No ha habido realmente muchas sorpresas. Los dos candidatos esperados son los que pasan a la segunda vuelta, que se celebrará el domingo 6 de Mayo. Si acaso, el excelente resultado obtenido por Marine Le Pen y el Front National, que ha alcanzado el 17,90%, aunque los primeros sondeos le otorgaban cifras mucho más próximas al 20%.
François Hollande, acudiendo a votar
(AFP; Fuente: lavanguardia)
Durante todo este domingo, Twitter estuvo bullendo en torno al hashtag #RadioLondres. Alguien se lo inventó, honrando el papel de la emisora de la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, para facilitar el rodeo a la prohibición de difundir ningún tipo de sondeos en Francia antes de las ocho de la tarde (hora en que cerraron los últimos colegios electorales). Incluso hay prevista una multa de 75.000 Euros para los infractores. De hecho, para evitar problemas, todos los electores de ultramar (Caribe, Índico, Pacífico) votaron la víspera. En la práctica, esta restricción a la circulación avanzada de sondeos es imposible de cumplir en un mundo infinitamente interconectado. Especialmente los medios belgas y suizos (francófonos) publicaron sondeos antes de esa hora, e incluso la Agencia France Presse los difundió bajo embargo en Francia hasta las 20 horas. Y en Twitter, con #RadioLondres, a menudo con mucho humor, también. Algunos mensajes parecían propaganda de viajes, como el de "Amsterdam (por Hollande) 28€, Budapest (por Sarkozy) 26€,..... Jupiter (por el muy minoritario y algo estrambótico Jacques Cheminade) 0,25%". En ese lenguaje popular inventado sobre la marcha, Hollande podía ser Amsterdam, Queso, Gouda o Flanby (apelativo que se le ha dado por una cierta imagen que transmite, de suavidad y casi debilidad). Yo seguí el final de la jornada electoral a través del programa especial que retransmitió France 24. Esta es la cadena francesa 24 horas todo noticias. Se emite en tres versiones diferenciadas, en francés, inglés y árabe. Curiosamente, en el paquete de cadenas de información de Digital*, la versión elegida es la inglesa. Pero se puede encontrar la francesa (y también la árabe) mucho más adelante en el dial, donde habitualmente ni siquiera se mira. El programa empezó a las seis de la tarde, pero hasta las ocho tuvieron que entretenerse con los datos de participación (prácticamente el 80%) y con opiniones no muy comprometidas de diversos invitados. A las ocho en punto divulgaron los resultados de un sondeo realizado por IPSOS-Logica que, básicamente, respondía al posicionamiento real final de los diferentes candidatos, aunque con algunos matices interesantes. Pongo a continuación la relación de candidatos, con la cifra final de votos (en porcentaje), de acuerdo al escrutinio realizado al 99% y, entre paréntesis, la cifra que le daba ese primer sondeo. François Hollande: 28,63% (28,4%) Nicolas Sarkozy: 27,18% (25,5%) Marine Le Pen: 17,90% (20%) Jean-Luc Mélenchon: 11,11% (11,7%) François Bayrou: 9,13% (8,5%) Eva Joly: 2,31% (2%) Nicolas Dupont-Agnian: 1,79% (1,8%) Philippe Poutou: 1,15% (1,2%) Nathalie Arnaud: 0,56% (0,5%) Jacques Cheminade: 0,25% (0,2%) Para los que hemos vivido los grandes chascos que han dado los sondeos en la mayoría de elecciones en España, sorprende ver lo atinadas que fueron esas primeras estimaciones. Sólo destacable ese baile de un par de puntos arriba y abajo para Nicolas Sarkozy y Marine Le Pen. Lo que conviene tener muy claro es que los resultados detallados no sirven absolutamente para nada, ya que no dan ningún tipo de poder político real (escaños, por ejemplo). Lo único que se decide es qué dos candidatos pasan a la segunda vuelta, donde todo deberá decidirse.
Nicolas Sarkozy, junto a Carla Bruni, su segunda esposa.
