El niño díscolo del cine francés nos regala una pequeña joyita que a buen seguro ni pasará por los cines españoles. Leos Carax resuelve a la perfección una historia un tanto compleja. La estética es perfecta y no menos preciosista, todo un acierto de un realizador que está un tanto maldito en su país.
Denis Lavant protagoniza esta road movie que va encadenando historias independientes y complementarias a la vez. Algunas de estas mini historias son de relleno y se le nota al realizador, Dos horas suelen pesar más de la cuenta y más si se llega un tanto justo al metraje final. La vida, la muerta y el trayecto intermedio que comprende ese camino es lo que Leos Carax quiere ofrecernos de un modo desgarrador y por momentos absurdo.
Siempre queremos buscarle un por qué a las cosas y ese es el problema que puede crearos esta película. Si queréis encontrar el por qué a cada historia seguramente no aguantéis ni diez minutos. Dadle una oportunidad porque joyas así no se ven todos los días.
Yo tengo momentos durante la película que no se quién es quién y si lo que estoy viendo es real o no. Lo que si sé que me engancho desde el segundo cero y ya es mucho en los tiempos que corren. Y ahora después de una semana, aún no sé quien coño es cada uno, supongo que esa sensación es la que quería crear Leos y lo ha conseguido, por lo menos conmigo.