusión sobre si la píldora era deseable o no. Joty ter Kulve, quien a la sazón contaba 65 años, se involucró en el debate como una vehemente detractora. Dos décadas más tarde ha cambiado de opinión.
Testimonio de Joty ter Kulve, vehemente opositora
Cuando tenía 65 años estaba horrorizada con la idea de tener una «píldora de la muerte» en mi velador. Consideraba que el profesor Drion tenía una idea demasiado sombría de los «viejos solitarios», pero también de nuestra sociedad. También estaba influenciada por el hecho de tener un marido maniacodepresivo. Sabía mejor que nadie que los depresivos a menudo tienen deseos de morir y que eso se pasaba una vez que pasaba la crisis. Tenía miedo de que la píldora fuera a parar a manos para las que no estaba destinada.
Yo estaba entonces llena de vida. Ahora tengo 84 años y entiendo lo que significa ser viejo. Y lo que significa estar solo y abandonado en una casa o en un asilo cuando el cuerpo ya no te responde. Ser viejo es un deporte de competencia.
De modo que he cambiado de opinión. En realidad, solamente por el hecho de envejecer. Ahora soy de la opinión de que cada uno –también los ancianos- es responsable de su propia vida. Tú te mueres solo. Tú decides solo. Toda mi vida he debido tomar decisiones difíciles, ¿es que no puedo hacerlo ahora por tener 84 años?
Vida digna
En mi pensamiento prima la idea de la emancipación de las personas que envejecen. Lo primero que debe estar en la lista de la política para los adultos mayores es el respeto y la dignidad. El mejoramiento de la calidad de la atención también desempeña un papel muy importante. Y eso pasa también por escuchar la voz de los ancianos y tomarlos en cuenta. Participar en la labor social es una vitamina de trabajo muy necesaria.
Este año he perdido tres amigos muy queridos. Su historia ilustra la realidad que me ha hecho cambiar mi mentalidad. No existe la solución para un grupo, como tampoco para un grupo de ancianos. Cada persona es un individuo, con sus propios deseos, luchas, dolores y esperanzas de vida.
Esta primavera me llamó una amiga con la cual he pasado muchas penas y alegrías. Una mujer muy especial: muy espiritual y religiosa. Patrona de la iglesia reformada local y vehemente opositora a la eutanasia.
Me contó que el cáncer se había propagado en todo su cuerpo y que tomaría su destino en sus propias manos. Le pidió ayuda a su médico de cabecera pero éste se la negó. Yo entendí inmediatamente por qué me llamaba. Buscaba apoyo para su decisión y la respuesta de su médico la había confundido. Entonces le dije: querida, Dios no es un dios de reglamentos sino un dios de amor. Haz lo que creas que Él crea que es tu camino a seguir. Finalmente se trasladó a un asilo, donde el médico residente apoyó su decisión. Murió apaciblemente.
Yo tenía un querido amigo en una casa de reposo. Tenía 90 años, su mujer y sus dos hijos habían muerto. Era un hombre fuerte que sobrevivió un campo de concentración japonés con su hija de un año. Se había quebrado la cadera y su médico ya no se atrevió a que le operaran. Desde hacía mucho tiempo tenía la sensación de que su vida se había acabado. Decía: ¿por qué Dios me castiga dejándome vivir tanto? Decidió dejar de comer y de beber. Dejarse morir se llama eso. A veces dura algunos días, algunas veces semanas. Con mi amigo duró mucho tiempo. Quizás todavía tenía un lazo muy cercano con su hija. Yo encuentro que dejarse morir es una forma horrible de abandonar este mundo. ¿Por qué permitimos eso como sociedad, mientras se dificulta tanto la eutanasia?
Mi hermano murió esta primavera. Era ginecólogo y pasó toda su vida luchando por la emancipación de la mujer. El control de la natalidad, según él, era la única posibilidad de mantener el planeta habitable. En los años sesenta era partidario del aborto. Era un gran defensor del derecho de decisión de las personas. Mi hermano, al igual que Huib Drion, murió apaciblemente mientras dormía.
Drion, mis amigas y mi hermano son personas que siempre se preocuparon por la gente y por la sociedad. Toda sociedad necesita personas que se atrevan a seguir un camino distinto, que luchen por lo que creen que es justo, pero que también tengan el valor de decir: lo que yo decía no era correcto, perdón profesor Drion.