738 El diario de Bruno: Hombre blanco, soltero busca… compañero de piso
La tira de Oroz
Llega una edad en que toda persona necesita a empezar su nueva vida: abandonar el hogar familiar, alquilar un pisito y a partir de ese momento comenzar una nueva vida solo.
Una vez que había aprobado las oposiciones al SERGAS (Servicio Gallego de Salud) y empezar a trabajar en un hospital de A Coruña, pues empecé a buscar piso y una vez encontrado dicho piso pues encontré uno a mi medida: un ático con tres habitaciones, dos baños, plaza de garaje, un terraza amplia, vamos… un pisazo.
Se lo había comprado a un matrimonio que, por motivos laborales tenían que dejar A Coruña y trasladarse a otro lugar de España, por el cual, tras muchas negociaciones llegamos a un acuerdo económico por el piso y como no tenían hipoteca llegamos a un acuerdo razonable.
El piso está bien: a 10 minutos de donde trabajaba y a unos 15 minutos de donde vive la mujer de mi hijo.
Pues bien, una vez instalado en el piso, y como cada equis tiempo puedo disfrutar de la compañía de mi hijo, el resto de días era de auténtica soledad, llegar a casa y ver que no había nadie para recibirte, pues como que se te caía la casa encima.
Unos amigos me regalaron dos gatitos muy monos para que me hicieran compañía, cosa que les agradecí enormemente, pues compañía me hacían, pero me gustaba tener a alguien con quien charlar, con quien compartir momentos, etc…
Un día, hablando con la madre de mi hijo me comenta:
-- ¿Porqué no buscas un compañero de piso?, así compartís gastos, tareas del hogar y también os hacéis compañía mutuamente y de paso os divertís –.
La idea no estaba mal, me lo estuve pensando varios días porque, meter un desconocido en casa, pues no era muy agradable la verdad. Pero al final me decidí y publiqué un anuncio en el periódico de que buscaba compañero de piso.
En la primera semana contestaron al anuncio 15 personas, a los cuales les hice una entrevista previa cuyo resultado fue que no me gustaba ninguno.
Seguí en el empeño, a la segunda semana me contestaron unas 10 personas, y entrevistándolas me quedé con uno que al final me salió rana:
Yo le comenté que trabajaba por turnos, por el cual a la hora de hacer la comida o cena pues cada uno se iba a encargar de dichas horas y que también tenía un hijo que iba pasar unos días en este piso. Cuando le había comentado todo, le pregunté si tenía alguna duda respecto a lo que le había dicho.
Y tenía una:
-- ¿Puedo traer a terceras personas o ligues aquí? –.
-- Por supuesto, estás en un casa, pero solo te pido una cosa, si te traes a un ligue o a alguien para follar, por favor, ten un poco de respeto y no armes demasiado jaleo, que hay días que me levanto a la cinco de la mañana y me gusta dormir bien –. Le respondí.
Durante el primer mes era una persona modélica, se encarga de hacer la comida (o la cena), era muy limpio y cuando traía a sus ligues pues intentaba ser respetuoso, pero a partir de un día empezó a cambiar la cosa y me empecé a sentir incómodo.
Empezó a abandonar sus responsabilidades, una noche que yo tenía turno de mañana trajo a un ligue que provocó que llamara la atención varias veces y estando en casa, había días que se paseaba desnudo con la cosita "animada", hasta que un día no aguanté más y le dije que tenía 15 días para abandonar el piso.
Otra vez volvía a estar solo, en soledad, y no quería seguir buscando compañero porque la primera experiencia no me salió bien y no quería que otra persona fuese igual o peor que la anterior.
Estuve dos meses viviendo solo, hasta que un día la mujer de mi hijo me comenta que tenía un amigo que estaba harto de pagar un pastón de alquiler y que quería cambiar de pis y, que de seguro, congeniaría muy bien conmigo.
Esa palabra "congeniaría" sonaba a algo más que compañeros de piso, quería ser mi "Celestina" particular. Yo le dije que se pasase por el piso para hablarle de las condiciones y si cuajaba la cosa pues enseñarle su cuarto.
Un día por la tarde llaman a la puerta, era el amigo de la mujer de mi hijo, un chico de 24 años que trabajaba en un supermercado de esos que dicen que son de "confianza", a lo cual le invité a pasar y conocerle un poco más.
Una vez que le expliqué las condiciones, el importe mensual del alquiler y una vez enseñada su habitación se me pasó por la cabeza lo que le dije al anterior compañero de piso.
-- Bueno, si quieres traer a un amigo o ligue para follar en tu habitación estás en todo tu derecho, pero te pido que seas respetuoso con las normas y no me armes demasiado jaleo –.
-- No te preocupes, con mi trabajo no me permite salir mucho (solo los sábados al noche o domingos a la tarde-noche, depende del turno), además soy gay y no me gusta mucho traer ligues a una casa que no es mía –. Me contesta.
-- Bueno hombre, no te preocupes, puedes traértelos, pero intenta traerlos cuando yo no esté o en su caso, cuando estoy en turno de mañana no armar mucho jaleo –. Le respondí.
Al parecer había acertado con esta persona: responsable, cumpliendo con sus tareas del hogar y respetuoso, tanto conmigo como cuando esta mi hijo pasando unos días, que, por cierto, lo adora.
Lleva 3 años conmigo, compartiendo piso y si os soy sincero: su actitud, su tranquilidad y su responsabilidad hace que sea el compañero de piso perfecto.
Bruno Fernández | @BrunoFdz