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Calificar a un colectivo por lo que hagan algunos de sus miembros es injusto; pero hay veces que no puedo evitar llamar la atención sobre las atrocidades que tenemos que oír o leer de vez en cuando. Ahora que el Papa parece estar dando pasos para actualizar la Iglesia Católica y acercarla a la realidad cotidiana de muchos creyentes, hay otras voces de la curia que alzan su radicalizada voz en un cruel y despiadado intento de hacernos volver a los tiempos de la Inquisición.
El cura de Beniarrés ha dado la campanada con un panfleto que reparte entre sus feligreses para orientar la confesión. En éste incluye un cuestionario dividido en diez partes (tantas como mandamientos) en los que les pregunta, entre otras lindeces, si son homosexuales, si han practicado sexo con animales o si frecuentan prostitutas…
Menuda la que se ha montado en este pueblo valenciano con las actuaciones de su párroco que en la Iglesia y tras rociar a toda la congregación con incienso les pregunta directamente si han podido sentir presencias extrañas.
Otro de los comportamientos radicales que hemos conocido esta semana y que considero si acaso mucho peor, es el del sacerdote al que, después de que Pedro Zerolo anunciara el pasado miércoles que tiene cáncer, no se le ocurrió otra cosa que decir que es “justicia divina” por no llevar la vida que ellos creen correcta. Gente de esta misma calaña han llegado a decir sobre este mismo caso que “no cambiarían la vida de su perro por la de Zerolo”. Y son ellos los que hablan de virtudes y se autodenominan piadosos, hombres de buena fe…