Revista Cine
Pasaron casi tres décadas para que el mítico director francés Leos Carax entregara esta pieza maestra del séptimo arte. Con "Mala Sangre" dejó huella y marcó un momento del cine francés. Hoy, con Holy Motors (2012) y con su actor fetiche, Denis Lavant, hace lo propio y aún mucho mejor. El simbolismo de lo que cuenta queda a cargo del espectador y que mejor que de la mano de monsieur Lavant, actor brutal, al que se le ve el oficio de actor de teatro, se nota en cada uno de los personajes en los que se convierte en esta película itinerante que no se detiene hasta el final, que sabe de interpretación, y luego de verlo esta noche, este con toda razón, es el mejor actor masculino del mundo. La lujuria, la inocencia, las frustraciones, la venganza, la miseria, la frivolidad desfilan en cada curva en la que se detiene la limosina en todos los rincones de París en las que el protagonista cumple su agenda. Cèline (Édith Scob) su cómplice, le acompaña con profesionalismo asegurando los recursos, los horarios y todos los elementos que se necesitan para que no se altere ni un milímetro la agenda que va descubriendo el mundo y la sociedad de la que estamos hechos. Cada momento aunque parezca fantasioso, onírico o incluso surrealista tiene su dosis de realidad que resulta aplastante.El final es un sorpresivo cierre que redondea esta película que es sin dudarlo una joya PARA RECORDAR.En esta ocasión trae de su mala sangre a Michel Piccoli, no están las famosísimas Julliete Binoche y July Delpy. En su lugar trae a dos bellísimas divas contemporáneas y las pone hacer lo que saben además de actuar. Kylie Minogue canta y Eva Mendes posa con su belleza animal.