Homenaje a Carrillo.
Hoy hace 16 años. 12 de agosto de 2005
Quien analice el curriculum de los conselleiros de la nueva Xunta gallega descubrirá que proceden mayoritariamente del Partido Comunista, incluyendo al propio presidente, Emilio Pérez Touriño.
Y si se indaga la historia de buena parte de los actuales responsables socialistas se descubrirá similar origen: vienen del PCE, especialmente el de sus cuadros durante los años 1960-1982, etapa en la que Santiago Carrillo fue su secretario general.
¿Dónde quedó el núcleo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que fue capaz de hacerse con el poder en España en 1982, seis años después de ser legalizado y celebrar su primer congreso libre tras la dictadura?
Pues la mayoría de los militantes durante la última década del franquismo, a los que definiremos como socialistas románticos, abandonaron su Partido.
Aquel grupo que acompañó a Felipe González, especialmente antes del congreso de Suresnes (Francia) de 1974, fue esfumándose. Solo quedan, opacados, unos cuantos veteranos de su generación: Guerra, Solana, Cháves, Ibarra, Peces-Barba, Paco Vázquez y poco más.
A partir de 1976 entraron en el PSOE más y más comunistas con su ambición y sentido leninista de la conquista del poder. También militantes de aluvión del estilo Roldán, buscafortunas que exprimieron sus cargos entre 1982 y 1995.
Y nuevos activistas, ¿pero cuántos no buscaban una colocación cerca del poder al estilo de Rafael Simancas, que se adhirió cuando era universitario, nunca trabajó fuera del Partido, y que hoy tiene una saneada fortuna inmobiliaria?.
Los socialistas románticos durante el franquismo, quizás porque no tenían excesivo egoísmo, porque militaban más por ética que por sentido práctico de la ideología, fueron dejándose arrebatar sus puestos de responsabilidad sin mayores resistencias.
Hoy, el PSOE de 1976 no existe. Es más el verdadero PCE de 1976, que estaba mejor organizado para la conquista del Estado bajo la teoría leninista del Partido como vanguardia del proletariado.
Carrillo debería sentirse orgulloso de su triunfo: ha colocado a la mayoría de los suyos en el poder.