La instantánea recoge el momento en el que el Sr. Hollande junta a sus tres mujeres, Valerie, inclinada, Segolene a la izquierda y Julie detrás, durante un acto en la campaña de 2.012. Se conoce que la presidencia francesa acarrea la necesidad o el deseo, que tanto da, del concubinato y de la promiscuidad; Sarkozy tiene un brillante historial de seducto, del Sr. Giscard tenemos historias para todos los gustos y Mitterand tenía una hija fruto de su relación extramarital. No sabe uno si los franceses, en general, tienden a este tipo de infidelidad conyugal o de pareja, pero el elíseo tiene algo que conduce inexorablemente a sus inquilinos hacia el pecado. Por otro lado, la erótica del poder se manifiesta en toda su plenitud en el caso del Sr. Hollande, cuyos atractivos físicos no parecen llamar demasiado la atención, aunque puede tener siempre algún otro oculto a los ojos ajenos, y que ignoramos. El actual presidente me da envidia por lo extenso de su historial amatorio, pero desde luego, más aún me produce Sarkozy, y es que Sra. Bruni solo hay una y merece realmente la pena. Qué le vamos a hacer.