Más allá de la incomprensión a la homosexualidad
Por Jesús Mata @jesusmata91Es difícil mirar a la cara ciertas cuestiones delicadas cuando no se sabe realmente qué es lo que está en juego. Más aún cuando el problema puede que no nos afecte directamente, como es el caso de la mal llamada homosexualidad. Y digo mal llamada, porque habría que considerarla como un homoerotismo. A pesar de estas matizaciones, que bien pueden verse como gratuitas, detrás se esconde la raíz de la incomprensión que dio lugar a que el lobby gay se reivindicara y, poco a poco fueran cambiando la percepción que de ellos se tenía.
Magritte, Los amantes (1928)
También hay que decir que la facilidad con que se banalizan cuestiones tales como ésta, o que se dan por descontado, deja al descubierto nuestra mediocridad, que bien nos pasa factura: ¿acaso sirve de algo apelar al sentido común hoy en día? Desgraciadamente, aunque se intente considerar fríamente que el órgano digestivo no es el sexual, y por ende, cada cual cumple una función, o que esté ausente la diferencia sexual y la posibilidad de la fecundidad, de una comunicación amorosa, hay una censura desmedida ante la verdad de la sexualidad. Por el contrario, prevalece ese juego sexual que permite una experiencia de la propia sexualidad cerrada en sí misma (homoerótica). Ayer, casi por casualidad, en el canal Cuatro emitieron un programa donde la presentadora abordaba distintas denuncias que los propios espectadores realizaron. La que abría el programa, y sin duda la más importante, fue la que se ocupaba de esta cuestión: hay gente que sigue considerando la homosexualidad como una enfermedad e incluso creen que se puede curar. El escándalo desproporcionado que demostraba la presentadora era cauterizado con gran agilidad por una “profesional” en toda regla: una psicóloga clínica. La rabia con que refutaba los argumentos y estadísticas de los que osaban a sanar la homosexualidad se imponía a la flaqueza de sus palabras. Es cierto que la ignorancia corre en nuestra contra y que cada persona supone un caso diferente al resto, por no decir el misterio que implica. Pero yo no daré mi mano a torcer cuando es evidente que hay gente que a reorientado su sexualidad y da testimonio de ello; al igual que muchos otros no lo han conseguido y han tenido que vivir su vida con esta escisión en su psiqué, pero felices por saberse llamados a una vocación más grande. No me molestaré en decir lo ya sabido, o lo que se cree ya sabido, sobre la homosexualidad. Únicamente daré unas pinceladas sobre el porqué de su falsedad, reparando un segundo en lo que detrás del movimiento gay: Ante todo, se da un dualismo entre cuerpo y alma, es decir: una cosa es el sexo biológico o identidad sexual anatómica, y otra el sexo psicosocial o identidad sexual psicosocial. La primera vendría determinada por la constitución orgánica, con un fundamento biológico indiscutible, pero irrelevante, pues es la identidad psicosocial la que es determinada por la cultura, sociedad y, a fin de cuentas, por la propia elección. Llegados a este punto, sólo cabe decir con Aristóteles que “quien niega la evidencia necesita terapia”; sin embargo, hoy por hoy, el ambiente nos ha condicionado tanto que consideramos como natural y bueno una tendencia que no está integrada al bien de la persona. Quizás sea este el gran peligro de nuestra época: ostentar la libertad de todo hombre a pesar de que se esté dañando a sí mismo. ¡Libertad, por favor, libertad! Pero, ¿para qué? ¿acaso alguien puede hablar de la verdad del amor? Bueno, obviamente sí, aunque le toca a cada uno ser fiel a la experiencia que hace y no conformarse con la que diga la mentalidad común, con su peculiar anestesia sobre todo aquello que la contradice. En absoluto quisiera dar por cerrado esta cuestión. Por el contrario, tomar conciencia del dolor que supone para el propio homosexual verse alienado e incómodo en su sexualidad no puede ser sinónimo de eludir el problema con la solución más fácil: cada uno es libre para hacer lo que quiera… Jesús Mata @jesusmata91