La contradicción a la que merefiero está instaurada en lo que la mayoría denomina clase media, y consiste en tener un discurso pro-activo a favor decambiar el mundo para que no haya injusticias, enfadarse ante el televisor o elordenador por situaciones injustas como casos de corrupción graves o el hambreen el mundo. Y por otro lado, seguir votando a los corruptos o no contribuir ennada para que los “pobres niños negritos” dejen de morir de algo tan absurdopara nosotros como es el hambre.La comodidad de nuestras vidas esun logro importante, ha sido un camino difícil forjado poco a poco, aunque sabemosque falta mucho más por hacer que lo ya conseguido. Nuestro conocimiento delmundo es tan ambiguo como necesario, la mayoría de las cuestiones que afectanal colectivo no van bien, pero desconocemos con precisión hasta dónde llega ellodo y seguramente esa es la razón del inmovilismo.La contradicción es una virtudporque en la vorágine diaria llevar el discurso hasta la última consecuenciaque plantea, apenas nos dejaría tiempo para poder hacer las cosas pertinentesque ayudarían a cambiar la situación. Pero no podemos caer en el excesivo defectoque conlleva, y mantener el manido discurso de denostar a los ricos como parte porun lado y querer ser uno de ellos por otro.Las formas de colaborar para queel mundo funcione mejor son muchas, algunas bastante cómodas, como pequeñasdonaciones de dinero a través de transferencia bancaria a organizaciones quetrabajan ardorosamente sobre el terreno. Otra es el activismo en sus diferentesformas, desde la puesta en conocimiento de injusticias, la difusión de lasmismas y, por supuesto, el enfrentamiento directo, cuerpo a cuerpo, cara a cara,con las situaciones que nos oprimen frente al poder. Sabemos por la experiencia quenos dan nuestras relaciones que cuando hay muchos problemas, las dos mejoresopciones son:
- Cerrar la persiana y empezar de cero otra cosa.
- Solucionar los problemas uno a uno.