Revista Opinión

Hombres y mujeres

Publicado el 13 junio 2019 por Carlosgu82

Fran Lestón

He conocido mujeres fuertes. Capaces de organizar una casa, capaces de madrugar y acostarse tarde, capaces de currar fuera de casa y arreglar a los niños. Es cierto.

He visto mujeres que lloraban en silencio y sufrían por no hablar, mientras disimulaban y sonreían con los ojos llenos de lágrimas cuando le preguntaban qué tal. Es cierto.

Pero también he visto hombres con las manos cortadas por el frio en su trabajo. Hombres que no tienen horario ni en su trabajo, ni para levantarse, ni para acostarse. Hombres que después de su jornada laboral continuaban cumpliendo sus funciones como padre, amo de casa, buen marido, excelente amigo. Hombres que descuidaban su aspecto físico o incluso su salud, porque lo más importante son otras cosas. Hombres que no lloran delante de la gente porque dicen que los hombres no lloran. Hombres que lo han dejado todo por abrirse un nuevo camino y a mitad del camino los han vuelto a dejar solos.

Los hombres no tenemos que ser más fuertes que las mujeres, pero no por ello somos más débiles. La fortaleza de una persona no tiene mucho que ver con su sexo. La fortaleza de una persona tiene más que ver con los apoyos con los que puede contar, con las personas con las que cuenta para que lo escuchen o le dén una palabra de ánimo. LA FORTALEZA DE UNA PERSONA ES MAYOR O MENOR EN FUNCIÓN DE LA CALIDAD HUMANA DE LA GENTE QUE LO RODEA.


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