Tras el día Internacional de la Mujer debe recordarse el origen de la efemérides y contrastarlo con la realidad aquí y ahora.
Esta fecha obtuvo impulso mundial después de que en 1911 murieran calcinados 129 trabajadoras y 20 trabajadores, ellos mejor pagados, en el incendio en una fábrica de camisas de Nueva York en la que estaban encerrados para que no salieran en sus 10 horas de trabajo.
En el capitalismo actual, único sistema que ha producido numerosas jefas de Gobierno, las condiciones son diferentes: a trabajos y productividad iguales ambos sexos ganan lo mismo.
Y ellas pueden acceder a los más altos puestos si su dedicación es tan absoluta como la de quienes están en la cima, aunque muchas veces ellas abandonan y ellos terminan sintiéndose desgraciados.
Algunos se suicidan: quizás estén entre los 2.718 suicidas españoles de 2017, mientras que ellas fueron un tercio, 961.
Hay además una larguísima lista de trabajos insalubres, penosos o peligrosos en los que las mujeres casi nunca están, como con maquinarias que deben repararse en marcha, en obras con altos andamios o que exijan gran fuerza y resistencia física.
Transportar o arrastrar cargas, exponerse a muy altas y muy bajas temperaturas, como la manipulación de asfalto candente en las carreteras, o lanzar tendidos eléctricos, o vías las férreas, o reparar alcantarillas: jefas, sí, obreras, no.
Sí hubo obreras presas en la URSS y en China con el ratio de 5/8 mujeres para la labor de un hombre: es el comunismo que demandaba indirectamente el manifiesto de las feministas españolas de este viernes.
En 2017 –último dato del INE-- los trabajos peligrosos produjeron en España 515.082 accidentes, de los que murieron 473 hombres y 23 mujeres.
Veinte hombres por cada mujer: ¿Día Internacional del Hombre?
--------
SALAS