(Fuente: lacosarosa)
Me sorprendió ver cómo todos los candidatos se precipitaron a lanzar sus mensajes a partir de las ocho, solamente en base a este (y otros) sondeos, sin esperar a la comunicación formal de resultados. Que, por cierto, no se produjo hasta cerca de las diez de la noche, en que hubo una comparecencia breve y escueta del Ministro del Interior, informando de los resultados al 75% del escrutinio, y remitiendo al próximo miércoles, en que se formalizarán los resultados finales oficiales. El más madrugador fue Jean-Luc Mélenchon, del Frente de Izquierda. Relativamente desanimado (se esperaba un resultado mucho más próximo al del FN) dejó claro que está por la unión de las izquierdas, aunque no citó ni una sola vez por su nombre a François Hollande. Y, además, destacó otro elemento que conviene no perder de vista. Dijo tenemos la llave, y a continuación aclaró vosotros la tenéis, no yo, dirigiéndose a los seguidores que le acompañaban en la Place Stalingrad de París. Efectivamente, los votantes recuperan su voto después de la primera vuelta, y dispondrán de nuevo, libremente, de él en la segunda. No hay intermediarios. En España, la elección del Presidente del Gobierno se realiza, de hecho, también a dos vueltas. Pero la segunda vuelta es pasto sólo de los políticos, de los diputados elegidos por el sufragio universal directo, que pueden negociar de acuerdo al poder relativo que a cada fuerza política las urnas le hayan otorgado. Con el sistema que utilizamos en España, una vez conocida la distribución de escaños (que a menudo puede depender de la última centésima de votos) ya se puede realizar una estimación de cuál será el resultado final. Muy claramente si hay mayorías absolutas, con más indeterminaciones si no es el caso, pero se pueden anticipar las oportunidades de negociación entre fuerzas políticas más o menos afines, o incluso se puede especular sobre la posible abstención de alguno de los partidos, que permitiría la elección de un Presidente sin necesidad de apoyarle explícitamente. Por el contrario, la segunda vuelta de las Presidenciales en Francia es una incógnita nueva. Habitualmente se infiere que los que hayan votado a uno de los dos candidatos finalistas en la primera vuelta, mantendrán su voto en la segunda. Pero ni eso es evidente. Porque existe un factor emocional que hay que tener en cuenta. En la primera vuelta, el votante deposita su voto de acuerdo a su sensibilidad, a sus sensaciones, a sus emociones. En el fondo, no se trata más que de una criba de candidatos. Muchos votos pueden ser de castigo o de censura, de reproche a alguno de los candidatos (especialmente a quien ha venido ejerciendo el poder en el último quinquenato). Parece evidente que Hollande puede haber recibido bastantes votos que, en puridad, son de censura a Sarkozy (por su altanería, por su soberbia, por su -relativo o aparente- desprecio a los rivales). Los candidatos claramente minoritarios (la mitad de ellos han estado en torno al 2% de los votos, o muy por debajo de ello) habrán recibido los votos de sus fieles incondicionales, pero también con seguridad algunos votos de los que querían censurar el statu quo, el sistema, el bipartidismo imperante. Con el sistema español, esos serían votos perdidos. Pero con la segunda vuelta, eso es falso, ya que los votos a los cinco candidatos minoritarios representan una muy apetecible bolsa de más del 6% de electores.
Marine Le Pen, emocionada en su comparecencia tras
las votaciones. Las cosas nunca volverán a ser como antes.
