Edición: Periférica y Errata naturae, 2018 (trad. Joaquín de Aguilera)Páginas:576ISBN:9788416544646 Precio:24,50 €
Tú no eres como otras mujeres… o síLa escritora alemana Angelika Schrobsdorff (1927-2016) supo convertir su propia vida y la de sus allegados en un material literario de primera categoría. Lo demuestra en Tú no eres como otras madres (1992), su novela más importante, redescubierta con un gran éxito hace dos años, que narra la existencia intensa y turbulenta de su progenitora y es a la vez una crónica apasionante del Berlín de la primera mitad del siglo XX. En su debut, Hombres (1961), recuperada por el mismo tándem editorial, la protagonista es ella misma, Angelika, rebautizada como Eveline Clausen, si bien incorpora experiencias de otras mujeres. Este libro tiene una concepción magistral: la educación sentimental de una chica siguiendo el hilo de los hombres que formaron parte de su vida, capítulo a capítulo, desde el amor platónico de la pubertad hasta las personas que le dejaron una huella profunda. Cuando se publicó provocó un escándalo, y no es para menos: habla con una transparencia inusual de los deseos, los caprichos y las crueldades de una joven, de una forma que puede considerarse «políticamente incorrecta».Al principio, su estructura de un hombre por capítulo parece una compilación de relatos independientes; no obstante, a medida que avanza y se aprecia la evolución de la protagonista, adquiere la entidad de una novela. Y qué novela: Eveline es un personaje extraordinario, con un recorrido vital dinámico (digna hija de la Else de Tú no eres como otras madres), y, al mismo tiempo, muy duro por las circunstancias históricas (el exilio, la posguerra) y familiares (la temprana muerte de su madre, entre otros sucesos). La obra comienza con una Eveline preadolescente que vive en Bulgaria junto a su madre; huyeron de Alemania por el origen judío de la progenitora. Las primeras aventuras de la muchacha se desarrollan allí, en esa tierra extranjera, entre las costumbres rústicas de la gente del campo y los encuentros con los soldados británicos y estadounidenses que vigilan la zona. Más adelante, Eveline vuelve a su país; lo descubre tan destrozado por la guerra que supone un fuerte impacto para ella.He leído muchas novelas de iniciación o aprendizaje (es uno de mis géneros favoritos) con trasfondo autobiográfico en las que la protagonista es una joven más bien tranquila y estudiosa (como la Lenù de Elena Ferrante, la Kate de Edna O’Brien, la Olivia de Rosamond Lehmann, la Andrea de Carmen Laforet… y tantas otras), que a menudo se contrapone a una amiga que la complementa. Eveline, sin embargo, no es así. Ella es la chica seductora, descarada, frívola, egoísta, y a la vez insegura con aquello que le da miedo (las enfermedades, el dolor de los demás). Bajo ese barniz de superficialidad hay muchos matices, la propia Eveline se muestra crítica consigo misma. Se trata de un punto de vista de gran valor, estos perfiles femeninos rara vez se han narrado en primera persona, no con tanta naturalidad, sin esconder sus picardías, sin fingir lo que no son. No hay que ignorar tampoco cómo las condiciones sociopolíticas forjaron su persona: desde pequeña se acostumbró a huir, a desconfiar, a ocultarse. La frivolidad no deja de ser una capa protectora. Algunos lectores de Tú no eres como otras madres comentaron que la protagonista les había «caído mal». No soy partidaria de valorar un libro en esos términos, pero con Eveline les puede ocurrir lo mismo, ya que dista mucho de ser un personaje «amable». No obstante, la frescura de su voz atrapa, uno quiere seguir leyendo sus romances, empaparse de ella. Es maravillosa. Además, madura con la experiencia: los últimos capítulos resultan muy conmovedores.Los personajes masculinos no desmerecen: un repertorio brillante de hombres distintos que dan lugar a relaciones distintas, desde el primer amor al marido buenazo, sin olvidar la figura del padre. Hay asimismo un hombre «tóxico», vago, manipulador, que la hiere especialmente. Todos están muy bien caracterizados. La novela se puede leer como un estudio del aprendizaje de una mujer en sus relaciones, de su crecimiento conforme madura y sus prioridades cambian. No elude la parte incómoda: el final del amor, las infidelidades, la ruptura. Lo aborda con suma franqueza, sin tabús ni dramas. Es una mujer racional, orgullosa y práctica, poco proclive a caer en la desesperación por la pérdida del amado; no se permite el lujo de ser la damisela en apuros. Estos aspectos se relacionan, sin duda, con su educación: una madre libre, con tres hijos de tres hombres distintos, en un hogar bohemio y sin prejuicios. En comparación con sus coetáneas criadas en ambientes más cerrados, Eveline crece independiente y tenaz.La trayectoria de Eveline, hilada a partir de los hombres, nos adentra a su vez en una época, los años cuarenta y cincuenta; como en su otra novela, la historia individual sirve de pretexto para entrever la macrohistoria. En primer lugar, el exilio en Bulgaria, con un episodio espléndido sobre una boda tradicional en el pueblo de Bujovo (esta localidad también aparece en Tú no eres como otras madres: un romance adolescente que la marcó). Plasma la forma en que las muchachas trataban de salir adelante, su incertidumbre con respecto al futuro en una Europa en guerra, sus acercamientos a los oficiales en busca de una oportunidad. Eveline trabaja como mecanógrafa y entra en contacto con el ejército y las fiestas de los altos cargos. Más adelante, con el regreso a Alemania, vive los estragos de la posguerra. Pese a su apariencia despreocupada, se siente incómoda por llevar un buen nivel de vida cuando a su alrededor hay tanta gente pasando penurias; estos contrastes de su mirada resultan iluminadores. Frecuentará el mundillo del cine, en otros momentos pasará por dificultades… En este sentido, es un libro «atractivo» porque narra una existencia trepidante, mucho menos monótona que la de la mayoría (se nota que enriqueció a Eveline con vivencias de varias chicas).
Angelika Schrobsdorff
Angelika Schrobsdorff no escribe literatura «difícil»; tiene un estilo ameno, fresco, con una gran presencia del diálogo. No hace florituras, sino que busca la vida, y la vida, cuando está tan bien contada, no necesita adornos. En ocasiones la prosa sencilla puede tomarse por «ligera». En absoluto: el libro se engrandece capítulo tras capítulo, es uno de esos casos en los que la calidad no está reñida con ese pulso vital que nos mete en su historia, que nos embriaga como cuando éramos adolescentes y leíamos más con las entrañas que con el cerebro. Tiene esa verdad literaria que permanece en el lector. Es una suerte que existan novelas como esta, tan fácil de disfrutar, tan apasionante (perdón por abusar de palabras más emotivas que analíticas en esta reseña), porque puede interesar a muchos y muy diversos lectores. La autora ha sido generosa al escribir Hombres: ha desnudado a su protagonista, ha retratado a muchos personajes con una perspicacia psicológica al alcance de muy pocos y, en fin, nos ha brindado la radiografía de una era y una forma de estar en el mundo. Angelika Schrobsdorff no se termina en Tú no eres como otras madres: aquí hay otra muestra de su prodigiosa capacidad literaria. No me cansaré de recomendarla.