GABRIELA DEL MAR RAMÍREZ
El 2 de octubre se celebró el Día Internacional de la No Violencia, una fecha conmemorada por la ONU en el día del nacimiento de Mahatma Gandhi, líder del movimiento de la independencia de la India y pionero de la filosofía y la estrategia de la no violencia. Lamentablemente, un día antes de esta fecha fue asesinado el diputado Robert Serra junto con su compañera María Herrera en una acción que tiene todas las características de ser un crimen por encargo. Se trata de un hecho aborrecible, que ha despertado preocupación y solidaridad a escala internacional. Ante el contraste que representan esas dos fechas, es normal que alguien se pregunte: ¿se puede enfrentar la violencia con no violencia?, ¿es la no violencia un camino viable todavía, cuando la guerra domina la política internacional, el imperialismo financia grupos violentos en todo el mundo y las armas son un negocio extremadamente lucrativo para los países poderosos? Quien crea en el cambio revolucionario, ese que lleva a las grandes transformaciones, tiene que saber que la violencia lo acechará a la vuelta de la esquina. Porque el ejercicio de la violencia busca intimidar, busca someter, busca ablandar y busca inmovilizar para que las cosas no cambien. Venezuela se encuentra en una encrucijada, en la cual hay sectores poderosos que apuestan por ejercer distintos tipos de violencia para generar desestabilización y rabia. Y en ese escenario, el pueblo tiene que mantenerse firme en su lucha por seguir la construcción de un país más justo y en paz. Entonces, la apuesta por la no violencia tiene todo el sentido, pues la violencia es la victoria de los que quieren ver sangre y dolor en nuestras calles. La apuesta por la no violencia es la apuesta por la construcción de relaciones poderosas de solidaridad, es la apuesta por la construcción de redes de apoyo a todos los colectivos vulnerables y vulnerados, es la apuesta por relaciones económicas sin explotación y por relaciones internacionales basadas en la complementariedad y no en la competencia. El más justo reconocimiento que se puede hacer a Robert es apostar por la paz, fortalecer la organización comunitaria en la que él creía y avanzar hacia la derrota de los violentos en todos los escenarios. Defensora del Pueblo