(Autor: François Guillot, AFP; Fuente: ABC)
En la segunda vuelta, por el contrario, el criterio que debe utilizar el votante es mucho más práctico y menos emocional. Partiendo de que ninguno de los dos candidatos es el preferido por el 44% de los electores que han votado a otro en la primera vuelta, cada uno de ellos deberá tomar la decisión (quizá muchos tapándose incluso la nariz) de a cuál de los dos prefieren para que gobierne su país en los próximos cinco años. O cuál de los dos NO quieren que les gobierne. Todos los votantes (incluso el 20% que este domingo se quedó en casa o no apareció por las cercanías de las urnas) recuperan su voto y tendrán que tomar otra decisión para el domingo 6 de Mayo. No existen los automatismos, aunque todos los analistas tratan de establecer patrones pasados de comportamiento, para anticipar lo que pueda suceder en la segunda vuelta. Por ejemplo, se predice que del orden de un 20% de los votos recibidos por Marine Le Pen podría acabar en manos de François Hollande y no de Nicolas Sarkozy, como sería lo más esperable, por proximidades ideológicas. Este extraño efecto es debido a que mientras que en la primera vuelta se vota con el corazón, en la segunda se vota con la cabeza. Conviene, pues, frenar los triunfalismos y los derrotismos. Ninguno de los dos candidatos que entrarán en liza tiene en este momento nada ganado ni nada perdido. Será importante, para el resultado final, el debate televisado entre los dos. De hecho, Sarkozy incluso proponía que hubiera tres debates, sobre temas monográficos. Sabe que, para la segunda vuelta, al votante hay que convencerle por la cabeza y no ganarlo por el corazón ni otras vísceras. Los cálculos llevan a considerar que los votos puramente de izquierda no superan el 44% del total. La incógnita que habrá que desbrozar será el sentido del voto, en la segunda vuelta, de los centristas que votaron a Bayrou el domingo, y el destino final de los votos al Front National. Porque conviene no olvidar que, en esta primera vuelta, sin ninguna duda Marine Le Pen ha recaudado un buen puñado de votos prestados, votos de la indignación y del sentimiento antisistema. Puede que incluso la mitad de sus votos sean tan volátiles como eso. Algunos de los candidatos eliminados seguramente emitirán recomendaciones a sus votantes para la segunda vuelta. Eva Joly ya lo hizo ayer (en favor, como se esperaba) de Hollande. Jean-Luc Mélenchon tuvo que enfrentarse a la cruda realidad de que el hecho de que sus mítines estuvieran tan concurridos solamente significa que sus votantes son más amantes de participar en los mítines que los de otros candidatos. E implícitamente recomendó un voto a los socialistas en la segunda vuelta. Pero su mensaje claramente contrario al sistema político imperante (de hecho, su eslógan era Rápido, la 6ª República) le ha hecho recaudar votos de la indignación antisistema, que no tiene ningún sentimiento de obediencia debida a Mélenchon para la segunda vuelta. No habrá automatismos para la totalidad de los votantes. Harán una nueva reflexión y votarán a uno de los dos candidatos supervivientes, o decidirán pasar y quedarse en casa.
Jean-Luc Mélenchon, el primer candidato en comparecer
tras el cierre de los colegios electorales.
(Fuente: terra)
François Bayrou, por su parte, dijo que negociará con los candidatos y, a partir de eso, tomará sus responsabilidades. Es previsible, pues, que acabe dando alguna consigna concreta de voto a los que le han apoyado. Que (todos) le hagan caso o no, es otra historia. Con todo ello quiero decir que Hollande parte con una ligera ventaja para la segunda vuelta, pero que nada está decidido a día de hoy. Porque la segunda vuelta no es la continuación de la primera, sino una elección diferente por completo. Sarkozy desplegará en estas dos semanas, sin duda, sus capacidades de estadista, que no creo que nadie le niegue. Para la segunda vuelta, no necesita que los votantes le quieran, le basta con que le consideren el más capaz para gobernar la Francia de los próximos cinco años. Hollande se enfrenta ahora a su imagen de blandurrio y de falto de experiencia. Algunos malintencionados ya han lanzado la especie de que, habiendo crecido como socialista bajo las alas de Mitterrand, este nunca le nombró para ninguna responsabilidad de confianza. Napoleón Sarkozy todavía le puede dar la vuelta a una situación que se le presenta algo desfavorable. Es un político hábil y experimentado, con perfil de hombre de estado. Y seguramente invocará a la Merkel, para lo que valga, en su ayuda. No demos nada por sentado, porque la Segunda Vuelta es Otra Historia. JMBA