Espías
como nosotros.
El
año pasado la cadena Showtime dio el campanazo con Homeland,
la adaptación norteamericana de una serie israelí de nombre
Hatufim. Lo que, a priori, parecía el típico producto
televisivo de espías donde unos tipos muy buenos debían detener a
unos tipos muy malos antes de que, estos últimos, hicieran volar por
los aires algún tipo de edificio relevante, se acabó convirtiendo
en todo un éxito de crítica y audiencia llegando a ganar, incluso,
dos globos de oro: el de mejor serie dramática y el de mejor actriz
de serie dramática. ¿El secreto de su éxito? Conseguir una serie
bien escrita, protagonizada por personajes con profundidad, con
sorprendentes giros de guión, en la que poder encontrar momentos de
tensión trepidante y que logra enganchar a su audiencia, durante los
doce episodios que dura la primera temporada, a base de tomarse muy
en serio el típico y gastado juego del gato y el ratón.
La
protagonista de Homeland es una agente de la CIA, convencida
de un inminente ataque terrorista, sobre suelo americano, de
dimensiones parecidas a los del 11-S. Cuando los servicios secretos
logren liberar a un marine norteamericano secuestrado en Irak durante
ocho años y vuelva a casa convertido en un héroe de guerra, nuestra
prota empezará a investigarlo convencida de que se trata de un
agente doble, infiltrado por el enemigo. El soldado deberá afrontar
su regreso al hogar, al reencuentro con su familia a quien hace ocho
años que no ve, y su adaptación a los cambios sucedidos durante su
cautiverio, todo ello bajo la atenta mirada de la CIA.
Claire
Danes vuelve a la actualidad con su papel televisivo de agente de
la CIA, después de interpretar en el cine a Julieta (Romeo +
Julietta de William Shakespeare), a la novia del mismísimo John
Connor (Terminator 3: La rebelión de las máquinas) e incluso
a una estrella del firmamento (Stardust). No me negarán que
la muchacha tiene una carrera de los más completita. En Homeland
vuelve a hacer gala de sus dotes interpretativas (y de
sobreinterpretación, en algún momento). A su lado encontramos a
Damian Lewis (visto en las televisivas Hermanos de sangre
y Life) y a Mandy Patinkin (conocido por la serie
Mentes Criminales y recordado por todos por su papel en La
princesa prometida; repitan conmigo: “Hola, me llamo Íñigo
Montoya, tú mataste a mi padre. Prepárate a morir”).
Homeland
es un thriller bien realizado, que atrapa debido a una trama que
ofrece un potente y atrayente punto de partida y que logra un marcado
crescendo, acentuado a partir del ecuador de esta primera temporada.
Reconozco que el capítulo piloto logró engancharme, pero fui
perdiendo interés durante los capítulos siguientes hasta que, hacia
la mitad, la trama volvió a atraparme hasta llegar a una demoledora
recta final, dotada de un elevado ritmo narrativo y logrando altas
dosis de tensión. En ello contribuyen unos personajes bien
construidos, unos diálogos hábiles y una intriga que en ningún
momento deja de ir en aumento (aunque en ocasiones la cosa se haga
esperar demasiado). Habría que recalcar que no esperen encontrar
aquí grandes persecuciones, disparos a cascoporro, patadas
voladoras, ni explosiones capaces de arrasar varias manzanas de una
gran ciudad con la excepción del héroe de turno. La serie tira más
hacia el drama, el thriller de espías y el no saber quien juega en
qué bando. Hasta ahora la cosa les ha salido bien. Esperemos que los
guionistas no decidan estirar la trama hacia el infinito y más allá.
Resumiendo:
Recomendable serie de intriga y espías, que engancha más a medida
que nos aproximamos a su recta final.